"Amanuenses entre los que sí fueron"

Albert Castillón, María Claver y Carlos Cuesta, periodistas o mejor amanuenses al servicio de la organización de esa pataleta despreciativa contra las instituciones democráticas, en la lectura del rosario de embustes, la soflama sofística con la que han cerrado la manifestación de la una y grande y libre derecha española para... ¿qué?, han dogmatizado y oficializado el cambio de los principios fundamentales del periodismo: Verdad y Precisión, Independencia, Equidad e Imparcialidad, Humanidad y Responsabilidad, por el de la MENTIRA, con mayúsculas y reiterada hasta el hastío. Tanto hastio que ya no son capaces de movilizar a los suyos.

Estos pesebristas del régimen del palo y tentetieso, del si no estamos nosotros "que arda Roma", pervierten la noble vocación de informar, vendiendo su pluma y vox a los que sólo les interesa que aticen y propaguen unas consignas precisas; las propias de sus mandatarios politicos, los tres juntos hoy en la foto (¡Ay!, Albert, Rivera, Albert, no digas que de este agua de Abascal no he de beber) Todos, periodistas (?) y políticos (?), afectados por un trastorno narcisista de la personalidad y como ya lo tuvo, entre otros de la leyenda negra y trágica de la historia, el jefe de la propaganda nazi, Göbbels. Esos que insisten en la directriz de aquel con aquello de «Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad»… para de manera peligrosa, inconsciente, ahondar en sus intereses con un fin deleznable, el que justifica los medios o cualquier cosa será buena para conseguir sus propósitos; más con este despliegue de «Guerra Total» (ese "Der Totale Krieg" fascista) contra Sánchez y judeomasonicosizquierdistasfeministasinvertidosanimalistas... La Propaganda  de la "orientación, censura, consigna". El acto ya no de informar, de buscar y contrastar, de evaluar y analizar, sino de mentir, con inmoralidad, para influir en una sociedad manejable.

De este modo, fieles al mandato político, periodistas ciegos que adecúan de forma torticera,, deforman o conscientemente distorsionan los hechos, la realidad, para transmitirlos después, hoy al final del lamentable acto, a una audiencia ansiosa por oír y aceptar, sumisa con la repetición de la mentira.

La historia no los absolverá, los olvidará con sus letras diluidas en la turbiedad de las cloacas.

AMANUENSES ENTRE LOS QUE SÍ FUERON.