“«¿Y
si se pudiera volver atrás?», garabateó Andrew en la primera página de su
libreta... ¿Quién no ha soñado con eso? Corregir los errores, lograr lo que
antes no se ha conseguido. La vida le estaba dando una segunda oportunidad...”
Seguía con el gusto por una
historia ligera y entretenida, no densa o atenta, y ahí apareció Marc Levy, del
que se asegura es el escritor francés que más vende, y esta su “Si pudiera
volver atrás” (Planeta, 2014). De Levy había leído con anterioridad algunas
novelas que no me defraudaron, por la elaboración de sus ficciones y en las que
la fantasía y la realidad se entretejían de manera hábil, interesante y efusiva.
“Una primera vez jamás se olvida.” Estos
antecedentes me animaron a nueva lectura del galo, y atraído por un argumento en
el que mi curiosidad no dejaba opción a la duda: “¿Quién no ha querido cambiar
el curso de las cosas alguna vez? Si pudieras retroceder en el tiempo: ¿Serías
capaz de dejarlo todo para emprender una aventura en busca de tu destino?
¿Callarías ese secreto que revelaste sin querer? ¿Acudirías a aquella cita a
ciegas con un desconocido que podría haber sido tu alma gemela? ¿Confiarías en
las mismas personas? Nuestra vida se construye a partir de las decisiones que
tomamos, ¿qué harías si tuvieras otra oportunidad?”.
“-Tienes
que perdonarte, Andrew, si no lo haces tú, nadie lo hará por ti. Hay tanta
gente que sueña con volver a empezar, con regresar al instante en que la
fastidiaron... Según dices, eso es lo que te ha ocurrido a ti, de modo que
aprovéchalo en lugar de quejarte.”
Reconozco que por largo
tiempo divagué en la posibilidad de retroceder en el tiempo y cambiar algunos
sucesos de mi vida. “Te inventarías lo
que fuera con tal de poder dar marcha atrás.” Estupendo ejercicio. Un
ejercicio romántico que, por otro lado, no encontré su impulso en la novela. “El amor de tu vida es el que has vivido, no
el que has soñado.” Y es que, terminada su lectura, reconozco que, con
independencia de los momentos de entretenimiento, buenos, esta no ha estado al nivel
de otras novelas del autor, le ha faltado esa chispa distintiva, esa nota de
originalidad, recuerdo que una ternura indeleble que todavía permite traerlas a
la memoria; supongo que por su desarrollo argumental en ocasiones un tanto
forzado, un tanto extraviado, pero que durante el tiempo que ha durado la
lectura del libro me ha sido ameno, aunque ya la esté olvidando.
“-
Entonces ¿qué le hace creer que podrá impedir su asesinato? / - La esperanza o la desesperanza, según mi
estado de ánimo.”
«Su sastre le dijo un día
que la vida no era como uno de esos aparatos en los que bastaba con pulsar un
botón para rebobinar hasta el fragmento elegido, que no se podía volver atrás.
Aparentemente, el señor Zanetti se equivocaba. Alguien, en algún lugar, debía de
haber pulsado un extraño botón, pues la vida de Andrew Stilman acababa de
rebobinarse hasta sesenta y dos días atrás.»
“Los
recuerdos son a veces como esas fotografías que amarillean con el paso del
tiempo y cuyos detalles vuelven a destacar según la luz con que se las mire.”
“Si pudiera volver atrás”
es una novela que no tiene un género definido: no es un libro romántico, si
bien relata una historia de amor entre sus personajes, Andrew y Valerie,
casados y… “eres la mujer con la que
nunca he dejado de soñar,… -Encuéntrame, sin ti me perderé para siempre”;
tampoco es un relato de intriga o misterio, pero se centra en una investigación
de tinte policíaco en torno a un asesinato, el de Andrew Stilman, que origina
todo; no es un libro ni realista ni fantástico, sin embargo, concreta la
posibilidad de retroceder 60 días en la vida de su protagonista, para
investigar quién y porqué va a asesinarlo y evitar su crimen, o de la revisión
real del tráfico y adopción de bebes chinos por norteamericanos, o de los 30000
“desaparecidos” durante la dictadura de Videla en Argentina, dado que Andrew es
un periodista de investigación del New York Times, temas que suponen lo
contrario a este encuadre objetivo, y siquiera aportando más misterio para una indagación
sobre una muerte que, evidentemente, se sale de lo usual y aunque se adivine
por dónde se dilucidará su trama; sea como sea esta parte llamémosle “real”, histórica,
de las investigaciones en torno a la mafia china, del rapto y adopción de
niños, o la referente a los escuadrones de la muerte en Argentina, las madres
de la Plaza de Mayo, me ha parecido lo más interesante del relato y por las
preguntas, en torno a la moralidad y las circunstancias, que depara y las que
el lector debería de hacerse, si bien Levy no lo aliente. En definitiva, una
novela que no se adapta a ningún modelo literario y a lo mejor porque se acopla
a cualquiera de estos.
“Sobrevivimos
cada uno a nuestra manera: él se refugió en el olvido; yo, en la lucha.”
Por tanto, el
entretenimiento del libro reside en la capacidad del autor de, en apenas 300
páginas, concentrar estas dos pesquisas periodísticas en torno a unos temas
notorios y atrayentes, junto a un crimen, una historia romántica, y una regresión
temporal. Indudablemente, Marc Levy consigue perfilar bien este entramado, gracias
a su estilo directo, diáfano, sencillo, sin alardes descriptivos ni detallistas
que eleva el ritmo de la narración, en ocasiones vertiginoso, sustentado por
ágiles y numerosos diálogos, elementales, para acentuar un relato fresco,
entretenido, y el cual termina por atrapar por la amalgama de todos esos toques
románticos, mágicos, policíacos.
Del mismo modo, esta mezcolanza de historias, a
parte de un final abierto y de ciertos flecos irresueltos o confusos, no
justifica el título, “En la vida, todo
tiene un porqué”, no plantea algo novedoso o incluso atractivo al hecho de
poder cambiar la vida tras un regreso al pasado (Lean, por demás, “22/11/63” de
Stephen King, o el “Juego de Ripper” de Isabel Allende); ni tampoco evidencia
la historia de amor, y ni mucho menos profundiza en la crítica hacia esos
importantes temas de las investigaciones periodísticas y los que, estos sí,
bien merecen un retroceso en el tiempo para evitarlos, y puesto que todavía la
humanidad no ha aprendido de sus errores para no volver a cometer tanta
tragedia y desamparo.
“A
todos nos toca, la vida es una enfermedad mortal en el cien por cien de los
casos. (…) hoy me doy cuenta de lo que no debería haber hecho ayer.”
“Si pudiera volver atrás”
es una novela solo entretenida, con una mezcla de elementos,
románticos-policíacos-periodísticos, muy interesantes pero que no terminan de
convencer, por asentarse, de seguro por su superficialidad, por su imposición a
un espacio breve que impide la hondura requerida. De hecho, solo entretiene, no
arriesga en la especulación, en la reflexión en torno a los errores y las
oportunidades perdidas.
“El
infierno se encuentra mucho más cerca de nosotros, nos abre sus puertas aquí en
la tierra cuando perdemos nuestra razón de ser hombres.”
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