- ¿Qué tocaba ahora, Angus?
- Novela negra… Adivina cuál y a través de estas líneas
como desinteresado aperitivo: “Me senté
de nuevo, aunque más pareció que me derrumbara. Sobre la mesa estaba su copa
sin tocar, con la aceituna solitaria sumergida en la bebida. Su colilla, en el
cenicero, tenía una mancha de pintalabios. Miré mi propia copa medio vacía, una
servilleta de papel arrugada, una escama o dos de ceniza sobre la mesa que un
soplo haría desaparecer. Estas son las cosas que dejamos tras nosotros; esas
esas son las cosas que recordamos… No estaba lloviendo, tan solo lo parecía a
mis ojos”
- ¡Buenísimo!... No se me ocurre nada, ni cuál su autor.
- “La rubia de ojos negros”, de Benjamin Black.
- ¡Ah!... Garantía para una buena y entretenida lectura…
Un nuevo caso del doctor Quirke, ¿no?
- No… Una sensacional aventura de Philip Marlowe.
- ¿Cómo?... ¿Marlowe?... ¿No has dicho Benjamin Black? Estoy
seguro de que no has mencionado a Raymond Chandler, su creador.
- Verás, John Banville… Supongo que estarás al tanto de que
Benjamin Black es su alter ego, en verano se dedica a escribir novela policíaca
con este pseudónimo porque considera que esta estación es la más infértil para
un escritor… Por cierto… a ver si ya le conceden el Nobel de Literatura…
Banville, como te decía, recibió el encargo de los herederos de Raymond
Chandler para resucitar al mítico Philip Marlowe; y tanto le gustó el reto que
nos ha deleitado, indefectiblemente, con una fenomenal novela policíaca, de las
clásicas, de las que tanto se echan ahora en falta.
- Impecable entonces… ¡Mmmm!… Me la leeré… Y más porque
John Banville escribe infinitamente mejor que Raymond Chandler…
- Bueno… Ambos tienen sus propias virtudes y menoscabos
con lo que hacen, y no me gusta juzgar a uno por el otro y más con el personaje
de uno de ellos… Es como si, salvando las distancias, Manuel Vázquez Montalbán
despertara a Sherlock Holmes o Miss Marple… o Jo Nesbø al Comisario Maigret o
al Padre Brown… No son las mismas épocas, los mismos estilos… Chandler innovó y
dio valor a un género que por entonces se consideraba menor en la literatura, y
Banville es… un genio.
- Tienes razón… Y sin embargo tengo algunas dudas… Verás…
Tan amantes que somos los dos de la novela policíaca, que hemos leído casi todo
de Chandler y Black… Me pregunto, y te pregunto, si el Marlowe de Black es
igual al que creó Chandler… Ese detective observador, intuitivo, pesimista y
cínico… recuerdo literalmente su propia descripción: “Soy un investigador privado con licencia y llevo algún tiempo en este
trabajo. Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya no soy un jovencito
y carezco de dinero. He estado en la cárcel más de una vez y no me ocupo de
casos de divorcio. Me gustan el whisky y las mujeres, el ajedrez y algunas
cosas más. Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un par con los que
me llevo bien. Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni
hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, si es que
sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas
personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie
tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo”
- ¡Memorable!... de la novela “El Largo Adiós” de
Chandler… Verás, es difícil… Si no has leído anteriormente algún caso de Philip
Marlowe, te enganchará la versión de Banville; y si, como nosotros, conocemos
hasta el olor de sus cigarros o el sabor del cóctel Gimlet… reconocemos y
admiramos a este con aquel… enganchándonos de nuevo con una iniciativa de la
que espero tengo nuevas entregas; porque es una delicia volver a leer y
recorrer, como si formáramos parte de la misma historia, los hechos y lugares,
desde su despacho en el Edificio Caluenga en Hollywood Boulevard, a lo largo y
ancho de Los Ángeles de los años cincuenta…
- Insisto que tienen que haber diferencias importantes
entre un Marlowe del otro, y más en uno y otro marcados por la impronta
personal de este o aquel escritor, ¿verdad?
