Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 3 de agosto de 2019


Hoy cumplo años. Hoy, 3 de agosto, es mi cumpleaños. Mi cumplevida, como mejor prefiero entender y supongo que con término más acertado. No celebro, no, sólo presto cierta atención al dato, al guarismo, o a esta efemérides cada vez más desafecta, más incolora, y por mucho que me toque o, será la edad, tanto me aplasta con su peso. En verdad, hoy es un recordatorio, otro punto cero, para el año ya pasado, y formal en el comienzo del venidero. Y no aspiro, no quiero, reflexionar sobre esta postrera anualidad, ni mucho menos con la siguiente en cuanto a renovar deseos, apuntalar ilusiones, ni ignorar los males o los miedos. ¿Cómo era aquello de los “Cuentos” de Juan de Arguijo? Sí, esto de ¡virgencita que me quede como estaba ...!" Pues eso. Suficiente.

Pese a todo, he querido compartir esta foto del paseo central de la Alameda del Tajo de Ronda, realizada un atardecer de ayer por mi hija Ángela. En esta, en uno de los lugares más bellos del universo, se me ve de espaldas, andando hacia cuanto busco y que en ese momento, alguna magia sin duda, no buscaba pero allá estaba con su llamada y aliento. Una escena con la que me siento muy cómodo y afortunado. Un hombre que mira el ocaso y, sonriendo, (gracias Frida Kahlo) grita en sus pasos: Allá voy de nuevo, entero o a pedazos, pero allá voy... a por otro año.

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