Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



martes, 1 de octubre de 2019

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "EL ENIGMA QUIJOTE" de José Barroso.

“O yo me engaño, o esta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto”



Esta de arriba será la única cita del Quijote de esta reseña que no encontraremos en la novela del rondeño José Barroso, “El Enigma Quijote”, (Pie de Página. Colección Tinta Negra, 2018); pero ideal la frase para reunir el sentido y valor de esta magnífica narración en torno a un poderoso secreto cervantino. Antes de entrar en la consideración del libro, tan de justicia el reconocimiento, por supuesto, indicar que cuando nada o poco podía, literariamente, asombrarnos a lo ya acostumbrado por Barroso, tras sus notables obras de registro histórico (“La caída de la República”, “El ocaso de Alejandría” y “El secreto de Arunda”), cambia de género literario para volver a atraparnos, con osadía y habilidad, a encandilarnos con una nueva novela de corte negro, colmada de intriga y acción, sin abandonar el matiz histórico, elevando su solvencia y lucidez narrativa, su concreción inspirativa, hacia un nivel, y no es exagerado, soberbio. De hecho, en una anterior reseña de su obra histórica, señalé cómo, con las distancias aun consabidas y no extensas, la comparación, el paralelismo, o el interés expresivo con escritores de este tenor y de renombre y en la mente de todos, se mantenían en un encomiable ras, insisto, de escasa acentuación frente a estos autores consagrados; de ahí que, ahora, “El enigma Quijote”, esté a la zaga, e incluso superior a últimas producciones de los que ya sabemos sin necesidad de grimorios ni códigos Da Vinci y otros afamados del thriller de misterios religiosos e históricos. Aquí, Barroso nos descubre, de entre otros enigmas escondidos en el mítico Don Quijote de Miguel de Cervantes, precisamente la localización exacta de su evocada apertura: “En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”. Un apasionante relato, este, de José Barroso, el cual bien merece, por seriedad, considerarse un acontecimiento editorial y un goce para los sentidos del lector.

Sinopsis:

“Miguel de Cervantes encontró el lugar perfecto donde esconder un secreto: a la vista de todo el mundo. Durante cuatro siglos, millones de lectores han disfrutado del Quijote sin saber que un poderoso secreto, un anhelo instaurado en la mente del ser humano desde los albores de la civilización, se oculta entre sus líneas. En la actualidad, el aparente suicidio de un bibliotecario pone sobre la pista del misterio a un policía, a un veterano experto en textos clásicos y a su antigua alumna. Pero no están solos; una poderosa organización está dispuesta a todo por preservar el secreto y, con ello, su propia supervivencia. Comenzará entonces una carrera contra el reloj que discurre entre los principales escenarios reales del Quijote y las pistas ocultas en las páginas de la obra cumbre de la literatura castellana.”

“Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse”

“El enigma Quijote” es un thriller trepidante, en torno a un misterio poliédrico trazado con matemático fundamento, y donde se entremezclan la cábala, la alquimia, el oscurantismo de la época y alguna forma encomiable de encontrar la libertad; un entresijo diestramente soterrado por Cervantes en las páginas de su obra universal, hasta que en la actualidad pudiera dilucidarse y divulgarse por unos protagonistas bien caracterizados, creíbles, sometidos a una vertiginosa acción por lugares propios y extraordinarios. Todo ello, estimula a una lectura ágil, amena, un devorar de páginas sin descanso y sin que decaiga el interés. Indudablemente, el suspense constituye el motor de la novela, si bien, el recurso histórico, poblado de información y datos verídicos, da cuenta de una nueva muestra de la autoridad del autor en estos menesteres historiográficos, tan imprescindibles para resolver un enigma iniciado en el siglo XVI y quizás, se insistirá, despejado hoy en día…

“… el arte y ejercicio de la caballería encierra en sí todas las ciencias del mundo (…) a quienes no están versados y perictos en esto de la caballería andante, pues todo está ya claramente explicado, aunque solo lo comprenderán los varones esclarecidos”

