Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 17 de diciembre de 2017

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "A cielo abierto" de Antonio Iturbe.

“He logrado el sueño de cualquier niño: hacer que los juguetes sean verdaderos y que la verdad sea juego”



Con seguridad, “A cielo abierto”, (Seix Barral, 2017), del escritor y periodista cultural Antonio Iturbe, no aparezca en las listas de los mejores libros del año, y a pesar del galardón del Premio Biblioteca Breve 2017. No voy a entrar en esto y como pueda suponerse de los intereses que todo lo dominan, lo dirigen y adocenan, y los que, por supuesto, no son excepcionales al mundo editorial. Sin embargo, para mí este libro ha sido una de mis lecturas preferidas del 2017 e incluso de años anteriores. Y todo porque me ha hecho sentir, imaginar, entusiasmarme, disfrutar de las novelas de aventuras con trasfondo histórico, de un género literario con sus énfasis sorprendentes en los viajes, las intrigas, los desafíos y escenarios sugerentes; de recordar, con sus lógicas distancias, a Dumas padre, Verne, Haggard, Rohmer, Tolkien, incluso Boussenard o Mayne Reid o Chandler, y por supuesto Salgari o Stevenson; el goce del trayecto narrativo a través de unos bellos escenarios desdoblados en universos exteriores e interiores, más allá de personajes como el autor de “El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry, o de los comienzos de la aviación comercial o postal y luego en la Gran Guerra, de la épica, sino por el gusto de una literatura amena y bien hecha.

“Sabe que el autor tiende a mostrarse condescendiente con sus palabras; ningún padre consiente tanto a sus hijos como un escritor malcría a sus frases. Todas le hacen gracia aunque sean estúpidas, todas las ve hermosas aunque sean grotescas. Pero al final hay que ponerse serio. Algunas frases sirven y otras no. El escritor es un agricultor que siembra sobre una tierra en blanco”.

Sinopsis editorial de “A cielo abierto”:

“Francia, años veinte. Sólo los mejores pilotos son aceptados en Latécoère. Entre los elegidos están Jean Mermoz, Henri Guillaumet y Antoine de Saint-Exupéry, tres heroicos aviadores que abrirán las primeras líneas de reparto de correo en rutas inexploradas. Ninguna distancia es demasiado extensa para ellos, ninguna montaña demasiado alta: las cartas deben llegar a su destino. Cuando aterrizan, afrontan las turbulencias de la vida en tierra en un siglo partido por las guerras.
A cielo abierto cuenta las increíbles proezas de tres grandes amigos que marcaron la historia de la aviación, y es, además, un homenaje al autor de El Principito, un escritor inolvidable que supo ver la realidad con ojos de niño.
Antonio Iturbe ha escrito una novela apasionante gracias al cuidado equilibrio entre la acción trepidante y la sutil emotividad proyectada por la mirada de Saint-Exupéry sobre el mundo, a la perfecta caracterización de los personajes y a la ambientación tanto de los salones parisinos y los círculos literarios neoyorquinos como del universo que rodeó a aquellos legendarios aviadores. Una celebración de la esencia de la literatura en un relato de amistad, de sueños imposibles, de amor y pasión, del placer de volar y descubrir, desde el cielo, un planeta hermoso cargado de misterios.”

“-Están ustedes completamente equivocados. Todas las cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha, es preciso comenzar de nuevo”

Porque “A cielo abierto” triunfa como ejercicio biográfico, como novela, como mensaje trascendente o psicológico, como historia de amor… Triunfa en la dificultad de hacer posible varias novelas, o varias tramas, y fundirlas en una sola. Formidable Antonio Iturbe, por su riesgo, por su prosa poderosa y fluida, por garantizar el interés, el entretenimiento a lo largo de toda la extensión del libro, y, al final, se quede tan corto, se requiera más. No en vano, una historia tan extensa, 624 páginas la recoge, no se hace en ningún momento lenta o tediosa. Todo por el talento de su autor en marcar los tiempos narrativos de manera precisa, por una escritura pulida, plagada de bellas frases ocurrentes en diálogos naturales, de metáforas notables, ajustadas, de poéticas descripciones que realzan el contexto histórico recreado tras un meritorio proceso de documentación, y aun así sencilla. Esta novela, diga lo que se diga, funciona. Funciona en sus diversos ámbitos, funciona y maravilla, y la que trasciende ese formalismo de la consideración del jurado del Premio Biblioteca Breve: “la cuidada recreación de la figura de Antoine de Saint-Exupéry y el tratamiento de la épica de los primeros años de la aviación civil francesa en una novela de arriesgadas aventuras con un fiel trasfondo histórico”.

“La verdad está sobrevalorada. Es triste. Tal vez deberíamos inventar algo que sea mejor que la verdad”

Porque “A cielo abierto” logra, incluso para mí y supongo que para quienes no les ha importado la historia de la aviación, ni comercial o bélica o recreativa, sumergir al lector en sus pormenores, y a que aprecie las vidas de dos personajes que superan la historia para aproximarse a la mítica: Tonio o Saint-Exupéry, el escritor de “Correo del Sur”, “Vuelo nocturno”, además de “El Principito”, libros de los que conocemos el contexto en el que se elaboraron, en el que se escribieron; y el piloto Jean Mermoz, amigos y figuras legendarias de la aviación o pioneros de la aviación comercial. “Ya nadie se ríe de la pretensión de la Aeropostale de establecer líneas aéreas civiles que vuelen de noche. Algunas compañías de otros países incluso empiezan a considerarlo. Hay quienes lo ven como un camino de sufrimiento que traerá más accidentes y más tragedias. Otros lo ven como un paso firme hacia el futuro de la aviación comercial que está naciendo. Ninguno se equivoca”. Y no nos cuesta nada, al contrario, seguirlos por todo el mundo, por Francia, Siria, Nueva York, Casablanca, Brasil… amar sus romances exóticos, condescenderlos en sus contrariedades y alegrarnos de sus heroísmos y sueños.

