Sigo sin tener alas para sobrevolar los abismos. Y caigo, caigo, caigo... como caen los hábitos tecnológicos con los que hilvanar mis sueños, como se rompen las suturas para los rotos de la vida, como las excusas, tantas, que se imponen a los acuerdos, las fugas a los miedos. Corre, además, un molesto levante, el trastornado gentío de cabeza en las calles. Caigo y no remonto; ni por un consuelo retórico, ni por alguna conjura mediocre, una postración decorosa, convenida. Cierra los ojos, respira, todo pasará. Un lápiz y un papel, tal vez. Aguardo al pie del precipicio. No hay pretil, antepecho, no hay muro, barrera... No hay vuelta atrás, y delante solo la nada, el término. Lógico. Un medio y una historia con las que volar. ¡Ya!. Otro intento. No será el último. Espero.
© F.J. Calvente
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