Y ya puestos, sin ridículos hiperbolismos patrios, ni enquistadas necedades, ni menosprecios varios, no tengo inconveniente en declamar un presente y enfático ¡VIVA ESPAÑA! Y si me apuran con los otros ¡Vivas! del ordenamiento conservador y diferenciador, los del ¡VIVA EL REY!, miren, también lo efectúo, lo grito, o lo arrojo, ya sin pose encarada ni envarada porque, afortunadamente, no me ven, sin escrúpulo alguno ni menoscabo: ¡VIVA! ¿Se oye? Aunque estas eméritas loas, al menos, será por libertad de elección, de expresión, en un sistema democrático, ambiciono, deseo, no sean aquellas tan abstractas, ni vacías, por favor. Que ¡Viva el Rey!, pues eso; o acaso mejor con un enjundioso ¡VENGA!, traído por caso con un Faustino I Gran Reserva, Rioja (aunque la economía, la cesta del súper, tercie al V o al VII. Conciencia de clase o de penuria), que nombre real, dinástico, tiene el sujeto embotellado, de acuerdo, aunque sea de regente aun inédito; pero cuyo caldo, limpio, brillante, púrpura con tonalidades ocres, a la vista, complejo y delicado al gusto, con matices especiados, a tabaco y ebanistería, amielado, suave, ágil y equilibrado, reconforta cualquier cuerpo español y muy español, e inclusive, ebrios o sobrios, a todos los ánimos.
¡Españoles, Salud!
Pd.: Por la cuenta que me trae, ¡Viva mi mujer!, al fin y al cabo la que manda en mi casa.
F.J. Calvente: ¡Presente!
No hay comentarios:
Publicar un comentario