Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 14 de junio de 2018

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "La chica del cumpleaños" de Haruki Murakami.

“… una persona, desee lo que desee, llegue hasta donde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma”



Con el cuento “La chica del cumpleaños” (Tusquets Editores, 2018) de Haruki Murakami, sucede lo que siempre sucede con lo mejor de este autor: la sensación profunda de haber participado, sea con una leída atenta y amena, de algo importante, acaso trascendente, y de manera contrapuesta a la objetiva superficialidad del argumento, al vacío o a una trama plana e insustancial, tan insoportablemente cotidiana, o incluso a un final expectante, satisfactorio, a pesar de su inconclusión, de su frustración. Tanto que tras la lectura el lector, o yo que lo comparto, permanece en una abstracción agradable, en una especie de reconcomio, de hormigueo interior, curioso y considerado, de búsqueda difícil si no por revelar el sentido, el mensaje de la historia, por sacarle sus formas, sus puntas reunidas en el deleite, de responder a su dimensión inconclusa, a su realidad abierta, a todo cuanto permite una vinculación importante con la narración y confirma la experiencia del escritor en estas breves literaturas.

Sinopsis de “La chica del cumpleaños”:
“Una joven camarera cumple veinte años. Pero no pasa ese día rodeada de amigos o celebrando su cumpleaños en familia: ella tiene que trabajar. Su jefe, el gerente del restaurante, le pide, además, que lleve la cena al dueño del local. Es algo nuevo. Y nunca ha visto al propietario.
Con ese misterioso encargo se inicia este delicioso relato que transcurre como en un sueño.
Soberbiamente ilustrado por la artista alemana Kat Menschik, el volumen se cierra con un posfacio de Haruki Murakami, titulado «Mi cumpleaños», en el que repasa los hitos de su generación, la que creció con el rock’and roll y la rebeldía del 68, y explica qué significa para él cumplir años.”

El cuento “La chica del cumpleaños” formaba parte del libro publicado en 1996, “Sauce ciego, mujer dormida”, incrementado en esta bella edición con una reflexión de lo que para Murakami representa cumplir años, completado con las sorprendentes ilustraciones de Kat Menschik. Escrito con sencillez, con esa fluidez descriptiva y comprensiva característica del autor, y ceñido a lo que podría definirse un misterio psicológico surgido de la rutina o de lo que encarnaría un día especial, el día en que su protagonista cumple 20 años, idéntico a una alegoría en torno a una transformación personal, una imprevista fuga del vacío, de lo rutinario, para trascender a un nuevo paradigma existencial;
reforzado por el experto cambio o paso de la persona narrativa, es decir, el movimiento de la tercera a la primera persona que crea una sensación hipnótica, atrapante y mágica, como la de frotar una lámpara maravillosa a la espera de que emerja el genio y conceda un deseo, o tres, manteniéndonos en la extraña sensación, o emoción, o conjetura, de si al final el genio era la chica, el desconocido, el gerente del restaurante o nosotros mismos que hemos leído asombrados el cuento, avizores porque el genio todavía no ha surgido o ya lo ha hecho y hemos perdido su estela y parabién.  

La protagonista de la que no sabemos su nombre, solo que trabaja en un restaurante a tiempo parcial y cuyo dueño, al que conoce en ese día especial de su cumpleaños y cuando se le encarga llevarle la comida, éste la invita a pedir un deseo y a concedérselo. Al final de la narración, atrapados por la incertidumbre, cuando la protagonista narra el suceso a otro testigo anónimo, ignoramos si el sueño ha sido otorgado o si bien, en el ensimismamiento al que nos trasporta la lectura, intentamos desenvolver la naturaleza del anhelo y su consumación o no. De ahí pues a plantear (a plantearme) la importancia de los deseos, de las ilusiones, de las expectativas con las que construir el mundo, la realidad; asimismo de la capacidad de renuncia, del margen de sacrificio que defina la maduración personal; o de los trazos rigurosos del destino, o tal vez de la oportunidad para cambiarlos en un momento imprevisto y excepcional; de la aceptación o de la no aceptación a lo que la propia vida reserva, con todo el manejo de su cuidado, de su fe, o del acomodo de aquello que se quiere a las circunstancias innatas, personales… o posiblemente a que el deseo solo sea eso, un deseo.

Un espléndido relato, con todas las particularidades de la magistral narrativa de Murakami, muy recomendable, y al que hay que leer despacio, saboreándolo; en el que confluye el misterio y lo cotidiano, la esencia de lo indefinido, pero desde una esperanza o fe en los deseos, desde un optimismo que no genera miedo ni fracaso por el desconocimiento, sino confianza. Indispensable.


“-Claro que me gustaría ser más guapa, y más inteligente, y rica. Pero si estos deseos se cumplieran, no puedo ni imaginar qué sería de mí. Tal vez se me escapara todo de las manos. Yo todavía no sé muy bien de qué va la vida. En serio. No sé cómo funciona”

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