Tras ese conspicuo secreto cervantino, en una carrera “contra reloj” por la geografía hollada por el mítico e ingenioso hidalgo y por su autor, o autores, por lóbregos túneles, cavernas, tumbas, iglesias…, descifrando el contexto oculto en las frases del Quijote, jeroglíficos, herméticos mensajes, marchan sus personajes, originales, también investidos por unos tics distintivos del género negro, que los hace interesantes, no ajenos, y verosímiles: El inspector Vigalondo, bipolar y contrito, y la subinspectora Eva Nevot, frágil y precisa, investigan unos misteriosos suicidios que les lleva al texto del Quijote como “leit motiv” de los mismos y a un contexto mayor y excepcional. A ellos se les une Estela Miró, investigadora de textos antiguos en la Biblioteca Nacional, y el profesor Covarrubias, erudito en literatura clásica, que van desgranando las pistas ocultas en el libro y que les lleva a recorrer con urgencia e incluso recelo los escenarios de la Mancha y relacionados con aquello que debe permanecer impenetrable, pues estos están sometidos a un estrecho y fuerte acoso por una importante organización, La Compañía, que no dudaría en nada para preservar el formidable enigma y a través de su brazo ejecutor, El Cazador.

“- Sabio, solo, solícito y secreto –repitió Covarrubias-, Miguel de Cervantes se hace eco en el Quijote de un dicho muy popular en el Siglo de Oro. “ (…) Cuatro eses que dicen que han de tener los buenos enamorados…”

Además del reto propuesto por Barroso, porque entusiasma cómo a través de una absorbente lectura van encajando una a una las pistas, las teselas de un puzle que acaso inició Cervantes y del que, gustosamente, José Barroso le recogió el guante entregándolo a los lectores, en un envite ya no solo por la “ficción” de la trama (¡ojo al encomillado!), sino por otros misterios esparcidos por las páginas del Quijote; uno de los cuales, ya mencionado, es la identificación del contexto que hay detrás del épico “En un lugar de la Mancha…”, y para el que Cervantes despliega una serie de indicaciones que, como un juego de rol,  seguirlas y descubrir dónde; un juego, pues, mantenido y hilado por Barroso para afirmar ese lugar irrefutable y aun así sometido a la consideración del lector. Además de este lúdico desafío, encomiable la aportación de José Barroso para engrandecer, para volcar el interés del lector, su curiosidad, la lectura obligada, el encanto por la eterna “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.

Asimismo, por la interesante figura de su autor, Miguel de Cervantes Saavedra, que bien merece, por su talla, por su vida, otra gran historia. Éste, “el manco de Lepanto”, “Príncipe de los Ingenios”, quien fue novelista, poeta, dramaturgo… militar, navegante, espía… también fue recaudador de impuestos, comisario de abastos; tarea esta última que lo llevó a Ronda, ciertamente, y donde estuvo alojado en la Posada de las Ánimas, motivo elegido en la fotografía de esta reseña, e incentivo, porque hay materia y atractivo, para otra fascinante novela. Con esto, encajo otra cita que no tiene nada que ver con cuanto aquí se trata, pero que resume la sensibilidad por recuperar a nuestra obra cumbre de la literatura y a lo que ha contribuido José Barroso, en palabras de Ismaíl Kadaré: “La suerte de don Quijote nos hace conscientes de una gran verdad: el clima de nuestro planeta resulta excesivamente duro para personajes así, tan delicados y frágiles como don Quijote. Por eso, cuando ellos se aventuran a salir del vientre de la literatura, lo mismo que los niños del útero materno, su aventura puede tener consecuencias dramáticas. Estamos obligados a defender a este gran personaje de la humanidad”.

“Advertid, hermano Sancho, que esta aventura y las a esta semejantes no son aventuras de ínsulas, sino de encrucijadas…”

Una novela, “El enigma Quijote”, muy recomendable: por su amenidad, por su suspense, por su fascinación en un misterio histórico y literario, por estar muy bien escrita, con una prosa sencilla, ágil, funcional, y porque una vez empezada su lectura, no la abandonas hasta el final, dejando esa grata impresión de una historia, de una aventura, perdurable en la memoria y en los sentidos.


“Hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que, después de sabidas o averiguadas, no importan un ardite al entretenimiento ni a la memoria”

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