Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
sábado, 26 de octubre de 2019
«BOTIJOS EN EL CIELO»
Andando por Gilena (Sevilla). Unos botijos en las alturas. Y me pregunto: ¿Puede saciarse una determinada sed, elevada, con cielo? Prosigo el paseo, respondiéndome: Sin duda alguna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario