“¿Cómo es posible añorar lo que no se
recuerda?”
“La Policía de la
Memoria” de Yoko Ogawa, (1994-Tusquets, 2021), es y no es una novela
distópica, con la resiliencia como factor protagonista, sin condicionamientos
políticos o sociales en una sociedad de un futuro sin determinar. Un mundo
futuro o un presente en algún lugar desconocido, negro, con miedo y dudas; con
una indiferencia pasmosa, resignada, incomprensible por parte de la humanidad.
Una realidad bosquejada en una fábula nada oscura como la de Orwell, Bradbury o
Huxley, más aproximada a Atwood, y especialmente a Kafka, de acuerdo, pero con
su propia originalidad por su medio onírico y esperpéntico. Ogawa relata de una
manera impersonal, sin tomar baza, sin crítica, sin denuncias ni inclinaciones,
con un estilo que, en ocasiones, por esa sensación hipnótica de no pasar nada durante
la lectura y pasar de todo, manteniendo una intriga especial en los detalles
más que en la acción, a Murakami. De ahí a que, por esa impersonalidad
narrativa, estrictamente descriptiva, en algunos tramos el relato resulte
plano, siempre exculpado por lo bien escrito; por ese sutil alegato contra el
olvido, o de ese olvido que en la novela es una obligación para el bienestar de
la colectividad. En cualquier caso, una genuina alegoría sobre la alienación,
la deshumanización, la muerte en vida, el Alzheimer… Somos, pues, nuestros
recuerdos, esas páginas de la vida donde nos reconocemos en las frágiles
imágenes de objetos y personas.
“Lo que se olvida y no permanece no
puede provocar ninguna infelicidad.”
Sinopsis editorial:
“En una pequeña isla se
produce un misterioso fenómeno. Un día desaparecen los pájaros, al siguiente
podría desaparecer cualquier cosa: los peces, los árboles... Peor aún, también
se desvanecerá la memoria de ellos, al igual que las emociones y sensaciones
que llevaban asociadas. Nadie sabrá ni recordará entonces qué eran. Hay incluso
una policía dedicada a perseguir a los que conservan la capacidad de recordar
lo que ya no existe. En esa isla vive una joven escritora que, tras la muerte
de su madre, intenta escribir una novela mientras trata de proteger a su
editor, que está en peligro porque forma parte de los pocos que recuerdan. La
ayudará un anciano al que empiezan a fallarle las fuerzas. Mientras,
lentamente, nuestra protagonista va dando forma a su novela: es el relato de
una mecanógrafa cuyo jefe acaba reteniéndola contra su voluntad en un altillo.
Una obra sobre el poder de la memoria y sobre la pérdida.”
“La memoria es un reducto de libertad
personal.”
Una lectura
interesante.
“¿Es ahí, detrás de tus latidos, donde
guardas todos los recuerdos que yo he perdido?”
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