Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 22 de septiembre de 2022

"DESAGÜE"

 "El monstruo había huido por el caño de desagüe, también como los gatos o como los presidiarios, que serían capaces de escalar el cielo valiéndose de un caño de lluvia."  

De "El fantasma de la ópera", de Gastón Leroux.





Y digo yo:


No ha llovido lo suficiente para limpiar el ambiente de tanto desatino e impureza. Si bien, ha llovido lo suficiente para convencernos de que para asentar lo nuevo es necesario deshacerse de lo viejo, de lo inservible y sucio por usos, abusos y desusos. Nuevos tiempos, caras, proyectos, fatuos vídeos o mascaradas, compromisos o incluso promesas no pueden construirse con fórmulas viejas y más con aquellas que demostraron su ineficacia o inutilidad. Desocupar para ocupar. Salir para dejar entrar. Al hilo, siguen los políticos mostrándose emboscados y sobreactuados, grey de aquí, y a estas alturas ridículos por inmaduros, sí, lo que después de tanto tiempo supone otro problema de orden más químico que social; siguen sin ser sinceros, ni honestos, por no mostrar, entre otros aspectos y contextos, cuanto de modo inveterado han o nos han ocultado: la trastienda de la política o, más apropiado, de su forma de efectuarla; la digestión, las cañerías, el proceso intestinal de la gestión o disimulo, los desagües, no solo para eliminar lo caduco y residual, sino para limpiar el interior para que continúe siendo vivo y tal vez diligente y servicial. Los de la orilla derecha siguen confiando en la sequía que les olvide y nos olvide de un estreñimiento y atoro ya con signos crónicos; los de la otra orilla (con honrosas excepciones) aún continúan en su deglución perdurable y vicaria, ni aún por el mucho ardor o reflujo que les cause y nos cause el mazacote reiterativo sin digerir e ínsipido. Entretanto, ayer mismo, unos han estado más espabilados que los otros o estos han agotado sus recurridos y frívolos recursos o trampantojos (prepotencia, descaro, victimismo y ataque con medias verdades al contrario y próximo), pillados en su ineptitud y cinismo; ahora en la polémica de una eugenesia turística y de apariencias a través de un holocausto felino o gatuno. Gatos a los que algunos munícipes diestros han responsabilizado del consumo, y basuras, de las latas de refrescos y alcohol y de una variedad importante de plásticos de golosinas y comidas y colillas esparcidos por la cornisa y jardines del Tajo. Obtusos. (¿Dónde fueron los gatos de la Alameda, junto a la Casa de la Cultura?).  Gatos que han "escalado el cielo" en una "solución final" administrativa. Pobres y pacíficos animales.


Hoy ha llovido, algo, lo cual ha permitido limpiar la ciudad de sucias y empecinadas costras, pocas. Sin embargo, no ha llovido lo suficiente para irrigar a cierta conciencia cívica o política, a una y otra orilla del espectro, y especialmente para que los gatos huyeran de la muerte por un caño de desagüe. 


"DESAGÜE"

F.J. Calvente.


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