Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



miércoles, 19 de septiembre de 2018

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Los pecados gloriosos" de Lisa McInerney


“El marco en torno al cual construimos nuestras vidas es frágil, y en una ciudad de seres interconectados una sola viga rota puede hacer peligrar los picos y las sombras de la línea del horizonte”




No sé si ha podido influir mi estado de ánimo, en algunos aspectos solidario con los personajes, con la atmósfera de esta novela, no por ser éstos traficantes de droga, prostitutas, alcohólicos y mafiosos, no, sino acaso por esas negruras de la vida auspiciadas por decisiones equivocadas, para que mi opinión de la misma no sea lo espléndida como a lo mejor tendría que haber sido. Posiblemente, cuando comencé su lectura, no me encontraba receptivo o al menos impasible, bastante ya con mi cansancio como para alimentarlo con este paradigma narrativo, para entusiasmarme y ponderar una narración oscura, deprimente, cruda, por momentos deslavazada, de una visualidad sin filtros, de escenas distorsionadas, viva y negra, visceral y compulsiva. Sea como sea, este es uno de los casos en los que realizar esta reseña no responde a un ejercicio descriptivo de objetividad y del que espero, salvo por supuesto que la lean, novela y reseña, no tengan en cuenta para aceptar o desechar el libro. Quizá hoy mi subjetividad encuentre el contexto para admitir lo que la crítica, casi unánime, ha señalado de este relato de Lisa McInerney, de la historia de Maureen, la mujer mayor y viuda, transformada en una homicida por accidente, y la de unos inadaptados que giran en torno a este crimen, en la Irlanda sumida en la crisis que empezó en 2008 y la que todavía a todos nos azota; ha dicho la crítica, decía, tanto y bueno de esta “Los pecados gloriosos” (AdN. Alianza de Novela, 2016), que le ha supuesto a su autora el Premio Baileys al mejor libro escrito por una mujer, el Desmond Elliott a la mejor primera novela, por talento, atrevimiento, exuberancia y generosidad, por una narrativa vertiginosa y revulsiva; en conclusión, la de "Una novela impresionante tanto por su complejidad moral como por la energía y virtuosismo de su lenguaje: una música grata y extraña que se queda en la cabeza". Quizá hoy, escribía, encuentre unas virtudes que entonces, por mi sensibilidad a flor de piel y pesada, no se ajustaba, no quería de una lectura triste, furiosa y opaca.


“¿De qué puto juego se trataba? El tablero se ampliaba con cada paso que daba; y él siempre en el centro”



Sinopsis editorial:


“Mordaz, conmovedora y llena de humor negro, "Los pecados gloriosos" es un recorrido por los caminos del remordimiento y la vergüenza, así como por el legado de las actitudes irlandesas del siglo pasado en materia sexual y familiar.
Un desagradable asesinato incide sobre las vidas de cinco inadaptados que habitan los márgenes de la sociedad irlandesa posterior a la crisis de 2008. Ryan es un traficante de drogas quinceañero desesperado por no acabar como su padre, el alcohólico Tony, cuya obsesión por su desquiciada vecina amenaza con acarrear la ruina de este y de su familia. Georgie es una prostituta cuya disposición a simular una conversión religiosa tiene repercusiones peligrosas, mientras que Maureen, la asesina accidental, regresa a Cork tras cuarenta años de exilio y descubre que Jimmy, el hijo al que se vio obligada a renunciar años atrás, se ha convertido en el gángster más temible de la ciudad.
Al tratar de expiar el homicidio y multitud de otros supuestos pecados, Maureen amenaza con destruir lo que tanto le ha costado edificar a su hijo, a la vez que sus actos amenazan con poner en el punto de mira los entresijos y las interrelaciones del hampa irlandesa.”


Sea cual sea mi opinión, esta novela tiene el mérito de contar sobre gente que pasa de puntillas por los entresijos de la literatura. Gente, personas con problemas, llenas de culpa y remordimiento, incapaces de encontrarse a sí mismas, de rectificar conductas que les llevaron al error, al infierno, y sin que la realidad les muestre una esperanza para revertir sus miserables destinos, hacia su redención. Tanto es así que la Gran Recesión económica originada en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers, la crisis mundial que afectó sobremanera a Irlanda, “tenemos más historia de la que somos capaces de aguantar”, para ellos, para estos seres devastados, solo les supone una anécdota, o un punto de ruina más en sus subsistencias arruinadas. Una vida, un escenario, sórdido, lúgubre, empeñado en grandes prejuicios, de conductas sojuzgadas por una iglesia omnipresente y dañina.
La gloria de los desheredados por sus eternos pecados. Tony y Ryan Cusack, padre e hijo, alcohólico y traficante, Maureen y su hijo gánster Jimmy, el ladrón asesinado con una estatuilla de la Virgen María, Georgie, la prostituta… sobrevivientes en la ciudad de Cork, sucia y oscura, en la que, conforme a un maravilloso episodio de la novela, ven en el fuego purificador, aquel que el catolicismo les ha imbuidos en todas sus fugas y fe, un supremo acto de penitencia, de su incontinencia, de encontrar una luz que ilumine su opacidad y les permita, en la tierra en barbecho resultante, sembrar, lo nuevo, ver un camino que, al fin y al cabo, saben que no existe, al que no perciben, pero al que tienen que ceñirse para continuar viviendo.


“- Es una pira, ¿no? Para esa Irlanda. Para sus disparates. Para el yugo que nos pusieron alrededor del cuello. –Santo cielo, ¿de qué estás hablando? ¿Qué, querías que convirtiera el horizonte en una metáfora, no?”


Esta por ventura metáfora del fuego purificador describe la prosa de McInerney, tan mordaz, cínica, de humor negro; como si fuese escrita con las entrañas, con una rabia y desenvoltura que asusta y la que, en mi caso, o en unos momentos que pudieran no ser otros, aleja.


“… cuando esté en su camino para alcanzarlo. La Iglesia necesita sus fanáticos. Tu madre, mi madre, la gente que está ahí dentro engordándole el ego al padre Pedófilo, están todos conchabados. Les han asignado una clase y se aferran a ella. La Iglesia crea sus pecadores para tener algo que salvar. Tu madre es una Magdalena para su Cristo”


Con todo, una novela a la que, en otras circunstancias personales, volveré a leer, no sé cuándo. Y en cuanto a esta reseña, les aconsejo que no la tengan en cuenta. Lean.


“Lamentable, lamentable que te cagas, ¿para qué te molestas siquiera en intentar matarte?, ¿no sabes que te mataste hace un montonazo de años, cuando dejaste de oír música y empezaste a escuchar a la ciudad?”

No hay comentarios:

Publicar un comentario