Y
digo yo:
Si
estos integristas o fundamentalistas o rigoristas islámicos, aceptando a regañadientes
estas perífrasis por no nombrar lo que son: enfermos homicidas, no tienen miedo
a la muerte y porque creen esperarles, tras su amargada vida y dobladas las
rodillas y con la barbilla en el suelo, un paraíso colmado de placeres, la
satisfacción para cada deseo, tan inflexibles como se empecinan con su delicado
y perturbado credo,
ignorantes de sus renglones torcidos, de la letra pequeña de la revelación; por
qué no nos hacen a los demás un favor y se lo hacen de manera fácil y rápida a
ellos mismos, perpetrando una auto inmolación colectiva o yihadista o como más
les plazca designarla, en algún lugar desértico y apartado de Irak o Afganistán
o Sudán o en algún sombrío lugar predilecto del oriente medio, o en su soledad íntima
y domiciliaria, sean lobos o ratas. Apartarse. Y toda vez negados al otro islam
(sometimiento) de la psiquiatra y la educación para curar las heridas de sus
cabezas y almas. Quitarse de en medio, deshacer el velo negro que imponen sobre
la luz, y con ello garantizarse su inmediato tránsito sin destrucción ni sangre
diferente; y forjar allá o en el más allá o como quieran o codicien estar en
esa ingenua quimera, o postrados al dios que sea erigido a su imagen y
deformidad ética e intelectual, a morirse tal cual aspiren, pero dejándonos a
nosotros vivir aquí en paz. Vivir en paz. Con seguridad no lo hacen ya que
tienen miedo y se sirven de la muerte de inocentes para insuflarse de un valor
y una turbia fe que no poseen. Su miedo tiene que seguir teniendo la respuesta
en la lucha en pos de nuestra libertad. Las condolencias a los familiares de
los inocentes asesinados en Múnich, asesinados por asesinos, no hay singular ni
menos singularidad, que deberían aplicarse su paso sin ruido al Yanna y no
luego a su gratuita barbarie.
F.J. Calvente
No hay comentarios:
Publicar un comentario