Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 13 de noviembre de 2016

Adiós, Cerro San Nicasio, adiós

Sientes como algo dentro de tí se desgarra cuando observas la muerte de un escenario que siempre te ha acompañado, insinuado y fascinado. Veo desde la plaza del Llanete del Barrio San Francisco de Ronda, con sorpresa e indignación, la salvaje agresión, la definitiva, en lo que fue Cerro San Nicasio o El Manco. La conformidad del permiso municipal  (de suponer) no justifica su brutal incongruencia, (ni por la norma, ni por el pago que asisten a algún capricho personal e insensato), contra este inédito, abrupto y abigarrado puntal de la naturaleza en el núcleo urbano; más cuando unos metros al lado casi te meten en la cárcel por poner junquillos blancos en las ventanas a la calle. "Es tan desgarradora la violencia cuando tiene lugar en una casa... como ver ropa colgando en un árbol después de una explosión. -indicaba Philip Roth- Puedes estar preparado para ver la muerte, pero no la ropa en el árbol" Otra belleza que muere en la decepción de un ya triste recuerdo.







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