Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 28 de noviembre de 2016

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Todo esto te daré" de Dolores Redondo.

“Dejar de sufrir es una decisión”



De no ser por el éxito de la Trilogía del Baztán, muy merecido, Dolores Redondo no habría ganado esta 65ª edición del Premio Planeta con “Todo esto te daré” (Planeta, 2016), presentado con el seudónimo Jim Hawkins y con el título “Sol de Tebas”, curiosamente el mismo nombre de la novela que al principio escribe su protagonista. Tal vez de esta manera la editorial se garantiza el éxito comercial y amortización del desembolso de los 601.000 euros del galardón. Por otro lado, y sin desmerecer la habilidad de la escritora en estas intrigas policíacas, este “codiciado” premio literario (por su cuantía económica) sigue en su misma y discreta línea o corto nivel literario; cuestionándome ahora (obviando las remuneraciones al efecto) la competencia de las célebres plumas del jurado (Juan Eslava Galán, Emili Rosales, Fernando Delgado, Alberto Blecua, Carmen Posadas, Rosa Regás y Pere Gimferrer) en su decisión de designar al ganador, y aun cuando su asistencia podría obviarse, es decir, dar el premio a quien el propio consejo editorial designe a dedo y según un provecho mercantil específico e indudable o como así vendría sucediendo sin fingimientos absurdos, sin necesidad de este escaparate grandilocuente, sin esa solvente apariencia enmascarada tras un jurado que, sin atender al valor de su prestigio, refleja y contradice en su aptitud el fallo y dada la calidad literaria presuntamente estimada. Con todo, insisto en no rebajar el mérito de Dolores Redondo en esta novela amena, correcta, con todos los ingredientes propios que le granjearon el éxito con sus novelas precedentes: misterio, tensión, suspense, crímenes, investigación; aunque, a mi gusto, eche en falta sus característicos matices sobrenaturales. Una novela sobre la inmunidad de la nobleza, todavía muy actual, sobre la codicia y sus infames manejos; también sobre el amor, la amistad, y de cómo los secretos los afectan o remueven.

“…escribir surge de la necesidad humana, de la penuria del alma, de un hambre y un frío por dentro que sólo se calma, temporalmente, escribiendo”

Sinopsis, como no, de la editorial:

“En el escenario majestuoso de la Ribeira Sacra, Álvaro sufre un accidente que acabará con su vida. Cuando Manuel, su marido, llega a Galicia para reconocer el cadáver, descubre que la investigación sobre el caso se ha cerrado con demasiada rapidez. El rechazo de su poderosa familia política, los Muñiz de Dávila, le impulsa a huir pero le retiene el alegato contra la impunidad que Nogueira, un guardia civil jubilado, esgrime contra la familia de Álvaro, nobles mecidos en sus privilegios, y la sospecha de que ésa no es la primera muerte de su entorno que se ha enmascarado como accidental. Lucas, un sacerdote amigo de la infancia de Álvaro, se une a Manuel y a Nogueira en la reconstrucción de la vida secreta de quien creían conocer bien.
La inesperada amistad de estos tres hombres sin ninguna afinidad aparente ayuda a Manuel a navegar entre el amor por quien fue su marido y el tormento de haber vivido de espaldas a la realidad, blindado tras la quimera de su mundo de escritor. Empezará así la búsqueda de la verdad, en un lugar de fuertes creencias y arraigadas costumbres en el que la lógica nunca termina de atar todos los cabos”

“Todo esto te daré” es una novela negra que recuerda el ambiente sombrío y linajudo de Kate Morton y la arquitectura narrativa de Agatha Christie; con una parte de investigación policíaca más viva y atractiva a otra donde se despliega la intimidad, concerniente o no con el misterio, de los protagonistas, y además extensible a una galería descriptiva de lugares como si el libro fuese una guía turística para retóricos. Una historia escrita con amabilidad, quizás excesiva, acentuando el propósito por hacer a los malos muy malos y a los buenos muy buenos. Si bien, respetando una omnisciente determinación femenina que impregna todo el relato escrito en tercera persona, resulta poco creíble la caracterización de personajes que gravitan en los extremos del espectro humano: ni tan nefandos como “el cuervo”, ni tan melosos como Samuel, el sobrino pequeño del difunto esposo de Manuel Ortigosa, o incluso atañería esta consideración a cierta fatuidad de la escritora en el reconocimiento y admiración argumental sobre aquel, en su personaje cardinal, por parte de una población rural, raro, muy lectora y en especial de sus libros. Ante esto, y junto a los numerosos clichés que bullen por su trama, la autora no se arredra, no los desprecia, por supuesto que meritoria su soltura, sino los adapta y encaja con habilidad y sin que resulten cargantes, permitiendo una lectura fluida, concentrada; pero desafortunadamente elude el empleo de otros acicates o exhibiciones que enganchen e interesen más al lector y como puede ser la propia dilucidación del asesino según el canon clásico, por ejemplo.

