“—Han pasado demasiado tiempo y demasiadas cosas, tú y yo ya no somos
los mismos. Cada uno cargamos con nuestro propio pasado, sin nada en común que
nos una, ni tú conoces el mío ni yo he participado del tuyo.
—Entonces, tan sólo nos queda el futuro”
Muy buen libro este “Mi recuerdo
es más fuerte que tu olvido” (Planeta, 2016) de Paloma Sánchez-Garnica, ganadora
de la XXI edición Novela Fernando Lara 2016, premio dotado con 120.000 euros.
Una novela sobre “la liberación que produce el perdón”, “la frustración del
desengaño”, que supondrá, en este rigor estival, un placer ameno y refrescante.
“Una mujer que guarda un secreto.
Un padre que lleva una doble
vida.
Un misterioso asesinato.”
“Una brillante carrera como juez,
el respeto de quienes la rodean, una vida independiente... Carlota lo tenía
todo para ser feliz. Sin embargo, siempre le faltó una Navidad. Cuando a los doce
años su madre le reveló el gran secreto, Carlota supo que ya nada volvería a
ser igual. La palabra «bastarda» se convirtió en un estigma para ella. La
palabra «familia» no volvió a significar lo mismo. La llamada de su padre
moribundo muchas décadas después la obligará a debatirse entre el deseo de
saber y la necesidad de huir.
Con la magnífica cadencia
narrativa que caracteriza a Paloma Sánchez-Garnica, la autora de La sonata del
silencio entreteje una novela emocional, capaz de generar una intriga permanente
en el lector y cuyos personajes perfilan con maestría esta historia de secretos
y mentiras.”
De un tiempo a esta parte, y creo
haberlo mencionado por aquí, el premio Fernando Lara de Novela supera con
creces al prestigioso, pero devaluado literariamente, Planeta. Y esta obra de
Sánchez-Garnica no es, ni mucho menos, una excepción. Reconocida la cadencia
narrativa de la autora, sus diálogos realistas, visuales, su casi disección
psicológica de unos personajes perfectamente caracterizados, y de una intriga
negra que más bien envuelve a la trama que absorberla o mediatizarla; aquí entreteje
una historia intimista de amores y desamores, de infidelidad, de secretos
familiares oscuros, turbios, y, primordialmente, de aquello que lo nutren, lo
mantienen a lo largo del tiempo; asimismo de la ausencia de franqueza, de
voluntad, de la cobardía por exigir explicación, por buscar la felicidad, por
vaciar toda la carga de gravedad e impotencia de unas vidas infortunadas cuando
la solución siempre ha estado al alcance de sus manos. Un sensacional cúmulo de
emociones personales, resignadas y dañinas, que marcan la existencia de sus
protagonistas. Una extraordinaria reflexión acerca del perdón como elemento de
liberación. Y, además, un alegato contra la violencia de género, física y
psicológica, que está por encima de convencionalismos sociales y clases, del
poder adquisitivo y de la crueldad de lo habitual.
“En aquel tiempo, Carlota tenía el pleno convencimiento de que todos
los padres se ausentaban de su casa reclamados por imperiosas obligaciones.
Pensaba que todas las familias eran iguales, que los papás no solían dormir en
casa y que las mamás siempre estaban solas al cuidado de los hijos”
Carlota es la protagonista de
esta historia actual de secretos inconfesables, aunque su motivación haya que
buscarla en circunstancias de los años 50, alguien a quien esos escenarios no
la dejaron ser, mudándola en un ser desdichado, ceñido por la relación tóxica
con su madre y con un padre que no actuaba como tal o existía un secreto infamante
y terrible que le impedía hacerlo, de la frustración, de la infelicidad, de la
hipocresía social, de tragedias silenciadas; elementos que condicionan su papel
social, su vida adulta, frágil y vulnerable, la “bastarda” entre los compañeros
de colegio, supurando un recelo doloroso, de una incomprensión fracasada o de
abandono ante cualquier acercamiento que no sea consigo misma; y aún
consiguiendo ser juez, una mujer seria y responsable, gran lectora, no la
abandona aquel rencor hiriente, ese sinsabor existencial hacia su padre al que
no ve desde hacía casi dos décadas y por esa familia, esa otra familia, que la
despojó incluso de celebrar la navidad y una vida como la de los demás. Hasta
que una llamada de su hermana de padre, Julia, la primera vez que hablan entre
ellas, comunicándole que su padre, Clemente Balmaseda, se está muriendo y
quiere verla, lo cambia todo o supone la coyuntura definitiva para poner luz a
un secreto imponente, terrible, y, sobre todo, calma en sus vidas. “Por qué continuar una situación que no
gusta, que ahoga, que paraliza o que simplemente se desliza sin voluntad, sin
conciencia, dejando pasar los años hasta que un día uno se da cuenta de que se
ha llegado al final y de que la vida que ha vivido no ha merecido la pena, que
ha sido la vida de otro, desperdiciada la propia”. Y no voy a extenderme
más en el argumento, este mundo coral de la familia Balmaseda (Carlos, Enrique,
Maribel, Cayetano…), la infelicidad de Julia, la relación con sus hermanos, los
reproches, enfrentamientos, el ser ésta invisible para todos… un ramillete de
seres desdichados; no, solo quiero animar a que se introduzcan en esta espléndida
historia y la disfruten.
