Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 6 de febrero de 2017

IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 17"

“… al atraparlo, me quedaría solo un poco de niebla entre las manos” … Cerré los ojos, con olvido del momento, con esa intensidad del consuelo, con ese fervor de la esperanza, como solo haría quien desea atesorar un milagro para sí, con el egoísmo de contravenir la fugacidad de las cosas y eternizar una de las más altas afirmaciones de la belleza. Inés. Inés sentada en la nieve. En ella, la niebla no se deshilacharía entre sus dedos, no se desleiría entre las manos. Y al igual que modelaba una bola de nieve en un universo de curvas entusiastas, contentas efusiones según el modelo esbozado en el refinado arqueo de sus labios pintados de pasión, tenía la confianza para mí de poner en fuga a mis preocupaciones y desánimos. La nieve en la que solo ella veía el secreto de los sueños imposibles, el indecible nombre, el símbolo de las búsquedas circulares, todo lo que una vez fue volvería de esta manera a serlo, sin derretirse en vacuidades y hábitos, el silencio de la geometría de los cristales de la escarcha. Y un poema de José Emilio Pacheco:

La nieve hace tangible el silencio y es el desplome de la
luz y se apaga
La nieve no quiere decir nada: Es sólo una pregunta que
deja caer millones de signos de interrogación sobre el
mundo

Cerré los ojos, con fe, para no abandonarme en el miedo de la búsqueda incierta del niño que fui o del encuentro quizás con mi propio demonio, éste de espaldas y mirando el horizonte helado. Cerré los ojos con esta escena de Inés, ya pasada, antes de darme valor para continuar por las siguientes etapas de este relato de invierno. Abrí los ojos al amor blanco. INVIERNO 17. Inés. Alameda del Barrio San Francisco. Ronda.



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