“Frente a un universo informe e insensato, el escritor se ve obligado a
interpretar el papel de demiurgo.”
Genial. Sorprendente novela.
Ahora comprendo por qué la literatura de Amélie Nothomb es adictiva. Y es
genial y sorprendente puesto que no deja indiferente al lector, al que atrapa
en un universo provocador, en una atmósfera asfixiante, y a través, como es
este el caso, de un personaje incalificable, cínico, misántropo, inteligente y
desagradable. Y da igual que la crítica a Nothomb sea favorable o desatenta, agudas
tanto una como otra, y que juntas inciden ante un fenómeno de la escritura, de
la admirable construcción de historias. “Higiene del asesino” (Circe, 1996) es
el primer libro de Amélie Nothomb, y lo escribió en 1992 tras presenciar la trágica
escena de cómo un borracho mataba a su hermano. Quizás por esto el libro rezuma
rabia, directa, desnuda y sobrecogedora, que busca y consigue la implicación
emocional del lector. Ardor narrativo perfectamente dosificado en pocas
páginas, 184, pero en las que obra el milagro de condensar aquel universo insólito
y asimismo vasto, intenso, penetrante, fuerte y emocionante. El desarrollo de
la narración se hace con un diálogo continuo, rápido, comprometido, estructurado
de forma teatral, con la acción ceñida a un único escenario, la casa de un
viejo Nobel de Literatura, en una serie de sucesivas entrevistas, cinco,
concedidas por éste en los últimos días de vida a unos periodistas, y en las
que, además de aflorar la enorme personalidad del personaje, surgen ya por
primera vez las características que definirán la obra de Amélie Nothomb:
Belleza y fealdad, seres agraciados y horripilantes, obesos o flacuchos, enfermos,
sin términos medios; temas como la gula, los desórdenes alimentarios, el
hedonismo…
“Al anciano Prétextat Tach,
premio Nobel de Literatura y acérrimo enemigo de las entrevistas, sólo le
quedan dos meses de vida. Al hacerse pública la noticia de su próximo
fallecimiento, en plena guerra del Golfo, periodistas de todo el mundo
solicitan un encuentro con el novelista. Sólo cinco lograrán su propósito; los
cuatro primeros serán víctimas de la arrogancia y capacidad destructiva de un
genio decidido a vengarse del mundo despreciándoles y sometiéndoles a toda
clase de humillaciones. La última entrevista, plagada de sorpresas, resolverá
el enigma de tanta amargura con un violento y despiadado interrogatorio por
parte de los dos duelistas dialécticos. El descubrimiento de un terrible
secreto y un desenlace espeluznante, constituyen el colofón de esta historia
sombría que se fundamenta en la magistral brillantez de los diálogos. Primera
obra de Amélie Nothomb, Higiene del asesino dio a conocer el talento de su
autora al manejar la crueldad, el cinismo y la ambigüedad para construir una
atmósfera tan irrespirable como literaria”
La obra se divide en dos partes:
La primera que comprendería la
entrevista a Tach de los primeros cuatro periodistas, o tal vez el juego del
escritor con aquellos y en los que éste no duda, quizás para provocar, en
mostrarse racista, sexista, pretencioso, en definitiva desagradable, inconmovible,…
o tal vez sea un juego para humillarlos, destruirlos. Esta parte desprende
crueldad, humillaciones, desagrado, aunque del mismo modo un ingenio rotundo,
perspicaz, divertido y muchísima literatura.
La segunda parte, más extensa, incorpora
la quinta y última entrevista, además de un relato delirante, intrigante,
gótico. La lucha encarnizada, emocional y dialéctica, entre el escritor y la
periodista, con esa terrible fascinación que al igual que incomoda, atrae y
mucho.
