Estoy aquí. Y estoy
aquí para estar más allá. Estoy aquí, en este otero de “Las Aguzaderas”, para
estar en una cicatriz del Universo. Desde este exclusivo balcón al Alto Genal,
con un sinuoso derrame de cal, silencios y cobijos del caserío en la fruncida inmensidad
de rocosos cielos y el esmeralda de un océano boscoso, Cartajima cerca y
Pujerra en lontananza, atisbo, aferro un mínimo retal, un jirón en el cabo de
la estela de su secreto, de la dimensión de su misterio. Acaso intuyo el
paradero o la esencia de aquellas manzanas doradas, en este definitivo Jardín
de las Hespérides, donde no hay que ser Hércules, ni efectuar ninguno de los “doce
trabajos” ordenados por Euristeo, ni antihéroe ni dogma, para descubrir sus
tesoros. Solo bastaría con dejarse llevar, renunciar, abandonarse en esta
vagina de Hera, de la Diosa, Mujer, y Naturaleza, por esta única entrada al
Otro Lado, al Otro Mundo, para ser solo emoción, caudal, ser leyenda para ser
en Todo. Vivir, no sobrevivir, este momento de calma y consciencia. Sentir para,
desde este balcón, alcanzar la inmortalidad, da igual si del alma o en Aquello.
Sí, Cortázar, "Y entonces te parece que solamente estás ahí en donde
estás."
“EN EL ALTO GENAL”
© F.J. Calvente
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