Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 21 de noviembre de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Falcó" de Arturo Pérez-Reverte

“Los hombres como aquél llevaban su última noche consigo a todas partes, como una mochila inseparable. Como una sentencia de muerte aplazada”



“La novela es la prostituta de la literatura”. No recuerdo quién dijo esta frase, creo que Norman Mailer, y tampoco sé porqué me ha venido a la cabeza cuando escribo esta reseña de la última novela de Arturo Pérez-Reverte, “Falcó” (Alfaguara, 2016). A lo mejor tenga que ver, opinión muy libre e incluso peregrina, de cómo este autor, aseguran que el escritor en lengua castellana más vendido en el mundo, moldea, reproduce a través de la novela cuanto se le plazca: una idea, un suceso, o un contexto, no importa sobre qué ni en qué tiempo ni con cuales consecuencias o fundamentos; y abierta desde su curiosidad y talento a todo o para todos y dentro de un ambiente preciso, de un argumento explícito, en el género que quiera, los domina todos, o del estilo que fuera y así le satisfaga... La novela se adapta perfectamente a su voluntad creativa, haciéndola asequible aun siendo una mercancía de lujo por su calidad, o un recreo literario impecable y sea cual sea el modelo empleado: histórico, aventurero, bélico, misterioso... o de espías como es este caso; y desde las aventuras del Capitán Alatriste en la España del XVIII, de guerra en “Territorio Comanche”, histórica en “Hombres Buenos”, al enigma de la “Tabla de Flandes” en el siglo XV… hasta el impresionable ensayo sobre los animales en “Perros e hijos de perra”.

“Y él, entre muchas otras cosas, era un conjunto bien coordinado de reflejos automáticos”

“Falcó”, sin embargo, no ha logrado despertarme ese prurito emocional como otros de sus libros anteriores, esa sensación palpitante de una historia que llena, que te hace sentirte satisfecho de su lectura, y dispuesta a repetirla por su fantasía indeleble. No, no ha terminado de llegarme esta novela, y con ello no digo que no sea amena, ágil e irreprochable. Todo lo contrario. Quizás a ello contribuya mi falta de empatía con el protagonista, con Lorenzo Falcó, o porque, según un canon o llamémosle coste literario, esta novela se ajusta a un modelo, al propio género negro, y por ello recibe por parte del autor de un tratamiento y no otro, ajustándose a los límites sin sobrepasarlos, y por ende me esperaba algo más de lo que ya vengo frecuentando. O tal vez, accidente que suele ser recurrente en mí, no era el momento para este libro. Sea como sea, además de la aparición de este nuevo personaje “revertiano”, Falcó, Pérez-Reverte recrea la crispada época histórica no solo de España sino de la Europa de los años 30 y 40, (supongo que no tuvo bastante con “Tango de la guardia vieja”), recuperando o continuando su deseo en lo que ya se prevé de un serial de espías con Falcó de protagonista, colmado de intrigas, de mujeres fatales…; narrado con planos cortos, secos, directos, sin apenas adornos de los que fueran, muy sucinto y descarnado, como esas películas en blanco y negro de Huston o Hitchcock, o esas novelas de Maugham o Dashiell Hammett.

«El mundo de Falcó era otro, y allí los bandos estaban perfectamente definidos: de una parte él, y de la otra todos los demás.»
La Europa turbulenta de los años treinta y cuarenta del siglo xx es el escenario de las andanzas de Lorenzo Falcó, ex contrabandista de armas, espía sin escrúpulos, agente de los servicios de inteligencia. Durante el otoño de 1936, mientras la frontera entre amigos y enemigos se reduce a una línea imprecisa y peligrosa, Falcó recibe el encargo de infiltrarse en una difícil misión que podría cambiar el curso de la historia de España. Un hombre y dos mujeres —los hermanos Montero y Eva Rengel— serán sus compañeros de aventura y tal vez sus víctimas, en un tiempo en el que la vida se escribe a golpe de traiciones y nada es lo que parece.”
"Mujeres, adrenalina, viajes, glamour, peligro, espías, policías, ambiente 'vintage', son los ingredientes de esta nueva novela."

Indudablemente se trata de una novela, o la primera de una saga, en torno a un personaje, Lorenzo Falcó, un individuo guapo, elegante, mujeriego, capaz de adaptarse a cualquier ambiente y circunstancia, frío, rudo, licencioso, encantador y cruel, adicto a la cafiaspirina debido a unas migrañas insoportables (un guiño a Bond), quien siempre lleva consigo una cápsula de cianuro por si hay que quitarse de en medio sin que sobrevivir le ocasione mucho sufrimiento. Así es Falcó, un héroe en el que vemos reflejado a otros ídolos del género negro, individuos a pesar del temple atormentados, hedonistas pero desesperados, destilando ese peculiar humor que en el caso de Falcó inviste a su amoralidad de una sorprendente ética al dividir al mundo o a las personas en valientes y cobardes, y para la que no es necesaria ideologías ni moralidades. En este momento me acuerdo de la escena en la que Falcó juega una partida de billar con otro personaje y mientras fuera de un bar de Cartagena llueven las bombas, los dos solos, tranquilos, absortos, filosóficos, y uno dice: “La guerra es todo un espectáculo” y luego “El valor hermana a la gente por encima de ideologías” Falcó no tiene definida, ni falta que le hace, una opción ideológica o política o adhesión a falangistas o republicanos, rojos o azules, entiende que hoy con un bando pero sin renunciar a estar en el otro si las condiciones lo exigen.

En el campo de operaciones, al menos, las cosas estaban claras: todos eran enemigos declarados y podía actuarse con ellos como tales. Matar o morir se convertían en cosas simples. No te obligaban, encima, a calentarte la cabeza

Y por este y otros guiños, en la pauta del autor de seguir con rigor los patrones del género, nos hace obviar lo previsible, ansiar lo inesperado, aunque sea poco, sostener el énfasis sentimental siempre incierto, el erotismo instintivo entretejido a una violencia que forma parte de la profesión; pasando páginas que en vez de leerlas, visualizamos ese contexto de la España en guerra (Guerra Civil) y de la alusión a una Europa convulsa entre oposiciones tan fuertes: socialistas, anarquistas, fascistas... Curiosos ante esa trama ficticia orquestada por los “servicios de inteligencia” falangistas para la liberación de José Antonio Primo de Rivera de una cárcel en zona republicana y de lo que Falcó tiene que de llevar a cabo. Priman los diálogos sobre la narración o descripción, insisto en que también muy visuales y con muchos recuerdos de clásicos del cine y de la literatura negra.

“-Es cierto –dijo al fin-. A poco que vivas, la vida les quita la letra mayúscula a palabras que antes escribías con ella: Honor, Patria, Bandera…”

Si bien “Falcó” sea una novela que no ha despertado la emoción que esperaba, no me cabe duda de valorarla, una más, de calidad, que se lee con facilidad, entretenida; y aunque no la releeré, sí esperaré a otras entregas.


Solo dispongo de una vida, dijo. Un breve momento entre dos noches. Y el mundo es una aventura formidable que no estoy dispuesto a perderme

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