“Miró a la noche cegado por el panorama de desolación interior que se revelaba ante él: finalmente entendía que el lugar donde se había escondido hasta ese momento ya no le daría cobijo; con sus propias manos había destruido el reducto que le había servido como refugio. Fue él quien renunció a la falsedad del consuelo que se había fabricado hacía sólo unas horas, cuando juraba no volver a mentirse y, sin embargo, como un adolescente que se niega a ver los fallos de su amada, salía huyendo ante la crudeza de la verdad. ¿Acaso la verdad sólo lo es cuando nos muestra aquello que esperábamos ver?, ¿cuando su revelación nos trae alivio frente el avance de la corrosiva incertidumbre? ¿Y si, en lugar de bálsamo en la herida, la verdad es un nuevo ácido más virulento todavía?”

Novela de 640 páginas a las que casi sobra la mitad. Ya desde el comienzo se hace notorio, y fastidioso, los retruécanos de la escritora, las vueltas y vueltas, las frases sobre frases, los finales que se unen a los principios en torno a cuestiones simples y muy concretas que no reclaman tanta palabrería. Estos “rellenos” que hinchan sin necesidad el relato se hacen más demorados en las disquisiciones o reflexiones de corte intimista, de un sentimentalismo recargado, sobre todo en el protagonista principal, como si la autora se empeñara en una obligación por hacer de los tópicos cuestiones sublimes o trascendentales, restando agilidad y alcance a la historia.
Esta distensión narrativa contribuye a que no exista una conciliación adecuada entre la trama principal con sus subtramas, reitero en que algunas de éstas prescindibles y otras que incluso desaparecen o se olvidan en un lapso del argumento, ayudado por esas 600 páginas en las que se diluye cualquier cosa por superflua que al final sea (todavía no sé a qué vienen las vicisitudes del pasado del protagonista junto a su hermana, el papel de Daniel el enólogo, de Mei la secretaría del difunto Álvaro, de la propia familia del teniente jubilado de la Guardia Civil, Nogueira,… o la duplicación literal de fragmentos, algunos casi capítulos enteros, del libro que, a la sazón, comienza a escribir el protagonista, o los ya comentados itinerarios o descripciones turísticas de la Ribeira Sacra, de la vendimia, u otras opiniones personales intercaladas por la autora).

“La certeza es alivio momentáneo, porque la verdad es siempre excesiva”

No se entiende, inaudito dado el prestigio del premio y de la editorial, la falta de revisión de esta novela ganadora: reiteraciones, fallas en el estilo, en usos verbales, faltas de ortografía incluidas…

“No llores, cuando eras niño, entonces no me dejabas dormir, ahora no me dejarás descansar”

Una novela interesante, animada, reitero, por la trama policial, el misterio y la investigación de los crímenes, más en su parte final, lo cual nos devuelve la admiración por la Dolores Redondo de la Trilogía del Baztán, por captar la tensión del lector en el manejo de su intriga.

“… los hijos son una decepción; la mayoría de la gente jamás lo admitiría, claro está, imagino que porque siente que en el fracaso de sus hijos reside el suyo propio”

En definitiva, otro Premio Planeta en su misma y parca línea literaria. Una novela de investigación policial sobre la inmunidad de una familia noble con muchos secretos, aunque al final no sean tan trascendentes, de sentimentalismo a borbotones, colmada de tópicos, de amplias reseñas turísticas de un bello escenario gallego, con dispendio innecesario de páginas… y sin embargo una narración entretenida que cumplirá con las expectativas de los seguidores de Dolores Redondo o a quienes nos encandiló con su Trilogía del Baztán.

“… la escritura nace de la pura miseria, del dolor inconfesable, de los secretos que morirán con nosotros, porque la magia consistía en insinuarlos sin mostrarlos jamás, sin dejar que la desnudez del alma se convirtiese en pornografía de las emociones”


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