“Yo
sólo describo lo que usted y los demás sueñan, sean buenos o malos sueños”
Historia, misterio y amor
en este thriller de Verónica García-Peña, “El ladrón de sueños” (autopublicado,
2016), seleccionado entre las 10 obras finalistas del Premio Planeta 2015 (ganó
“Hombres desnudos” de Alicia Giménez Bartlett (http://fjcalv.blogspot.com.es/2015/11/libros-que-voy-leyendo-hombres-desnudos.html)
y detrás “La isla de Alice” de Daniel Sánchez Arévalo (http://fjcalv.blogspot.com.es/2015/12/libros-que-voy-leyendo-la-isla-de-alice.html)).
Una entretenida novela, sin más, adecuada para estas tardes grises y
tormentosas, sin otra ni mayor pretensión que la de llenarlas con una lectura fácil
y amena, sin grandes alardes u oficios. Suficiente.
“¿Pueden robarse los
sueños? ¿Pueden los libros cambiar el destino?
Ambientada en la
posguerra española, en el Logroño de los años 40, “El ladrón de sueños” nos
cuenta la historia de un detective de provincias que tendrá que investigar
varios casos que marcarán y cambiarán su vida para siempre.
Contratado por una
“madame” de la ciudad, deberá encontrar a la hija que ésta entregó muchos años
atrás y, además, a petición de una joven, investigar qué se esconde tras un
extraño escritor que con su obra ha conseguido que la muchacha dude de sí misma
y de la realidad que la rodea. ¿Pueden hacer eso los libros?
Ambos casos le llevarán a
descubrir la importancia de las palabras, el amor, con mayúsculas, y la
desgracia. Todo ello rodeado de un misterio relacionado con una familia de la
ciudad sobre la que recae una terrible y oscura maldición.
Con ciertos toques de
romanticismo gótico, “El ladrón de sueños” es una novela que se leerá con
ganas, sin pausa, donde se juega con la presencia del lector haciéndole
partícipe de una trama llena de misterio, historia, amor y sorpresas, muchas
sorpresas.”
La importancia de las
palabras, aludía la escritora acerca de su creación; sin duda, enfatizaría yo,
y tanto más por su intención y atención sobre un cuidado excesivo en ellas, las
palabras. A ver cómo explico esto: a la autora, a quien no le importa los
tópicos, muchos, ni lo previsible en un guión confeccionado con mimbres de
intriga, y rechina, más al aceptar estos pormenores y declarar con franqueza no
importarle el menoscabo ante una apreciación negativa de la obra, solo le preocupa,
ostensiblemente, exclusivamente el cuidado de la narración, el cómo de su
prosa, de sus párrafos, frases, de sus palabras, adjetivos, sustantivos… escribir
bien. Y esto, cuando se concentra la expresión literaria en la forma más que en
el contenido, lo escrito termina por rezumar cierta inconsistencia, insustancialidad,
simplicidad; y lejos de transmitir, de sentir, impide al lector su consideración
por un libro a tener en cuenta una vez finalizada su lectura.
“Quizá
vosotros ya sepáis la verdad de todo, pero, de lejos, con distancia, siempre es
más sencillo resolver los acertijos”
Sea como fuere, justa la deferencia
hacia la autora, y felicitarla, por lograr encaramarse ahí, en la finalísima
del Premio Planeta, más por lo entretenido de su historia que por otras virtudes
narrativas (tampoco importantes y dado el nivel del Planeta en los últimos
años).
Una historia con muchos guiños de novela negra, de misterio gótico y un suspense
si bien muy previsible, narrada en primera persona a través del detective protagonista,
y al que acompañamos en sus tribulaciones amorosas y en la injerencia de estas
y aquellas con las investigaciones que lleva a cabo y que terminan, como no,
por confluir en el final, y aunque el lector, insisto, ya las haya imaginado o consabido
con mucha anterioridad. La utilización del lenguaje, recalco, es apreciable, gustoso,
sin rozar la afectación, fácil de seguir. Por otro lado, en referencia a las
descripciones y escenarios, se echa en falta una mayor atención sobre estos, en
la ciudad de Logroño y en ese momento histórico de los años 40, y no una
simple, o escueta, nomenclatura o señalética de calles, plazas o iglesias por
las que erran unos personajes desconocidos.
“Tras
una agradable charla en la que quisimos arreglar los rotos del mundo con sólo
aguja e hilo”
Una novela entretenida,
ya está.
“Los
espejos, a veces, son capaces de enseñarnos nuestra propia locura”
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