Arrastrando hoy cierto cansancio causado por el día y sus vicisitudes, también por la calor, por la incertidumbre, sí, por la monotonía de las calles, los espejismos urbanos, y por el azogue sagaz de unas letras recién leídas esta misma tarde bochornosa, de la magnífica novela de Carlos Zanón, "Carvalho: problemas de identidad": "... la melancolía de toda una ciudad cansada de que se hayan olvidado de que es un montón de hombres y mujeres cualquiera y no un escaparate, ni una santa ni tampoco una bandera". Luego, buscando el respiro, el frescor, todos los frescores, físicos y anímicos, un consuelo o una fascinación que diluyera esta lasitud existencial, la nostalgia improbable, como si esta jamás hubiese acaecido, no encontré mejor ni mayor sedativo, tantas veces antes, que adentrarme en la Alameda y volar hacia la cornisa del Tajo, como una frágil nube atraída por el disco solar en su fundido naranja, en la quema del día, para abonar con sus cenizas sedimentadas en las montañas, y de las que integrará la noche, un nuevo aliento, un poco más de ímpetu.
"CANSANCIO"
© F.J. Calvente.

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