Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



lunes, 15 de septiembre de 2025

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El hombre sentimental", de Javier Marías"

 "No sé si contaros mis sueños. Son sueños viejos, pasados de moda, más propios de un adolescente que de un ciudadano. Son historiados y a la vez precisos, algo despaciosos aunque de gran colorido, como los que podría tener un alma fantasiosa pero en el fondo simple, un alma muy ordenada. Son sueños que acaban cansando un poco, porque quien los sueña despierta siempre antes de su desenlace, como si el impulso onírico quedara agotado en la representación de los pormenores y se desentendiese del resultado, como si la actividad de soñar fuese la única aún ideal y sin objetivo. No conozco, así, el final de mis sueños, y puede ser desconsiderado relatarlos sin estar en condiciones de ofrecer una conclusión ni una enseñanza. Pero a mí me parecen imaginativos y muy intensos. Lo único que puedo añadir en mi descargo es que escribo desde esa forma de duración -ese lugar de mi eternidad- que me ha elegido".


He terminado, o quizás al igual que siempre se empieza pero no se termina del todo con lo excepcional y bello, esta exquisita novela, como tantas otras suyas, de Javier Marías, "El hombre sentimental". Y he finalizado su lectura, con placer y emoción, recordando sus primeras líneas, su primer y decidido pulso y paso. Aquellas. Un principio, extraordinario, que bien merecen todas y cada una de sus páginas, el resto o desarrollo del relato, su enseñanza si la haya o solo por la frase con la que cerraré esta consideración o atención hacia la misma. Al fin y al cabo, una magistral creación de la palabra. 


"... no hay sometimiento más eficaz ni más duradero que el que se edifica sobre lo que es fingido, o aún es más, sobre lo que nunca ha existido".




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