“Su memoria se ha encogido. Su memoria, ahora, es tan pequeña que le cabe en un puño. Las reliquias sentimentales, se dice, no merecen la eternidad.”
“Un amor” (Anagrama, 2020) de
Sara Mesa, mi primera lectura del año. Este que para una mayoría de medios y
críticos ha sido considerado como el mejor libro del año pasado y, sin desfavorecer
a sus enormes atributos literarios, para mí no; no lo ha sido y a lo que ha
contribuido un final decepcionante, por alguna veleidad en la trama y cierto maniqueísmo
insufrible. De acuerdo en que la novela hay que leerla, comprenderla, por su
argumento, por su estilo tan particular, con esa maestría de la autora en el
desarrollo del libre indirecto, por la definición de sus personajes con solo unas
pinceladas, por las sensaciones que más que despierta, arranca en el lector. “Un
amor” no es una novela breve de amor, y sin embargo… No refleja en lo que me
pareció en su inicio un conflicto entre el medio urbano y el rural; ni un
diálogo solipsista de su protagonista, atormentada y vulnerable con su propia
historia, en una huida hacia adelante para esconderse de sus problemas y a los
que siempre llevará consigo allí donde vaya; sino acaso la semblanza, un
soberbio y sublime retrato sobre la incapacidad de la comunicación y la
dependencia. No es una novela cómoda, de hecho, y a pesar de estar narrada de forma
sencilla y por esto notable, por el desasosiego, por la atmósfera opresiva y
profunda que engancha al lector, hiriéndolo, desgarrándolo, tensionándolo a
medida que transcurre la historia y casi sin este considerarlo, pero de un calado
efectivo e incuestionable; no de una manera directa y frontal, otra
notabilidad, sino tal vez como se describe en esta frase: “No se llega al
blanco apuntando, sino descuidadamente, mediante oscilaciones y rodeos, casi
por casualidad.” Indispensable.
Sinopsis:
“La historia de Un
amor ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e
inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro como
gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos
en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y
goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella. El resto de los
habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y
demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los
fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo
laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.
La Escapa, con el
monte de El Glauco siemprepresente, terminará adquiriendo una personalidad
propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino
también consigo misma y sus propios fracasos. Llena de silencios y equívocos,
de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda, de
manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de
comunicación sino de exclusión y diferencia.
Sara Mesa vuelve a
confrontar al lector con los límites de su propia moral en una obra ambiciosa,
arriesgada y sólida en la que, como si de una tragedia griega se tratara, las
pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco
mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.”
“De manera instintiva, su cuerpo ha adquirido
tal sabiduría que poco importa que él sea un desconocido.”
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