“El
mundo llama inmorales a los libros que le explican su propia vergüenza.”
La relectura de este
clásico de la Literatura universal de Oscar Wilde, “El retrato de Dorian Gray”,
obedece, de acuerdo a que un poco postergada en el tiempo, al momento en que mi
hija Inés, durante una feria del libro o en ese engendro que aquí en Ronda
desplegamos con derroche de presunción y descaro, quiso y conoció y adoptó la
obra, (en su versión bilingüe, español-inglés, de Ediciones Plutón, 2015, la
traducción al español de Benjamin Briggent deja bastante que desear). Asimismo
responde a otros momentos interconectados al anterior, costumbristas y
misteriosos, tras lo que escribí un relato titulado “¿Quién disparó con el
retrato de Dorian Gray?” (http://fjcalv.blogspot.com.es/2016/06/quien-disparo-con-el-retrato-de-dorian_29.html)
Y es así, e insisto en ello, a cómo los libros deciden por mí el momento
preciso en que debo leerlos o releerlos, tal si estos a su vez “leyeran” mi
estado de ánimo, el pormenor de mi circunstancia vital, para insinuarse y
dejarse leer entonces. Sea como fuere, por una u otra causa, me ha permitido,
en unas tardes de lectura junto a la lumbre, paladear la extraordinaria
narrativa de este clásico, absorber su estilo ingenioso, envolvente y
preciosista. Un lujo.
“La
diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que esa obra es nueva,
compleja y que está viva. Cuando los críticos disienten, el artista está de
acuerdo consigo mismo. A un hombre le podemos perdonar que haga algo útil
siempre que no lo admire. La única excusa para hacer una cosa inútil es
admirarla infinitamente. Todo arte es completamente inútil”
Probablemente “El retrato
de Dorian Gray” sea la última obra notable del género gótico de terror, de
argumento faustiano, entre la realidad y la fantasía, de aspectos moralistas y
aún aplicables en nuestra sociedad actual e igual de decante por la crisis
económica que la victoriana del autor y de su historia. “En estos tiempos los jóvenes piensan que el
dinero lo es todo, algo que comprueban cuando se hacen mayores” o “En los días que corren la gente sabe el precio
de todo y el valor de nada” o “vivimos en una época en la que ciertas cosas innecesarias son nuestras
únicas necesidades”. Perlas de sabiduría.
“La
gente ordinaria esperaba a que la vida les desvelase sus secretos, pero para
unos pocos, para los elegidos, la vida revelaba sus misterios antes de apartar
el velo. Esto era a veces consecuencia del arte, y sobre todo del arte de la
literatura, que se ocupa de manera inmediata de las pasiones y de la
inteligencia”
Aunque, de suponer, el
argumento principal de la novela descanse en la temática de la eterna juventud,
es el narcisismo, la terrible obsesión de Dorian Gray por admirarse a sí mismo,
el tema cardinal de la narración, tanto hasta el deseo del personaje por
concretar la manera de conservarse siempre joven y a como aparecía en el cuadro
pintado por su amigo Basil. Una aspiración, alentada por Lord Henry, que por un
misterioso ardid del destino, o por influencia de una oscura energía o entidad,
se cumple en él, en Dorian Gray, personaje o arquetipo que encarna el mal y su
castigo, el equilibrio del universo; y precisa hábilmente el recurso fundamental
de Oscar Wilde para hacer de la belleza una cualidad indisoluble de la
inteligencia, su más alto perfeccionamiento.
“¡Curar
el alma por medio de los sentidos y los sentidos por medio del alma!”
