Incluso más acojonante que el cartel de toros de la Feria de Ronda, esta vez no han sido las últimas y ya no impostadas palabras del líder de Ciudadanos definiendo la dictadura como algo sin libertad, pero con cierta paz y orden. No, añoranzas aparte de esta disimulada derecha como un apéndice de la que siempre fue crispada y añeja o acaso ahora "remasterizada", y del expresionismo terrorífico taurino conforme a Doré por caso, toquemos madera, me han parecido espeluznantes las otras imágenes de los farolillos de feria ayer deshechos por la inesperada tormenta; en una metáfora igual de habitual a la ininterrumpida tragedia marítima del estrecho, con la voz náufraga y desesperada de Kafka: " Si no nos hubieran expulsado del paraíso, el paraíso habría tenido que ser destruido ". Hoy los farolillos han sido repuestos, garantizada la sonrisa y despreocupación de las fiestas, entretanto el mar sigue devolviendo los muertos de una esperanza rota.
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
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