“El peor enemigo es
el enemigo cotidiano, el ser amable que te fuerza a repetirte a diario: “No le
confíes tus debilidades, su preocupación no es real. Solo se está aprovisionando
con las armas que tú le regalas y usará contra ti cuando la guerra se torne
abierta.”
He terminado la
lectura de “Aquitania” de Eva García Sáenz de Urturi, y, curiosamente, he
recordado la misma vicisitud u opinión con otra premiada del Premio Planeta,
Dolores Redondo, con “Todo esto te daré”. Y al igual que ésta con el éxito de
la Trilogía del Baztán, Eva G.ª Sáenz de Urturi, por su sensacional Trilogía de
la Ciudad Blanca (“El silencio de la ciudad blanca”, “Los ritos del agua”, “Los
señores del tiempo”) no habría ganado esta edición de 2020 del Premio Planeta
con “Aquitania”. Tal vez de esta manera, en ambas ocasiones, la editorial se
garantiza el éxito comercial y amortización del desembolso de los 601.000 euros
del galardón. Por otro lado, y sin desmerecer la habilidad de la escritora en esta
novela histórica o historia novelada, este “codiciado” premio literario (por su
cuantía económica) sigue en su misma y discreta línea o corto nivel literario. Con
todo, insisto en no rebajar el mérito de Eva García Sáenz de Urturi en esta
novela amena, correcta, con todos los ingredientes para pasar un rato entretenido
de lectura.
Sinopsis:
“1137. El duque de
Aquitania —la región más codiciada de Francia— aparece muerto en Compostela. El
cuerpo queda de color azul y con la marca del «águila de sangre», una ancestral
tortura normanda. Su hija Eleanor decide vengarse y para ello se casa con el
hijo del que cree su asesino: Luy VI el Gordo, rey de Francia.
Pero el propio rey muere
durante la boda en idénticas circunstancias. Eleanor y Luy VII intentarán
averiguar, junto con los gatos aquitanos —los épicos espías de los duques—,
quién quiere a los inexpertos reyes en el trono.
Décadas antes de la
muerte del duque de Aquitania, un niño sin nombre es abandonado en un bosque
por sus cinco madres. Acaso un monstruo, o tal vez un santo, el pequeño
superviviente acabará convirtiéndose en uno de los hombres más excepcionales
del medievo europeo.”
“En un mundo de hombres que no se preocupan por las formas ni las
maneras, que solo ejecutan y aplastan todo lo que doblegan, busca siempre que
la huella de tus actos sea bella…”
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