"Después el diablo lo llevó [...] al punto más alto del templo, y dijo: —Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate! Pues las Escrituras dicen: “Él ordenará a sus ángeles que te protejan. Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra”. Jesús le respondió: —Las Escrituras también dicen: “No pondrás a prueba al Señor tu Dios."
(Mateo 4:5-7)
Y en el espacio abierto pintado por altas y escuetas palmeras, asomados a la arquería, a los sombríos pasillos en torno al claustro, a impasibles dioses menores con batas blancas, a la enclaustrada naturaleza entre sombras geométricas y claridades derramadas por lo antiguo y lo moderno, los ruegos por el mal de los hijos. Plegarias, invocaciones, ritual, sopesados y pesados por un capricho de la fe, de la voluntad esquiva, la lotería del milagro, la suerte funcional, la gracia de arriba; entretanto allí, Dios abre sus brazos para mantener su equilibrio funambulista sobre la piedra.
"Segunda Tentación"
F.J. Calvente.
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