Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



domingo, 18 de octubre de 2020

"ENCAJE DE TESELAS"

 


Al salir de una de las curvas del camino, a la izquierda, se abría un claro en la arrugada y entonces umbría cueva de castaños y entre luces, en el paraje de Bentomiz, por donde apenas se sugería el pueblo de Pujerra, al que acabábamos de dejar entre silencios pesados y genios otoñales, y a través de una hilada de sus farolas que comenzaban a encenderse y ascendían discretas la ladera de uno de los infinitos cerros del alto Valle del Genal. El contraste por el ardor del cielo hizo que la fotografía eclipsara su breve e intricada sombra urbana, morisca y devastada; o hacía bien para que en esa oscuridad originaria despertara, estimulada por el luminoso ocaso, un sentimiento de nostálgica identidad que nos hizo parar en nuestro tránsito hacia Ronda, para admirar, capturar y sentir su profundo e interno desgarro. El fragoso contorno del firmamento ardía de dolor y asombro por el cromatismo de su herida cósmica y redentora. La refulgente sangría que, con fiereza, trazaba su inmensa belleza en la quema y en memoria efímera del día, para así entregar a la noche los sueños para un mañana de una nueva aventura. En seguida, como un precipitar desde aquel mareante ambiente de alturas hacia sus también vertiginosos declives, la confesión: cómo nos reducimos, nos dejamos, desaparecemos, dormimos sin fantasías en una vigilia permanente, indiferentes en rutinas insignificantes, en un mundo uniforme y prefijado; aun cuando el universo disponga, vez tras vez, siempre, un escenario conmovedor, de un alarde de perfección y liberación lleno de matices e ilusiones como este, en el que vivir con sentido y entusiasmo. En ese momento, en la caverna oscura y abierta de castaños y anochecer, en Pujerra, en el entorno prodigioso, bajo un teñido firmamento, entre el sereno de unos ojos que al fin veían, encajaron en nosotros, aunque fuese en un soplo, todas las piezas.

 

 “ENCAJE DE TESELAS

© F.J. Calvente


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