- De acuerdo, Banville/Black impone su sello especial en
este Philip Marlowe moderno… pero conste que es un juicio muy personal… Y dicho
esto, a ver cómo lo encarrilo… Verás: Chandler nos presentó a su personaje
como, conjuntamente a los adjetivos que has utilizado anteriormente, de
individuo observador, intuitivo, pesimista y cínico, a alguien de moral propia,
duro, seco, encerrado en sí mismo, dentro de una impenetrable corteza, sin que
su autor y por ende nosotros, los lectores, conozcamos algún matiz de su alma,
y no necesariamente su pátina atormentada o descreída hasta de sí mismo… ¿Me
vas siguiendo?...
“Las sonrisas más
bonitas poseen una pizca de melancolía”, tu mueca me ha hecho recordar
estas palabras del libro… Bien, Black, por el contrario, nos presenta a un Marlowe
más… quizás más blando; de quien, por su actividad, se obliga a ser un tipo frío
y duro, pero que, bajo su apariencia, tiene su corazoncito que late, como
cualquier otra persona, ante cualquier contexto o emoción... Tanto que incluso
se permite aquí flaquear con los criminales, manifestar una empatía
determinada; y más por el hecho de amar y sentirse amado con la explosiva
protagonista de esta historia, la mujer o diosa Clare Cavendish… Un Marlowe,
pues, que nos abre, o entreabre un poco a qué hay en su interior más profundo,
sus sentimientos y emociones; digamos que Black descascarilla un poco esa coraza
impasible, hasta entonces hermética de su humanidad…
- Un nuevo aliciente para leer la novela… Esto… ¿Cuál es
su argumento?… hasta donde puedas contarme, ya me comprendes…
- Claro… Imagínate, o ponte en situación: arranca la
década de los cincuenta. Philip Marlowe se siente tan inquieto y solo como siempre,
y el negocio vive sus horas bajas, cuando irrumpe en su despacho una nueva
clienta: joven, rubia, hermosa y elegante, Clare Cavendish, la rica heredera de
un emporio de perfumes, casada, pretende que Marlowe encuentre a un antiguo
amante, un hombre... Y ya no quiero destripar más su trama… Lee la novela…
- Sin duda alguna… Un clásico, ¿eh?
- Más que un clásico, y por la virtuosa prosa de Banville
con la que define situaciones, lugares y personajes… A lo largo de sus páginas
consigue que el lector ya no sepa si está leyendo un libro o viendo en el cine,
con un refresco y palomitas en el regazo, ya no con un Chesterfield encaramado
a los labios, una película en blanco y negro. Una de esas películas de malos y
buenos, de policías y criminales… Una cuenta atrás para Marlowe, una historia
en la que hay que encontrar al culpable entre trago y trago, en locales de mala
muerte y con el sudor pegado al cuerpo por una inclemente atmósfera, con la lluvia
tras los cristales o calándote, coche arriba, coche abajo, palizas y amenazas, algún
fiambre, mentiras... Una cuenta atrás llena de sorpresas y giros inesperados, una
sencilla trama sobre un turbio asunto relacionado con el tráfico de drogas, el
cine, y que, por el valor de las palabras del escritor, su manera de escribir, trasciende
su frivolidad para hacer de ella una obra maestra… Y por encima de todo, Philip
Marlowe.
