Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 23 de febrero de 2021

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Progenie" de Susana Martín Gijón.

 

“No puede cambiar el mundo, no puede evitar que los asesinatos se sigan cometiendo, pero hará cuanto esté en su mano para que los culpables paguen las consecuencias de sus actos.”

 

 


Porque la crítica dijo mucho y bueno de la novela de Susana Martín Gijón, “Progenie”, la primera de la saga de la inspectora Camino Vargas, (Alfaguara, 2020), incluso con el infalible gancho de Carmen Mola, sea quien sea, para afirmar de esta como “un thriller impactante. Toda una revelación”, para que yo vuelva a caer, como moscas ante una lámpara, en el señuelo (por no decir trampa) editorial y, por ende, en su rentabilidad o zafio mercantilismo con las letras, con el momento y afán lector. Un contexto que no se comprende a no ser por la influencia de una, llamémosle así, endogamia literaria, negra y patria, que exige, por encima del talento, de la novedad, el “me toca” personal, del autor, en el reparto de un mercado leyente importante. Ojalá yo esté equivocado. Por supuesto que esperaba más de lo que me he encontrado en este relato, cayeron mis expectativas como hojas en otoño; pues me han fallado demasiadas cosas, además de los errores argumentales y documentales, de los tópicos y atavismos, muy evidentes, muy cansados, muy circunscritos al rol tradicional de estas novelas policíacas que, valga el ejemplo, leída una, se leen todas. Con todo, “Progenie” cuenta con una estructura narrativa adecuada, amena, facilitada por capítulos cortos que más que agilizar disimulan un ritmo sin inflexiones concretas, tardo, de giros que no lo son y alguna casualidad que cumple la función de aquellos e introducida con calzador. El ambiente o escenario, en líneas generales, está bien descrito, bastante común y funcional de hecho, adoleciendo de esa esperada peculiaridad, de ese matiz propio de una ciudad como Sevilla donde transcurre la historia. Sucede un tanto de lo mismo con los diálogos, precisos, de acuerdo, en su función de caracterizar a unos personajes correctos, aunque repletos de clichés, de automatismos que se ven, como el final previsible de la trama, a capítulos de distancia; incluso con la paradoja de no gustar su protagonista principal, tan forzado, y, en cambio, convencer otro personaje secundario. Por último, dentro de la inexcusable crítica social, o realismo crítico social, en la novela policíaca, o en la temática delictiva criminal, la autora cumple con su propósito, aunque con cierto atosigamiento, como si con su profusión la obra ganara en calidad, importancia, empleando todos los palos de una baraja cuando con uno hubiese resultado suficiente: feminismo, evidentemente, y también machismo y maternidad y violencia de género y desigualdad laboral y conciliación y roles y diversidad sexual y reproducción asistida y…; mejor dosificar el fin o mensaje que provocar agobio y confusión en los lectores o conforme a mi opinión. De todas maneras, al ser un producto entretenido, concederé otra oportunidad con la segunda entrega de la serie, “Especie”. A ver…

 

 

“- El pasado siempre nos persigue.”

 

 

Sinopsis:

 

 

“Sevilla, ola de calor. Todo el que puede huye a la playa. No así Camino Vargas, jefa accidental del Grupo de Homicidios desde el tiroteo que dejó en coma al inspector Arenas. Alguien ha atropellado salvajemente a una mujer y se ha dado a la fuga. Este asesinato se va a transformar en el foco de atención mediática cuando se filtre un dato aún más perturbador: el homicida introdujo un chupete en la boca de la víctima antes de desaparecer de la escena del crimen. Todos los indicios apuntan a la expareja, un maltratador psicológico, y las estadísticas no están de su lado. Sin embargo, cuando la autopsia desvele que la víctima estaba embarazada y los asesinatos comiencen a sucederse, Camino comprenderá que se halla ante el caso más duro de su carrera.”

 

 

 

“Sabe que la mente humana es mucho más compleja, que una cara puede encerrar mil secretos, que las personas estamos compuestas de muchas capas, y que a veces es una de esas capas, la más remota, la que encierra la clave, el porqué, el motivo siempre inexcusable que movió a alguien a segar la vida de otros seres humanos.”

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