“Lo
mejor es conformarse con la apariencia de la realidad y escoger sus facetas más
placenteras y hermosas. Bastante hay con el infierno interior, esas arenas
movedizas íntimas donde remordimientos e inseguridades se tragan tu propia
identidad”
¿Qué decir de esta
novela de Manuel Vázquez Montalbán? “Un grupo de personajes inquietantes, un
investigador sagaz y una marea oculta de relaciones y secretos.” ¿Qué decir de
la obra de Manuel Vázquez Montalbán? Poco y a la misma vez mucho, porque este “Cuarteto”
(Colección de Diario Público, 2009), una más de entre su memorable creación, sintetizaría
la prodigiosa narrativa de este escritor extraordinario: una novela breve,
pequeña, pero de enorme calado por su sapiencia y deleite. Si las mejores
esencias se guardan en frascos pequeños, Vázquez Montalbán demuestra con “Cuarteto”
como las grandes cosas, los grandes temas, las grandes reflexiones, aquellas
que para otras literaturas necesitarían el doble, el triple de su extensión por
intentar abarcarlas, puede narrarse y entenderse desde las pocas páginas de una
historia corriente. Una historia corriente que convierte en maestra la lucidez,
osadía, cultura y juicio de su autor. Portentoso. No está Pepe Carvalho, pero
Vázquez Montalbán tira del recurso policíaco para armar un argumento entre dos
parejas y un imponente “agregado” que ejerce de narrador omnisciente. Un
cuarteto, Carlota, Pepa, Esteban Modolell, Luis, del que en realidad son cinco;
cinco por su magnífico narrador, aquel, Ventós: bisexual, culto,… “Yo soy el que soy”, la voz fascinante que
se habla a sí misma, que se ve a sí mismo a través de un espejo, que nos
cuenta, que especula, que se desahoga, que se martiriza, que mantiene la
tensión, narrativa y secuencial, de distancias y cercanías con los cuatro
personajes restantes; aunados, relacionados por los viajes, por un sustrato
cultural amplio y refinado, por sentimientos o deseos en más de una trayectoria
y sentido, de culpas y redenciones…; y en derredor al misterioso asesinato de
uno de ellos, una muerte en el agua, “como
Ofelia”, con un inspector errático y predecible, Dávila, al frente de una
investigación condenada a... un final atractivo donde más que la dilucidación
del caso, interesa la consecución de un descanso anhelado.
“…cuando
a veces, ante el espejo del cuarto de baño trato de componer esa sonrisa
irónica que me supongo, no me sale. Ahí está un extraño maniquí lleno de
sonrisas rotas o excesivas, que jamás acierta a componer esa sonrisa sutil,
como espuma tenue, que me haría feliz”
“Una novela corta, densa… cuyo hilo conductor
descansa en la fascinante y esquinada personalidad de sus personajes…
Cuarteto
es un divertimento, un juego de espejos deformantes donde las apariencias,
aunque engañen, son lo más sólido que existen” Poco más que añadir, y ya es
mucho. Solo lean este grandioso “Cuarteto”, acaso un ejercicio de introspección
de corte policíaco como hilo conductor para profundizar en unas vidas y en unos
comportamientos puntuales y del mismo modo abiertos en un universo de
apariencias distorsionadas. Lean y disfruten del virtuosismo denso de Manuel
Vázquez Montalbán, al que siempre se le echará de menos. Imprescindible.
“Todo
en orden. Todo en desorden. En el espejo está mi hermano antiguo, ese que lleva
las cuentas del tiempo que está conmigo, ese otro que envejece y me mira
cautivo, que necesita mi mirada para reconocerse vivo. Ese otro que me pide
nostalgia y me miente deseoso de volver a la infancia, como una huida hacia
atrás, imposible la huida hacia delante, más allá del espejo”
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