Y digo yo:
El problema, polémica, delito,... decepción e indignación, tan ridículo y patético a partes iguales, lastimoso... no es que el caudillo de Vox, Santiago Abascal, haya vuelto a insultar, esta vez llamándolo "capullo" y sin aludir a la marca de su partido, al Presidente del Gobierno, es decir, a una institución de la democracia española, a España, no, no, no, el problema, polémica... no es el habitual insulto como único ideario político, como únicos argumento y propuesta de interés y bienestar para los españoles, vacío, ruidoso, desesperadamente vacío y ruidoso, demostrando no solo una arrogante ignorancia, su incapacidad intelectual y directiva, un odio que no lleva a ninguna parte, pero destruye como su continua mentira, no, no, es otro, otra cosa. Y graciosa.
Porque hay que tener un cuajo delirante, una desvergüenza absoluta, celebrar, él, Santi, el Día del Trabajo, (paradigma del "dar palos al agua"), conmemorar el Día de los Trabajadores, él, (a ver si Iker, milagro sería, aun en su presbicia izquierda, decide tratar ese enigma de la "vida laboral" de aquel en sus programitas), en un acto muy a lo comunista organizado por esa falange de Vox, el llamado sindicato Solidaridad, que mira existen nombres más apropiados y no este desvirtuado o provocado por su barrunto fascista, para que ese vago generalísimo no reivindique (¿Cómo?) los Derechos (¿Y eso?) de los Trabajadores (¿Qué es eso?) en tan señalado día, sino aprovechar cualquier motivo para desviar la atención y centrarla en el insulto, ineludible, al Presidente del Gobierno. Entretanto, (¡Vaya! ¡Vaya!), indicaba, discurre sigilosamente la condena a su Vox (Vagox) por financiación irregular, o del desvío de millones de euros a una fundación solo controlada por él, "Obescal", llámalo su Trump, conmemorando, sí, el Día del Trabajo. Para llorar, gritar y correr... Mucho mejor descojonarse.
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