“¿No aguantan ahora y tienen todo a su favor? Cuando a una mujer le
suceden estas cosas es muy complicado reconocer que estás en el infierno, no te
puedes creer que eso te esté sucediendo a ti, y mucho menos decirlo al mundo.
Eso decía ella, pobrecita mía... Sentía tanta vergüenza de lo que le
estaba pasando...”
La narrativa de Paloma Sánchez-Garnica
es poderosa, elegante, también sensible; aquella referida cadencia expresiva a
la hora de contar las cosas, a través de sus vivos diálogos, el ritmo lánguido,
riguroso, y no por ello monótono, consigue atrapar, envolver al lector en una
trama intrigante, fascinante. Solo indicar, a lo mejor motivado por mis propias
cuitas o manías, la reiteración de expresiones como “despedir o echar a uno con
cajas destempladas” en la primera parte de la obra, tal vez de una lentitud
innecesaria, y el “chasquido con la lengua” en la segunda parte, que tenía que
haber cuidado más o evitado.
“—Para mujeres como tú y como yo, Maribel, sin otro oficio que asumir
una vida regalada, esas cosas nunca salen bien. Solemos perder nosotras.
—Siempre será mejor ser consciente de lo que has perdido que de lo que
nunca has tenido…”
Sea como fuere, me ha sorprendido
la habilidad de la escritora a la hora de dotar a sus personajes, en especial
Carlota, de esa profundidad de carácter; tanto que nos parece conocerlos de
toda la vida, de formar parte de la nuestra, con enorme esmero en la
descripción, en el relato de sus emociones, de sus miedos y sufrimientos, de
quienes son y de lo que les gustaría haber sido. Seres infelices, insisto, reducidos
por ese “guardar las apariencias”, los malditos convencionalismos sociales que
anulan la personalidad, la idiosincrasia personal. Sentimientos magistralmente
descritos desde contextos difíciles, complejos, para el escritor: el amor y el
desamor en matrimonios de conveniencia, la infidelidad e infelicidad
resultante, el desprecio, el insulto y otros tratos vejatorios y de maltrato a
la pareja, la relación entre madres e hijas, de la maternidad…; y Paloma
Sánchez-Garnica no solo lo consigue, sino lo eleva a una realidad literaria
inigualable.
“Y fue entonces cuando se enteró de la enorme falacia en la que vivían,
ella y su madre, una existencia paralela como actores secundarios de un
esperpento, de una pantomima sostenida en el tiempo. Aquel día Carlota
comprendió que toda su vida había sido un engaño y que su madre estaba tan
enamorada de su padre que había sido incapaz de pensar con claridad sobre su
futuro y sobre el de su hija, condicionando ambos a un destino incierto y
cercenado”
Antes he comentado que la primera
parte de la novela adquiere un innecesario aire tardo, lento, pero no mucho. De
hecho, creo que, al fin y al cabo, esta minuciosidad pausada no tiene otro
objetivo que plasmar todos los mimbres con los que teje el misterio alrededor
de la familia Balmaseda, para, a continuación, en ritmo creciente y absorbente,
llegar a un final de giros extraordinarios que dejan al lector asombrado,
admirado por la dilucidación de los acontecimientos. Magistral la autora.
“Siempre has estado en mi vida como una sombra, sobre todo cuando
comprendí tu existencia. De niña tenía miedo de que me quitases a mi padre, que
no regresara a casa y se quedase contigo y con tu madre; era una sensación
angustiosa que se mantuvo durante mucho tiempo. Sin embargo, con el paso de los
años, tu sombra me la llegué a imaginar grata, un lugar donde tal vez podría
llegar a protegerme”
En conclusión, una buena novela
para este verano y para el otoño y… Una novela, de Paloma Sánchez-Garnica y a
la que tendré muy en cuenta, entretenida, con sus secretos e intrigas que
mantienen el interés a lo largo de sus casi 500 páginas, a través de una prosa
diáfana, esmerada, directa, de personajes creíbles por su elaboración y con
unos diálogos detallados, algunos memorables. Una novela como es debido.
“Comprendió de pronto que se pasaba la vida juzgando a los demás,
declarando la inocencia o la culpabilidad de otros, esgrimiendo con naturalidad
lo que era justo o injusto, lo legal y lo ilegal, lo legítimo e ilegítimo. Y,
sin embargo, apenas había hecho examen de conciencia, creyéndose siempre
víctima inmolada de todo y de todos. Cerró los ojos y tragó las lágrimas
recordando, cuando ya su padre surcaba el vuelo hacia la muerte, aquella frase,
la extraña frase que desgarró su conciencia: "El perdón es lo único que
puede salvarte”
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