- Philip Marlowe… un personaje soberbio, inolvidable…
- De malicia fascinante, entre irónico y sombrío… Fíjate
en este extracto o monólogo de Marlowe: “Desde
el otro extremo de la barra, un cliente le hizo una seña a Travis, que se
aproximó para atenderle. Me senté y empecé a conjeturar sobre esto y aquello y
lo de más allá. Por ejemplo: ¿por qué el primer sorbo de cerveza es mucho mejor
que el segundo? Ese era el tipo de especulación filosófica que me iba, de ahí
mi reputación de investigador sesudo. También pensé en Clare Cavendish, pero,
como bien había dicho Travis, me descentraba, así que retorné enseguida a la
cuestión de la cerveza. Puede que la respuesta fuese la temperatura. No se
trataba de que la cerveza estuviera más caliente en el segundo sorbo, sino de
que la boca, al haberla saboreado una primera vez, sabía qué esperar del
segundo trago y ya estaba preparada, lo que hacía que se esfumara el factor
sorpresa y, por tanto, disminuyera el placer. Mmmm. Parecía una explicación
razonable, pero ¿era lo bastante exhaustiva para un maniático como yo? En ese
momento, Travis regresó y di un respiro a mi cerebro”
- Novela negra, de las que se disfrutan y saborean, de
esas que te transportan a los años 50, que te atrapa desde el primer momento y
según avanzas la lectura notas cómo a la par de tu agrado, sientes el temor de
que termine y tengas que despedirte, quizás para siempre, de Marlowe…
- Así es… y creo que ya no tendrás ninguna pega para no
leerla… Cuando comiences su lectura, como a mí, ni dos días te dura… Black
consigue que te mantengas pegado a la novela desde la primera a la última
página, logra que no levantes la vista de la historia hasta que llegas desdichado
al final… Te hace ser absolutamente dependiente, alineado, absorbido con el
desarrollo de la trama a través de sus obscuros personajes.
- ¡Oye!, ya que vuelves a hablar de los personajes… Vale
que, como mencionaste antes, los malos no sean tan malos, incluso provocando
esa cierta empatía del duro de Marlowe con ellos… Sin embargo… la protagonista…
la mujer… ¿Con Black siguen siendo mujeres definitivas, tremendas, hermosas, fatales…;
que en vez de ser mujeres imponentes, por su belleza y elegancia, eran más bien
diosas…?
- Son diosas… por su belleza y carácter, por su elegancia
y comportamiento, con ese aire divino de estar muy por encima del personaje
principal; tanto que en esta novela asistimos a un Philip Marlowe sobrepasado,
vulnerable, confuso con el amor. La idea de que Clare estuviera enamorada de él
lo agrada, le hace sentir bien. Insiste Marlowe hasta el mismo final en decir
que sí, que estaba un poquito enamorada de él, por eso hicieron el amor; por
eso, con independencia de una historia o de un caso detectivesco insulso, en
todo caso no es complicado, el sentimiento hacia la mujer no resta interés al
mismo y no quita que se sintiese malherido, aún más rendido al sensualismo elevado
de la mujer… En las siguientes palabras creo que sintetiza brillantemente el
tema:
“No puedo decir que no la echara de
menos, que no la echo de menos. Una belleza como la suya no pasa por tus manos
sin quemarlas. Sé que estoy mejor sin ella. Eso es lo que me digo. Lo sé y
algún día también lo creeré”. En otro orden de cosas, o en un plano
anecdótico, el personaje de Clare Cavendish, en una hipotética película sobre
el libro, Banville/Black lo ve interpretado por la actriz Kate Blanchett…
- Bueno… Mientras Philip Marlowe siga siendo Humphrey
Bogart… Aunque para Chandler su favorito era Cary Grant.
- Imposible… No obstante, John Banville ve en George
Clooney el actor ideal para caracterizarlo.
- Voy a leer “La rubia de ojos negros” ahora mismo.
- Portentosa y perfecta novela, tenlo por seguro. Ágil,
con un magnífico empaque de género negro clásico, con clase, con esa clase que
no se recuerda desde los autores consagrados, y que mucho echamos hoy en día en
falta, con independencia de la interesante novela policíaca que se hace en la
actualidad… Pero esta pericia, la genialidad del autor en los diálogos, las
descripciones, los personajes… la hace una novela imprescindible.
Me gustan las novelas policíacas, y conozco a Marlowe, aunque no a este moderno(ahora un poco si) ¿George Clooney?..no sé..
ResponderEliminarComo Humphrey Bogart nadie interpretará a Philip Marlowe... Te fascinarán tanto las novelas policíacas de la serie doctor Quirke escritas con el seudónimo Benjamin Black, como sus otras y reconocidas obras con su verdadero nombre, John Banville, en especial "El mar".
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