No. Porque lo siento, lo quiero, y lo libero, porque puedo, me apetece y lo hago, no voy a dejar, no voy a quedarme callado, con los brazos cruzados, pendiente de la excusa o un ruido innecesario, con la mirada neutra, como quien mira un lienzo en blanco, una pared encalada, el pensamiento plano, no, no voy a traicionarme, a no importarme que lo injusto me sea indiferente. En absoluto. Al igual que jamás lo será en mí la belleza, intrascendente, en sus infinitas expresiones, visibles e invisibles, yo consciente o enajenado, triste o contento, realizado o buscándome los trozos y siempre con el anhelo de juntarlos. Aunque los deje hacer, sí, a esto de no ser indiferente ante lo injusto ni ante la belleza, a que confíe en el curso de la realidad, de la providencia, del tiempo que se sucede en un espacio, de la energía puesta en la intención, en un sueño pronto concretado, como esa solitaria flor, tan serena, entregada a la cristalina corriente de la Cueva del Gato, en Benaoján.
"NO SOY INDIFERENTE A LO INJUSTO"
© F.J. Calvente.
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