Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 24 de junio de 2017

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Camille" de Pierre Lemaitre.

“Un acontecimiento se considera decisivo cuando desbarata nuestras vidas por completo. Camille Verhoeven había leído esta afirmación unos meses antes, en un artículo sobre La aceleración de la historia. Ese acontecimiento decisivo, sobrecogedor, inesperado, capaz de provocar un cortocircuito en el sistema nervioso, lo podrán distinguir inmediatamente del resto de accidentes vitales porque transmite una energía y una intensidad particulares. En cuanto ocurra, serán conscientes de que sus consecuencias van a ser de proporciones gigantescas, de que lo que ha pasado es irreversible.
Por ejemplo, tres disparos de una escopeta de repetición sobre la mujer que uno ama.”



De esta manera comienza “Camille” (Alfaguara, 2016) de Pierre Lemaitre. El esperado final para la tetralogía protagonizada por el comandante de la policía parisina Camille Verhoeven. Tras “Irene”, “Alex” y “Rosy & John” (la tercera entrega que llegó para quedarse y cuando no era esa la intención del genio de la novela negra francesa que inicialmente avisó de una trilogía, nada más) “Camille” supone un magnífico final para una saga que se echará de menos, en el título que cierra el círculo, un último fleco resuelto para una intriga excepcional, sobrecogedora, brutal y escalofriante en ocasiones.

   “Anne Forestier queda atrapada en medio de un atraco a una joyería en los Campos Elíseos. Tras recibir una paliza que la deja al borde de la muerte, tiene la suerte de sobrevivir... y la condena de haber visto la cara del asaltante. Su vida corre un grave peligro, pero Anne cuenta con la ayuda del hombre al que ama: el comandante Camille Verhoeven. Este estará dispuesto a actuar al margen de la ley con tal de protegerla. Pero ¿quién es ese enemigo, y por qué ese empeño tan feroz en acabar con Anne?”

Se va a echar de menos al carismático comandante Verhoeven, sin duda, tanto por su carácter como por su metro y cuarenta y cinco de estatura, por su enorme capacidad de superación y por su inteligencia llamémosle “artística”. Por otro lado, con seguridad, esperaremos nuevas sorpresas del buen hacer de este escritor soberbio de novela negra. Aunque este “Camille” no supere a las excepcionales “Irene” y en especial “Alex” (la mejor de la tetralogía) significa, como he escrito ya, un buen final para la serie, y en el que podemos reconocer las características de la impactante narrativa de Lemaitre, capaz de dejar al lector sin aliento y con el estómago encogido por la visceralidad de ciertas escenas y el devenir oscuro de la investigación criminal. Destacaría, con ese sumo cuidado por desvelar solo lo necesario, la escena tan cruda, visual, terrorífica, brutal de la agresión de Anne, pareja de Camille, durante el atraco a la joyería, y las intensas emociones de este cuando observa el suceso tras las cámaras de vigilancia. Tremendo.

“No sabemos qué mínima parte del cielo paga todo este infierno” (De la cita de entrada perteneciente a “Los Reconocimientos” de William Gaddis)

La historia se circunscribe a tres vertiginosos días narrados en tercera persona por un narrador omnisciente que nos muestra la perspectiva de Camille y Anne, y a través de uno de los criminales que lo hace en primera persona. De estos, del definido elenco de personajes arrastrados en cada uno de los volúmenes, y de los que no, sobresale por méritos propios el comandante Camille Verhoeven, de quien en este ejemplar conocemos algo más de su mundo interior y privado, algo más de sus emociones, en ocasiones desesperadas, vehementes, frías, acerca de su decisión y de sus sacrificios… Sacrificios. Una tensión insoportable, pero no por ello resignada, en el que la disposición, su amor, la protección, impulsa a Camille incluso a saltarse los protocolos policiales, a poner en juego o riesgo su carrera, a emplear métodos impensables para capturar al criminal… Y ahí lo dejo, más porque esta serie hay que leerla desde su comienzo, desde “Irene”, en un orden lógico y necesario para abarcar todos los detalles de su trama.

“- Puestos a llegar hasta el fondo, descubrí que no estaba mal tener a alguien por quien sacrificar algo importante -sonríe-. En estos tiempos de egoísmo es casi un lujo, ¿no te parece?”

Pierre Lemaitre, resulta a estas alturas innecesario reseñarlo, es un maestro de la intriga, de hilvanar giros narrativos espectaculares a los que seduce, arrastra al lector para engañarlo con solvencia, con habilidad, y para arrancarle la sorpresa, la conmoción, la fascinación.
En este final, los flecos de anteriores entregas quedan solventados con maestría, no hay lugar para las dudas, ni para las decepciones, con un estilo sencillo, directo, rotundo; con una atmósfera tensa, angustiosa, rebajada aquí y allá por cierto alarde cínico en los diálogos de unos personajes perfectamente trazados.

“- Qué quieres, mido lo que un caniche pero tengo aspiraciones cósmicas
    
Un logrado manejo del suspense en una historia perfectamente construida, para este broche de la tetralogía protagonizada por el comandante de la brigada criminal parisina Camille Verhoeven. Un libro por el que su autor recibió, entre otros en su prestigiosa carrera, el premio Dagger Award de novela negra. El thriller psicológico perfecto. Muy recomendable.


“Lo que nos ocurre es lo que construimos nosotros mismos”

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