Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



viernes, 6 de diciembre de 2019

"INSTANTE EQUIVOCADO"



«La felicidad no existe, salvo algún que otro instante equivocado...», leo en la novela de Ángela Becerra «Algún día, hoy». Desasgo la atención de la lectura para reflexionar o interpretar el hormigueo en mi interior que ha dejado la frase, su musiquilla palpitante, evocadora. Y miro sin mirar, como un singular icono para la meditación, a esta nueva hoja que sigo enmarcando en el núcleo de esas maderas de arabescos e inspiraciones extravagantes, y la que presidirá durante un año el salón de mi hogar, una más, por supuesto, en otro otoño más y en el que agradecidos estamos aquí, nos encontramos, aun con el regreso de una vieja oscuridad que nos oprime el corazón y desangela el alma. La otra hoja, marchita e invisible, cansada, escrita y reescrita infinidad de veces, casi se deshacía al tacto, la devolvió mi hija al viento, a la calle, a la voluntad de un destino vagamundo, al lugar de donde ligera vino y desaparecerá para siempre arrastrando todos nuestros pesos, la voluntad hacia un cosmos familiar que aguarda su decisión, bien de prórroga o de desafío. El relevo ha llegado con esta nueva y todavía joven hoja, de derramado cromatismo, verde de esperanza, de nervios fosilizados en oro, ocre de una huérfana madurez, y con todos los fríos y calideces por presenciar y acoger. Ahí, en la alianza del espacio, del lugar y el tiempo, con el presente y nosotros, en el tiro de una chimenea con los próximos fuegos de la creación, en un fondo pintado de hojarasca yacida en la tierra. El símbolo de la renovación, ritual o manía de un anhelo, del arcano garante de la existencia, o inclusive el signo, la llave, dizque la nota, el pentagrama de la música que tiene que armonizar a aquella, a la vida, como un saludo de bienvenida de mano abierta a una realidad que espera se la viva con sosiego y consciencia. La hoja de uno de los espigados y altos plataneros que, en su caída de la alameda aledaña a mi casa, de San Francisco, acaso en uno de esos momentos equivocados, llegó a mis manos, sin pasado, frágil, lobulada con la geometría del hielo, con su presagio de invierno, la que, jugando con la gravedad, encarnó mi búsqueda personal, la de su tácito silencio que no será otro que el de unos instantes de mi felicidad.

“INSTANTE EQUIVOCADO”

© F.J. CALVENTE

No hay comentarios:

Publicar un comentario