Los diálogos, casi teatrales, sin
explicaciones ni descripciones, mantienen la tensión en una lectura realista,
como si el lector presenciara, viva y nítidamente, la acción allí mismo, en la
casa del Nobel. Primero con el destrozo perverso del escritor a los cuatro
periodistas iniciales e instalado en su superioridad intelectual, y luego el
duelo sublime con la última periodista. En una inspiración, recalcada en el
propio texto, hacia la figura de Céline, no ya solo en lo desmedido de su
protagonista, Prétextat Tach, sino con la misma escritora:
“Céline lo comprendió, cuando en sus prólogos afirmaba haber escrito
sus libros más venenosos por desinteresada generosidad, por irreprimible
ternura hacia sus detractores. Ése es el verdadero amor”
Nothomb sabe escribir y lo hace muy
bien, de manera precisa, directa, con una retórica, aunque alguna vez pueda
resultar pedante, concisa, lúcida, y fascinante; con retazos hilarantes desprendidos
de la propia perspicacia intelectual de los diálogos; con giros imprevistos,
intensos, asombrosos en una trama que la hacen no solo entretenida, lúdica, sino
del mismo modo espeluznante. Indudablemente sería una pérdida de tiempo buscar
antecedentes o inspiradores en la técnica narrativa de Amélie Nothomb, puesto
que ella misma es un universo diferente y seductor. Y por esto último, esta
genialidad, y rareza, las encontramos en la construcción de sus personajes, en
especial con Prétextat Tach, un anciano de obesidad mórbida, monstruoso, pero
que perturba por su brillantez hasta en humillar y despreciar a quienes lo
conocen y cuando él mismo busca desesperadamente un encuentro que llene su
soledad o lo vacíe de sí mismo. Y sin dejar atrás al otro personaje, femenino,
de físico poco agraciado, pero con un cerebro privilegiado y al mismo nivel que
el de su oponente, el escritor.
“un novelista es una persona que plantea preguntas, no que las
responde”
Y con sus personajes, estos de “Higiene
del asesino” en concreto, las críticas, a favor y en contra, se hacen más
acerbas o elásticas. Más al tener en cuenta que estos protagonistas son un
alter ego de la escritora, Tach y Nina son trasuntos de ella: Pretextat Tach
escribe todos los días sin cesar, Nothomb no es una excepción; Tach se niega a
conceder entrevistas al igual que su autora; si los títulos de los libros del
personaje son raros, basta con echar un vistazo a la bibliografía de la
escritora para pensar igual; e igual a las reflexiones acerca del engaño de la
ficción, de las metáforas profundas cuando no son más que construcciones
extravagantes y ya que de terciar reflexiones concretas y enjundiosas, no artificiosas,
las plasmaría desnuda y concisamente, sin dobleces, ni subterfugios literarios…
Comparaciones que, insisto, podrán
odiarse o alabarse, como aquella de los lectores-hombres rana que atraviesan
los libros sin mojarse, o que los escritores tienen la obligación de ser
solitarios y abyectos, de la supresión de los adverbios, de la degradación o del
regocijo mordaz…; pero dan también cuenta de las miserias, en otro tiempo enaltecidas,
de la propia desolación personal de la escritora, y entendida de sus problemas
adolescentes con la anorexia junto a su hermana Juliette, semejante a los
personajes Prétextat Tach y Léopoldine en el cuento gótico, tema del que ahora no
quiero pensar.
“—Señor Tach, con un hombre como usted no utilizaré las perífrasis
habituales en mi profesión. Así que me permito preguntarle cuáles son los
pensamientos y el estado de ánimo de un gran escritor consciente de que está a
punto de morir.
Silencio. Suspiro.
—No lo sé, caballero.
—¿No lo sabe?
—Si supiera cuáles son mis pensamientos, supongo que no me habría hecho
escritor.
—¿Insinúa que escribe para saber finalmente cuáles son sus
pensamientos?
—Es posible. No estoy muy seguro, hace mucho tiempo que no escribo”
En conclusión, una novela muy bien
escrita, brillante, directa, ágil, con un alarde inolvidable de crueldad y
fascinación, de humor negro, de diálogos y personajes que traslucen el absoluto
dominio e ingenio de la autora, y a los que vacía, con similar agudeza, la
intensidad de los extremos de su naturaleza, de la naturaleza humana. Una
novela recomendable y una escritora a la que seguir leyendo.
“nadie conoce mejor a un individuo que su asesino”
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