“Los escritores tramposos crean personajes perfectos: exageradamente felices y heroicos, o exageradamente desdichados y vapuleados. Escriben historias para un teatro de marionetas. Creen que los personajes les pertenecen, pero los personajes sólo pertenecen a la propia historia”.

Porque “A cielo abierto” también la hace grande sus escenarios, exteriores e interiores, y los personajes de los que con anterioridad se ha hablado: Mermoz, tan seductor, comprometido, idealista,  arrebatado, voraz; o Tonio-Saint-Exupéry-Iturbe, tan soñador, enamorado, escritor; y a entre los que incluiríamos a Henri Guillaumet, el otro piloto leal, sincero, responsable. Los pioneros de la aviación comercial. Memorable por otro lado la alusión y peripecias de los dos amores de Saint-Exupéry: el fracasado y platónico primer amor con la caprichosa Louise de Vilmorin, y el perturbador matrimonio con la salvadoreña Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña, con su liberalidad sorda (me encantó la escena de la declaración de matrimonio). “No lo invitaron y eso le ahorró a Tonio un mal trago. Hace tiempo que todos los tragos le saben a flores muertas, como si se bebiera el agua de los floreros. Durante semanas, deambula por las calles con zapatos de plomo. Sus bolsillos están agujereados. Ha de escribir de nuevo a su madre para que le adelante algo y eso lo pone aún más melancólico. Camina y camina sin un propósito definido, con una vaga esperanza de que al doblar una esquina todo cambie. ¿Y si al doblar la siguiente calle sucede algo? No sucede. Pero ¿y si ocurre en la siguiente?”. Protagonistas con los que el lector empatiza muy bien, los que por su caracterización resultan tan cercanos, más en sus caracteres personales que complementan entre todos con habilidad y enriquecimiento, y a los que constituye un placer acompañar en sus diferentes periplos por tierra, mar, y sobre todo por el aire, volando el desierto infinito, las cordilleras elevadas o el mar inmenso, junto con sus anécdotas, enamoramientos, pasiones, supervivencias extremas, accidentes, rescates, tormentas, guerra… detalles que entretejen la novela desde 1922 hasta 1944, ya en la Segunda Guerra Mundial y en la que Saint-Exupéry desaparece durante una misión de vigilancia aérea de las tropas hitlerianas en el valle del Ródano, antes de la toma del sur de Francia por parte de los aliados.

“Olivier, no debes sufrir por mí. Piensa que un piloto que muere en vuelo llega al cielo antes. ¡Ya tiene la mitad del camino hecho!”

Porque “A cielo abierto”, a través de su marco histórico, a través de sus personajes míticos entregados sin fisuras a sus sueños, a su vocación, a sus amores, a su sexualidad, a sus pensamientos, a través de una acción muy visual y descriptiva, nos trasmite un mensaje sincero, alentador, de vivir la vida en plenitud, de reivindicar las pasiones sobre la uniformidad y grisura de lo
cotidiano. Un gran mensaje vitalista, idealista, y que no deja de ser anecdótico, o según su perspectiva, por tejerlo y entregarlo a los lectores desde las alturas, en los tránsitos por el cielo, en aviones, entre las nubes; y fundamentado en el valor de la amistad, en el compromiso y responsabilidad por el trabajo, la abnegación, en dar rienda suelta a los héroes internos en su conquista de la realidad, de la vida que hay que vivirla en su más alta expresión y sensación. De hecho, este mensaje permite la identificación y deleite con la lectura de esta bella historia.

“Le preguntó a Mermoz si era feliz. Se volvió hacia él como hacia siempre, mirando a los ojos con esa seguridad suya que intimidaba: “¡Por supuesto que no! Eso sería una tragedia. Si eres feliz, ya no queda nada que perseguir”

Porque “A cielo abierto” es un relato diáfano, llano, con esa particularidad difícil de hacerlo fácil y por esto meritorio, de hacerlo más sugestivo y cercano por la diversidad de su trama, de su pensamiento. Con un estilo donde domina la frase simple, pero sensitiva, visual, a través de un narrador que parece susurrar con calidez y detalle la historia al oído del lector. Por esto resulta tan ameno, tan rítmico y vitalista.

“Porque quiere creer que la historia de la humanidad, si es algo, es un nudo de relaciones”.

Porque “A cielo abierto” es una novela que hay que leer, ya no solo por sus fantásticas aventuras, por su historia, por sus personajes y escenarios, por sus dimensiones interiores, sino porque durante su lectura, durante su placentera lectura, descubre el lector en su interior quien le gustaría ser en verdad o aquel con el que apasionaría vivir la vida. Tal vez el propio Saint-Exupéry lo describe a la perfección de esta manera: “¿Quién es uno mismo? ¿El ser social con cascabeles cosidos a la ropa que uno agita cuando se relaciona con los demás o el ser silencioso, enroscado hacia adentro, en que nos convertimos cuando nos quedamos solos?”. Una novela muy recomendable.

“¡En la eternidad sólo mueren los relojes!”
“Tal vez deberíamos preocuparnos menos por la muerte y más por la vida”
“-El cuadro no vale nada. Sólo es una tela con algo de pintura barata. Es su manera de mirarlo la que lo hace valioso”
“Todo escritor lleva dentro un vanidoso, con diferentes grados de cortesía y disimulo”

“Escribir es una consecuencia. ¿Cómo va a escribir si antes no vive”

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