En “El retrato de Dorian
Gray” ha influido la trama de Fausto, la leyenda alemana, recreada por Marlowe,
Goethe o Mann, cuyo protagonista, un erudito reconocido pero insatisfecho de su
existencia, realiza un pacto con el diablo por el que entrega su alma a cambio
de un conocimiento ilimitado y satisfacción de todos los placeres. De acuerdo a
que hay una diferencia sustancial entre esta novela de Wilde con Fausto, ya que
no hay pacto de Dorian ni de nadie con Mefistófeles ni ninguno de la infernal
panda. Si bien, sea de una manera implícita, el perfil cínico, dominador, engreído
y seductor de Lord Henry, con su particular y peligrosa filosofía de la vida,
toma el lugar del diablo para perturbar la vida de Dorian Gray; alguien, de sorprendente
belleza, romántico, inseguro e inocente, y quien comienza a dudar si verdaderamente
quiere ser quien es o quiere ser así siempre, eternamente joven, dejándose
conducir por la tentación del abrumador Lord Henry. No importa que éste le diga
a Gray que “la única forma de escapar de
una tentación es dejarse arrastrar por ella” Por tanto, factible sostener o
apreciar un pacto “diabólico”, o protervo, auspiciado por Lord Henry en su rol
del demonio que fuese y desequilibrando la naturaleza cándida y virtuosa del
Dorian Gray representado al comienzo del libro.
(Paréntesis:)
¿Para qué venderías tu
alma al diablo? Ahí lo dejo. “Todos
llevamos dentro el cielo y el infierno”
Luego, si les apetece, regresen a la reseña.
(Prosigo:)
“Las
personas me gustan más que los principios, y las personas sin principios me
gustan más que nada en el mundo”
En “El retrato de Dorian
Gray” o “El cuadro de Dorian Gray” (“The Picture of Dorian Gray”), Oscar Wilde retrata
con genialidad y finura la época victoriana, la de finales del siglo XIX, exhibiendo
un alarde crítico notabilísimo en una sociedad en evidente decadencia;
demandando la atención en temas como la vanidad u otros vicios que denigran al
ser humano, y de su permisibilidad, o indolencia, en las clases altas,
centrando además el interés en otros cuadros como la locura, la soledad… ;
incluso entrevera de manera disimulada, también floja y afectada, una
reivindicación del derecho de los homosexuales a convivir en armonía y sin
persecución. Quizás por esto último, en una época donde la homosexualidad
estaba castigada, la relación de matices homoeróticos entre los personajes de
su novela, Dorian y Basil, fue denunciada al extrapolarse en la presumible
condición sexual del escritor, quien en juicio se defendió argumentado que no
se podía juzgar a “un hombre por lo que escribe”.
“Los
sufrimientos y los amores superficiales viven largamente. A los grandes amores
y sufrimientos los destruye su propia plenitud”
Poco más voy a escribir
de una novela de la que, con seguridad, muchos ya sabéis y apreciéis, así que,
antes de mi conclusión final, dejo su sinopsis para refrescar memorias o
incentivar a su lectura o a una nueva:
“Basil Hallward es un
artista que queda enormemente impresionado por la belleza estética de un joven
llamado Dorian Gray y comienza a admirarlo. Basil pinta un retrato del joven.
Charlando en el jardín de Basil, Dorian conoce a un amigo de Basil y empieza a
cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de
hedonismo, Lord Henry indica que «lo único que vale la pena en la vida es la
belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que un día su
belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó
en el cuadro Basil. Mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del
cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a
una serie de actos de lujuria; pero el retrato sirve como un recordatorio de
los efectos de su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y
envejeciendo”
“Las
cosas de las que uno está completamente seguro nunca son verdad. Ésa es la
fatalidad de la fe y la lección del romanticismo”
“El retrato de Dorian
Gray”, un clásico de la Literatura universal ante el que no se puede pasar impasible,
disimulando su arte, al que es muy complicado no admirar por su estilo, por su
historia, por los asombros con los que engancha al lector; por su hondo contenido,
debate acerca de la ética y la estética, el vicio y la moralidad, el bien y el
mal…; todo en un retrato magistral de la época, con protagonistas perfectamente
caracterizados, tanto o más por la disección profunda de sus psiques, de sus
pasiones, de sus miedos y arrepentimientos. Una obra indispensable.
“Elijo
a mis amigos por su apostura, a mis conocidos por su buena reputación y a mis
enemigos por su inteligencia. No es posible excederse en el cuidado al elegir a
los enemigos. No tengo ni uno solo que sea estúpido. Todos son personas de
cierta talla intelectual y, en consecuencia, me aprecian. ¿Te parece demasiada
vanidad por mi parte? Creo que lo es”
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