“No puede cambiar el mundo, no puede
evitar que los asesinatos se sigan cometiendo, pero hará cuanto esté en su mano
para que los culpables paguen las consecuencias de sus actos.”
Porque la crítica dijo
mucho y bueno de la novela de Susana Martín Gijón, “Progenie”, la
primera de la saga de la inspectora Camino Vargas, (Alfaguara, 2020), incluso con
el infalible gancho de Carmen Mola, sea quien sea, para afirmar de esta como “un
thriller impactante. Toda una revelación”, para que yo vuelva a caer, como
moscas ante una lámpara, en el señuelo (por no decir trampa) editorial y, por
ende, en su rentabilidad o zafio mercantilismo con las letras, con el momento y
afán lector. Un contexto que no se comprende a no ser por la influencia de una,
llamémosle así, endogamia literaria, negra y patria, que exige, por encima del
talento, de la novedad, el “me toca” personal, del autor, en el reparto de un
mercado leyente importante. Ojalá yo esté equivocado. Por supuesto que esperaba
más de lo que me he encontrado en este relato, cayeron mis expectativas como
hojas en otoño; pues me han fallado demasiadas cosas, además de los errores
argumentales y documentales, de los tópicos y atavismos, muy evidentes, muy cansados,
muy circunscritos al rol tradicional de estas novelas policíacas que, valga el ejemplo,
leída una, se leen todas. Con todo, “Progenie” cuenta con una estructura
narrativa adecuada, amena, facilitada por capítulos cortos que más que agilizar
disimulan un ritmo sin inflexiones concretas, tardo, de giros que no lo son y
alguna casualidad que cumple la función de aquellos e introducida con calzador.
El ambiente o escenario, en líneas generales, está bien descrito, bastante común
y funcional de hecho, adoleciendo de esa esperada peculiaridad, de ese matiz
propio de una ciudad como Sevilla donde transcurre la historia. Sucede un tanto
de lo mismo con los diálogos, precisos, de acuerdo, en su función de caracterizar
a unos personajes correctos, aunque repletos de clichés, de automatismos que se
ven, como el final previsible de la trama, a capítulos de distancia; incluso con
la paradoja de no gustar su protagonista principal, tan forzado, y, en cambio, convencer
otro personaje secundario. Por último, dentro de la inexcusable crítica social,
o realismo crítico social, en la novela policíaca, o en la temática delictiva
criminal, la autora cumple con su propósito, aunque con cierto atosigamiento, como
si con su profusión la obra ganara en calidad, importancia, empleando todos los
palos de una baraja cuando con uno hubiese resultado suficiente: feminismo, evidentemente,
y también machismo y maternidad y violencia de género y desigualdad laboral y
conciliación y roles y diversidad sexual y reproducción asistida y…; mejor
dosificar el fin o mensaje que provocar agobio y confusión en los lectores o conforme
a mi opinión. De todas maneras, al ser un producto entretenido, concederé otra
oportunidad con la segunda entrega de la serie, “Especie”. A ver…
“- El pasado siempre nos persigue.”
Sinopsis:
“Sevilla, ola de
calor. Todo el que puede huye a la playa. No así Camino Vargas, jefa accidental
del Grupo de Homicidios desde el tiroteo que dejó en coma al inspector Arenas.
Alguien ha atropellado salvajemente a una mujer y se ha dado a la fuga. Este
asesinato se va a transformar en el foco de atención mediática cuando se filtre
un dato aún más perturbador: el homicida introdujo un chupete en la boca de la
víctima antes de desaparecer de la escena del crimen. Todos los indicios
apuntan a la expareja, un maltratador psicológico, y las estadísticas no están
de su lado. Sin embargo, cuando la autopsia desvele que la víctima estaba
embarazada y los asesinatos comiencen a sucederse, Camino comprenderá que se
halla ante el caso más duro de su carrera.”
“Sabe que la mente humana es mucho más
compleja, que una cara puede encerrar mil secretos, que las personas estamos
compuestas de muchas capas, y que a veces es una de esas capas, la más remota,
la que encierra la clave, el porqué, el motivo siempre inexcusable que movió a
alguien a segar la vida de otros seres humanos.”
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