“Hasta dónde llegarías para volverte otra
persona”
“El talento de Mr. Ripley” (El País, Serie Negra, 2004) es una de
las más célebres novelas de Patricia Highsmith, reina del género de suspense, aunque
siempre fue bastante reacia con dejarse encasillar dentro del género negro; posiblemente,
más acertado, la creadora de esa fusión, tan perturbadora, entre lo policíaco y
el suspense, de la intriga psicológica sagaz y precisa, y de la que esta
novela, y su fantástico personaje, podrían considerarse su ejemplo categórico.
Dicho esto, por otro lado, cogí esta novela al persuadirme un gesto de
satisfacción tras su lectura de mi hija Inés, y por exigencia lectiva dentro
del “planning” de la asignatura de Literatura en primero de bachillerato, (mi
enhorabuena por incluir estas materias literarias en el catálogo pedagógico). Luego
de una lectura por un argumento trepidante e interesante, la decepción surgió
por el visionado de la versión cinematográfica de Anthony Minghella (1999) con
un afamado elenco de actores (Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Jude Law, Cate Blanchett,
Philip Seymour Hoffman, Jack Davenport…) que destrozaron la historia y las agradables
sensaciones deparadas por el libro.
“Mr. Greenleaf, un millonario americano, le pide a Tom Ripley que
intente convencer a su hijo Dickie que está viviendo una bohemia dorada en
Italia para que regrese al hogar. Tom acepta el encargo, y de paso pone tierra
por medio a posibles problemas policiales, y encuentra a Dickie y a su amiga
Marge, con quienes establece una turbia y compleja relación.” … Y poco más diré,
o revelaré, de una historia salvo su enorme juego de apariencias y
suplantaciones, de identidades, encerradas en crímenes, donde lo fundamental será
la aproximación al delincuente, al asesino, no al crimen.
Esta es la primera de las cinco novelas en torno a este espléndido
personaje, Tom Ripley, creado por Patricia Highsmith. Una novela estructurada
en dos partes marcadas, de secuencia lineal con algún que otro “flashback” del
protagonista para entender determinadas decisiones o emociones, escrita en
tercera persona y según la perspectiva de aquel, de Ripley: una primera parte,
pausada, lenta, que guarda la directriz de caracterizar a los personajes, la
evolución de sus respectivos roles y relaciones en la historia; para dar paso a
una segunda parte, más efectista, palpitante, inquieta… y de la que nada más
descubriré. No veo necesario insistir en el estilo de Highsmith: conciso pero
riguroso en su ambientación, con diálogos ágiles y meditaciones profundas, sin
intervenir o sin enjuiciar sobre estos, solo el lector puedo hacerlo. Una prosa
sencilla, templada, directa y pausada.
Tom Ripley es un personaje complejo, construido con rigurosa
definición y habilidad. A lo largo del relato, otro logro de la autora, el
lector irá familiarizándose, incluso empatizando, con la evolución o con el
conocimiento de una personalidad arrolladora, neurótica o más en la incidencia
de ese factor psicológico del que hablaba antes, o por su trasfondo emocional
infeliz, y por el que el protagonista toma determinadas decisiones y
actuaciones que al lector resulta incomprensiblemente convenientes. Según esta
manera, conocemos a un Tom Ripley que al principio de la historia aparece como
un joven insignificante, lleno de inseguridades, de escasas motivaciones, sin
perspectivas, no fracasado, hundido en el maremagno de Nueva York, en un
superviviente que toma la decisión, no se sabrá si errónea o no, da igual, de
que para ascender, para ser alguien en esta sociedad, ser valorado, aceptado,
tendrá, si no puede cambiar de actitud o si esta no es la adecuada, que aprovechar
o asumir la identidad de otros. Aquí encontramos, pues, la grandeza de Patricia
Highsmith y el valor de esta obra literaria, insisto, del estudio psicológico
en torno a la personalidad de Tom Ripley, desde o con todas sus aspiraciones, ambigüedades,
su ideal exquisito, ingenioso, soñador, intelectual, artístico, su escalofriante
indiferencia, su pasmosa serenidad ante el crimen; alguien del que, asimismo,
nos queda la duda de si verdaderamente se trata de un psicópata o solo un
caradura inmoral, alguien que está por encima, o no es consciente, de la
diferencia entre el bien y el mal, sin ninguna carga ética o asumida. Un héroe,
sí, un héroe malvado, en una historia de deliciosa perversidad.
“Pero empezaba a comprender que eso no era posible,
que siempre tendría que mantenerse alejado de la gente”
El resto de los personajes también están muy bien definidos, no con
el rigor de Ripley, pero todos dentro de esa percepción de protección, de amparo,
de empatía con el malvado, incluso las víctimas nos resultan insoportables.
Patricia Highsmith juega y lleva al lector al más alto nivel de lo “policíacamente”
incorrecto”, de afrenta a la moralidad consensuada o adoptada.
“¿Por qué cuando dos hombres juegan, siempre
juegan a matarse el uno al otro?”
La ambientación, sin abundar en descripciones
efectistas, está muy
lograda. Además de New York, el contraste con el mundo mediterráneo, del
italiano, Mongibello, de pequeños pueblos blancos junto al mar, de cielos azules
y generosos, bucólicos, edénicos… o el europeo ostentoso de Paris, Palermo, lo
cual contrasta con la atmósfera oscura, reducida, desconfiada de la novela
negra. Tanto es así que aquí, además, en este escenario, en esta trama, el
crimen constituye un factor muy secundario, siempre a remolque del interés sobre
su personaje principal, de sus sueños u obsesiones. Personaje, Tom Ripley, del
que tampoco guarda el papel desencantado o atormentado de los protagonistas del
género de suspense, sino que nos resulta atractivo por una cierta seducción,
indudablemente amoral, pero no por ello ignorante o trivial. Aquí se rompen
todos los iconos del género clásico policíaco y nos hace amar su nueva y
sorprendente expresión. Por otro lado, continuando con el ámbito de la novela,
no es difícil captar y compartir cierta crítica hacia la sociedad de la época:
sucumbida a las apariencias, materialista, hipócrita, homófoba…
“Tom se echó a reír al pensar en aquellas
palabras: desviación sexual. "¿Dónde está el sexo?" Se preguntó.
"¿Y dónde está la desviación?" Bajó la vista hacia Freddie y con voz
baja y llena de resentimiento dijo: -Freddie Miles, has sido víctima de tu
propia mente retorcida.”
Una novela muy recomendable.
“Tom le envidió intensamente, con un
sentimiento mezcla de envidia y de piedad por sí mismo.”
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