Pasos que no dejan
huella.
Pasos en el silencio
de la noche, encaminados hacia un misterio; por eso son discretos, por eso son
invisibles, dudosos, para no dejar huella, para no dejar un indicio que solo a
uno, en su andar solitario, en su conciencia, pertenece; y para que otros, con
este rastro si fuese, tan posible, y cierto, consigan ahorrarse, precaverse,
esconderse o favorecerse en su aciago afán destructivo de desnudar primero al
misterio, a violarlo con violencia, a contaminarlo con grosería, a reírse con
infamia, y a arrojarlo en una realidad gris y superficial; sin lágrimas, sin
consuelos, sin una redención que los destrabe de su esclavitud, de sus
negruras, de la muerte en unos señuelos de vida vadeados por unos sentidos viciados,
o ciegos por no querer ver, de un corazón que no siente o siente el instinto, a
gritos. Pasos que no dejan huella al ser absorbidos por la belleza, por la
fantasía del paseo más bonito del mundo, único, como para que algo y ni menos
alguien lo eclipse, imponga su sombra o marque su impronta en su dimensión
inaprehensible, y aun así desprendida. Solo aquí se respira, se ama, se llora, se
ríe con, se busca y se alcanza un alivio, un milagro, donde uno se reencuentra
con un todo esquivo, sinónimo, necesario por intrínseco y hasta esos instantes omitido.
Solo aquí y ahora se "traga noche", una de sus posibles
imposibilidades, como otra fabula homérica a través del canto escarchado que
derraman las farolas, que reflejan las losas como espejos en los que deslizarse
con satisfacción y confianza, con algo de gloria y romance. Solo aquí y ahora acontecerá
la disputa que aúna, que no deshace. Una lucha de reconciliaciones, la que será
sumisa, entregada, o la que será de una inmensa y hermosa fuga; arrastrada,
imantada por una cósmica inercia, por un flujo sorprendente, y auténtico, como un
dejarse ir en la inhalación de esa boca negra de la noche, en el fondo de
cualquier fondo que igualmente aspira a un término que lo puede ser todo como asimismo
nada.
“En el silencio mismo
(no el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de
los pasos perdidos.” Gracias, Alejandra Pizarnik, por la compañía, por tu
susurro en mis oídos, tan incisivo como esos fulgores metálicos de los faroles,
tan misterioso como ese telón oscuro que siempre conducirá al abismo, y al que
señala, hacia la rendición y hacia la evasión, la encrucijada de líneas cismáticas
en el pavimento, en su dibujo geométrico de una armonía de los opuestos.
Pasos que no dejan
huella, afuera sin duda, adentro no lo es tan seguro.
“PASOS
SIN (OTRO) FIN”
F.J.
Calvente ©
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