Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 21 de enero de 2021

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "La madre de Frankenstein" de Almudena Grandes.

 

“Nos han pegado mucho, Germán. Nos han pegado tanto, que muchos se conforman con que no les peguen más. Y los demás, nos la jugamos todos los días, aunque a mí me compensa, desde luego. Porque todos vivimos en un cementerio, pero algunos estamos vivos todavía.”

 


 No tengo dudas, ninguna. Con cada nuevo libro de Almudena Grandes, con cada nueva entrega, o episodio, de su saga sobre los sombríos años de la posguerra, esta reseña, cualquier reseña, podría sintetizarse en un ruego: “Por favor”, y en una sola palabra: “Léanlo”. Lean esta “La madre de Frankenstein” (Tusquets Editores, 2020), quinta entrega de los “Episodios de una guerra interminable”, con el subtítulo “Agonía y muerte de Aurora Rodríguez Carballeira en el apogeo de la España nacionalcatólica. Manicomio de mujeres de Ciempozuelos, Madrid, 1954-1956.” Un testimonio imprescindible para no solo conocer, sino para recuperar, para no olvidar, la realidad de España de los años cincuenta bajo la férula franquista, y aquí sobre el oscurantismo de esa tiranía en la psiquiatría. Un escenario español monolítico, represivo, sin futuro, ordenado por los dos pilares concluyentes y aciagos de la iglesia católica y la dictadura de Franco. Una vez más, Almudena Grandes se erige en la firme heredera de Galdós, tanto por su exhaustivo conocimiento del contexto que narra, como por la perfecta armadura de su narrativa, muy formal, sin retóricas superfluas que menoscabarían a una construcción soberbia, a su vivo relato, en la hondura en la descripción de sus personajes, todo con una escritura envolvente, que hace sencillo lo difícil, directa, brillante.

 

 

“El fin nunca justifica los medios, y quien se cree capaz de decidir sobre la vida de los demás, puede acabar creyéndose con derecho a decidir cualquier cosa.”

 

 

No es fácil, en algo más de quinientas páginas, describir, llevarnos con solvencia y pulsación por el manicomio de Ciempozuelos en Madrid, por la Suiza neutral de la II Guerra Mundial, por la resistencia antifranquista, por las intrusiones de las autoridades sanitarias franquistas, esta más una lucha personal por el poder que por velar de la salud, en este caso mental, de los españoles, o de los pudientes o afectos al régimen, porque de los otros…, una autoridad sanitaria controlada, o encontrada, por los citados en la novela López Ibor (con sus prácticas de electrochoques a los homosexuales para “curar esa enfermedad”) y Vallejo-Nájera (adalid de la creencia científica de extirpar “el gen de la degeneración roja”); por el robo de niños tramado por la iglesia y el estado, de la eugenesia…, por la historia de una parricida fascinante; y asimismo, entre tanta grisura e impotencia, la esperanza a través del amor que trasciende cualquier coerción y postergación.

 

 

“Su confesión me demostró que era posible admirar a alguien y compadecerle al mismo tiempo, que el orgullo puede crecer en la desdicha como una flor oscura, resistente.”

 

 

Sinopsis de La madre de Frankenstein:

 

“El apasionante relato de una mujer y un hombre que optaron por resistir en los tiempos más difíciles. La novela más intensa y emotiva del ciclo de los Episodios de una Guerra Interminable.

 

En 1954, el joven psiquiatra Germán Velázquez vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Tras salir al exilio en 1939, ha vivido quince años en Suiza, acogido por la familia del doctor Goldstein. En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una parricida paranoica, inteligentísima, que le fascinó a los trece años, y conoce a una auxiliar de enfermería, María Castejón, a la que doña Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. Germán, atraído por María, no entiende el rechazo de ésta, y sospecha que su vida esconde muchos secretos. El lector descubrirá su origen modesto como nieta del jardinero del manicomio, sus años de criada en Madrid, su desdichada historia de amor, a la par que los motivos por los que Germán ha regresado a España. Almas gemelas que quieren huir de sus respectivos pasados, Germán y María quieren darse una oportunidad, pero viven en un país humillado, donde los pecados se convierten en delitos, y el puritanismo, la moral oficial, encubre todo tipo de abusos y atropellos.”

 

 

La obra de Almudena Grandes, esta novela en concreto, además de su enorme valor literario, constituye un documento reivindicativo, recordatorio, de lucha contra esa amnesia histórica que todavía hoy se pretende imponer sobre la España de la dictadura de Franco. Indispensable.

 

 

“… un país fracturado, fragmentado, donde nadie era libre en absoluto, ni siquiera para enamorarse fuera del carril social al que estaba asignado desde su nacimiento.”

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