“¿Cuál es la razón de que ya no haya límites, de que los jóvenes
piensen que la vida carece de valor? Que tienen derecho a matar a otra persona
solo porque se sienten insultados y ofendidos. ¿Por qué nuestros hijos acumulan
tanto odio? ¿De dónde proviene?”
Novela negra, tocaba. De fácil
lectura, entretenida y sin grandes artificios. Sopesé varias alternativas y, al
final, me decanté por la saga, un poco olvidada, del comisario Knutas y el
periodista Berg. “La falsa sonrisa” (Editorial Maeva, 2012), sexta entrega de
la serie de Mari Jungstedt. Bonita la portada en la que destaca un subtítulo
que nada tiene que ver con la trama, caprichos editoriales al igual que la
manía de cambiar el título original: “El
comisario Knutas descubre que a veces no se puede confiar en quien más queremos”
Y antes de dar paso, precisamente, a la sinopsis editorial, reconozco que a
estas alturas, de entre las autoras nórdicas de género negro y a las que suelo etiquetar,
con sus méritos, como guionistas de películas de suspense en las sobremesas
televisivas de los fines de semana, Mari Jungstedt ha logrado, a mi juicio,
superar ya no solo a paisanas como Åsa Larsson, incluso a la considerada gran
dama de la novela policiaca sueca, Camilla Läckberg. La evolución de Jungstedt
se nota novela tras novela, con su estilo sencillo, directo, visual, y en esta
ofrece un incentivo más para continuar leyendo próximos capítulos: una mayor
profundidad en la psicología de sus protagonistas, la forma o manera en la que
se enfrentan o resignan a sus miedos, miserias, dudas…
“Te cruzas en medio del camino, como un demonio grande y malvado que
llena sus pobres cuerpos del mismo odio que atesora. Y ellos repiten su
conducta irracional”
“Los fuertes vientos de abril
soplan sobre Visby, la capital de Gotland, cuando se inaugura el nuevo palacio
de congresos con una glamurosa fiesta con más de quinientos invitados. Pero
Viktor Algård, el organizador del evento, desaparece misteriosamente y, al día
siguiente, encuentran su cadáver en el ascensor. Cuando la autopsia revela que
fue envenenado con cianuro de potasio, el comisario Anders Knutas y su
compañera Karin sospechan muy pronto de la amante de Viktor, la artista local
Veronika Hammar. Mientras buscan más pistas sobre el caso, Knutas se verá
confrontado con un drama personal que lo forzará a enfrentarse a sus demonios
más íntimos. Por su parte, el periodista Johan Berg, siempre en busca de alguna
exclusiva, también se verá inmerso en la trama, esta vez con graves
consecuencias para él y su esposa Emma”
Antes de nada, insisto en que hay
que leer la serie en su orden cronológico, que puede hacerse de manera independiente,
de acuerdo, pero como he mencionado, además de evitarnos spoilers tan
flagrantes como el que ejecuta la propia autora al destripar el anterior libro,
podemos seguir la evolución de sus personajes, las pinceladas de su vida íntima
ajena a la investigación del caso concreto; en este volumen, efectivamente, se
dilucida parte del misterio que envolvía la vida de Karin Jacobsson, ayudante
del comisario, y se hace más observable y presente el ambiente familiar de éste.
“En realidad yo he sido una sombra desde que nací. Alguien que no tiene
derecho a vivir. Me pregunto por qué vine al mundo. Mamá nunca quiso tenerme,
ella misma me lo contó”
Libro estructurado en capítulos
cortos, en una alternancia pasado-presente y típica de las novelas policíacas
nórdicas, dinámicos, de fácil lectura, con una trama perfectamente hilvanada y,
aunque de predecible final, logra atrapar la atención a lo largo de las páginas
con una intriga dosificada y directa. Esta alternancia temporal en la
construcción del relato, gravita en torno a un pasado narrado en primera
persona por un personaje que tuvo una infancia y adolescencia difícil,
terrible, con una madre egocéntrica, desafecta y manipuladora, y un presente
relatado en tercera persona y correspondiente a la investigación desplegada
tras el asesinato de Viktor.
“Las piernas me temblaban mientras regresaba
a casa en bicicleta. Contuve las lágrimas. No deseaba volver nunca más a la
escuela. Quería quitarme la vida. Un camión se acercaba por la carretera.
Durante unos segundos sopesé meter la bicicleta bajo sus ruedas. Cualquier
cosa, lo que fuera con tal de no tener que regresar a la escuela. Huir de toda
esa mierda. Huir de mi vida insignificante”
Al mismo tiempo de las pesquisas
policiales, de los aciagos prolegómenos del pasado, de la intimidad familiar y
personal de los personajes principales, encontramos una dura semblanza y crítica
de temas actuales, en este caso sobre la violencia juvenil, el acoso escolar (mobbing)
y el desabrigo de la familia en una sociedad que, a pesar de estar tan
comunicada, hace de las personas un desierto de soledad. “Se habían celebrado unas cuantas manifestaciones en contra de la cada
vez más brutal violencia juvenil y los periódicos se llenaron de indignadas
cartas al director criticando la torpeza de los políticos, la falta de
responsabilidad de los padres y el desmesurado consumo de violencia por parte
de los jóvenes a través de internet, los videojuegos y la televisión”. De
hecho, la paliza que un joven sufre a las puertas de una discoteca abre no solo
la fractura de esta gratuita e inhumana violencia adolescente, sino la herida
de la separación mayor y dolorosa entre la relación padres e hijos, la falta de
confianza entre ellos, como es el caso del propio comisario Anders Knutas con
su hijo Nils y otros aludidos en la novela.
“Para obtener confianza y respeto uno tiene que predicar con el ejemplo.
Uno tiene con sus hijos la relación que se merece. Todo depende de cómo se ha
comportado como padre. Esas palabras hicieron que Knutas pensara en sí mismo.
Le asustó lo que vio”
No me ha decepcionado esta sexta
entrega de la saga, “La falsa sonrisa”. Una novela amena, directa, visual. Y, ciertamente,
seguiré con curiosidad lo que ocurra en la isla de Gotland de Suecia.
“Una persona no puede salvar a otra, pensó Knutas con amargura. Cada
persona tiene que salvarse a sí misma”
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