Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



jueves, 17 de septiembre de 2015

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "LA RUBIA DE OJOS NEGROS" de Benjamin Black


-  ¿Qué tocaba ahora, Angus?

-  Novela negra… Adivina cuál y a través de estas líneas como desinteresado aperitivo: “Me senté de nuevo, aunque más pareció que me derrumbara. Sobre la mesa estaba su copa sin tocar, con la aceituna solitaria sumergida en la bebida. Su colilla, en el cenicero, tenía una mancha de pintalabios. Miré mi propia copa medio vacía, una servilleta de papel arrugada, una escama o dos de ceniza sobre la mesa que un soplo haría desaparecer. Estas son las cosas que dejamos tras nosotros; esas esas son las cosas que recordamos… No estaba lloviendo, tan solo lo parecía a mis ojos”

- ¡Buenísimo!... No se me ocurre nada, ni cuál su autor.

- “La rubia de ojos negros”, de Benjamin Black.

- ¡Ah!... Garantía para una buena y entretenida lectura… Un nuevo caso del doctor Quirke, ¿no?

- No… Una sensacional aventura de Philip Marlowe.

- ¿Cómo?... ¿Marlowe?... ¿No has dicho Benjamin Black? Estoy seguro de que no has mencionado a Raymond Chandler, su creador.

- Verás, John Banville… Supongo que estarás al tanto de que Benjamin Black es su alter ego, en verano se dedica a escribir novela policíaca con este pseudónimo porque considera que esta estación es la más infértil para un escritor… Por cierto… a ver si ya le conceden el Nobel de Literatura… Banville, como te decía, recibió el encargo de los herederos de Raymond Chandler para resucitar al mítico Philip Marlowe; y tanto le gustó el reto que nos ha deleitado, indefectiblemente, con una fenomenal novela policíaca, de las clásicas, de las que tanto se echan ahora en falta.

- Impecable entonces… ¡Mmmm!… Me la leeré… Y más porque John Banville escribe infinitamente mejor que Raymond Chandler…

- Bueno… Ambos tienen sus propias virtudes y menoscabos con lo que hacen, y no me gusta juzgar a uno por el otro y más con el personaje de uno de ellos… Es como si, salvando las distancias, Manuel Vázquez Montalbán despertara a Sherlock Holmes o Miss Marple… o Jo Nesbø al Comisario Maigret o al Padre Brown… No son las mismas épocas, los mismos estilos… Chandler innovó y dio valor a un género que por entonces se consideraba menor en la literatura, y Banville es… un genio.

- Tienes razón… Y sin embargo tengo algunas dudas… Verás… Tan amantes que somos los dos de la novela policíaca, que hemos leído casi todo de Chandler y Black… Me pregunto, y te pregunto, si el Marlowe de Black es igual al que creó Chandler… Ese detective observador, intuitivo, pesimista y cínico… recuerdo literalmente su propia descripción: “Soy un investigador privado con licencia y llevo algún tiempo en este trabajo. Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya no soy un jovencito y carezco de dinero. He estado en la cárcel más de una vez y no me ocupo de casos de divorcio. Me gustan el whisky y las mujeres, el ajedrez y algunas cosas más. Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un par con los que me llevo bien. Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, si es que sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo

- ¡Memorable!... de la novela “El Largo Adiós” de Chandler… Verás, es difícil… Si no has leído anteriormente algún caso de Philip Marlowe, te enganchará la versión de Banville; y si, como nosotros, conocemos hasta el olor de sus cigarros o el sabor del cóctel Gimlet… reconocemos y admiramos a este con aquel… enganchándonos de nuevo con una iniciativa de la que espero tengo nuevas entregas; porque es una delicia volver a leer y recorrer, como si formáramos parte de la misma historia, los hechos y lugares, desde su despacho en el Edificio Caluenga en Hollywood Boulevard, a lo largo y ancho de Los Ángeles de los años cincuenta…

- Insisto que tienen que haber diferencias importantes entre un Marlowe del otro, y más en uno y otro marcados por la impronta personal de este o aquel escritor, ¿verdad?

- De acuerdo, Banville/Black impone su sello especial en este Philip Marlowe moderno… pero conste que es un juicio muy personal… Y dicho esto, a ver cómo lo encarrilo… Verás: Chandler nos presentó a su personaje como, conjuntamente a los adjetivos que has utilizado anteriormente, de individuo observador, intuitivo, pesimista y cínico, a alguien de moral propia, duro, seco, encerrado en sí mismo, dentro de una impenetrable corteza, sin que su autor y por ende nosotros, los lectores, conozcamos algún matiz de su alma, y no necesariamente su pátina atormentada o descreída hasta de sí mismo… ¿Me vas siguiendo?...
Las sonrisas más bonitas poseen una pizca de melancolía”, tu mueca me ha hecho recordar estas palabras del libro… Bien, Black, por el contrario, nos presenta a un Marlowe más… quizás más blando; de quien, por su actividad, se obliga a ser un tipo frío y duro, pero que, bajo su apariencia, tiene su corazoncito que late, como cualquier otra persona, ante cualquier contexto o emoción... Tanto que incluso se permite aquí flaquear con los criminales, manifestar una empatía determinada; y más por el hecho de amar y sentirse amado con la explosiva protagonista de esta historia, la mujer o diosa Clare Cavendish… Un Marlowe, pues, que nos abre, o entreabre un poco a qué hay en su interior más profundo, sus sentimientos y emociones; digamos que Black descascarilla un poco esa coraza impasible, hasta entonces hermética de su humanidad…

- Un nuevo aliciente para leer la novela… Esto… ¿Cuál es su argumento?… hasta donde puedas contarme, ya me comprendes…

- Claro… Imagínate, o ponte en situación: arranca la década de los cincuenta. Philip Marlowe se siente tan inquieto y solo como siempre, y el negocio vive sus horas bajas, cuando irrumpe en su despacho una nueva clienta: joven, rubia, hermosa y elegante, Clare Cavendish, la rica heredera de un emporio de perfumes, casada, pretende que Marlowe encuentre a un antiguo amante, un hombre... Y ya no quiero destripar más su trama… Lee la novela…

-  Sin duda alguna… Un clásico, ¿eh?

 Más que un clásico, y por la virtuosa prosa de Banville con la que define situaciones, lugares y personajes… A lo largo de sus páginas consigue que el lector ya no sepa si está leyendo un libro o viendo en el cine, con un refresco y palomitas en el regazo, ya no con un Chesterfield encaramado a los labios, una película en blanco y negro. Una de esas películas de malos y buenos, de policías y criminales… Una cuenta atrás para Marlowe, una historia en la que hay que encontrar al culpable entre trago y trago, en locales de mala muerte y con el sudor pegado al cuerpo por una inclemente atmósfera, con la lluvia tras los cristales o calándote, coche arriba, coche abajo, palizas y amenazas, algún fiambre, mentiras... Una cuenta atrás llena de sorpresas y giros inesperados, una sencilla trama sobre un turbio asunto relacionado con el tráfico de drogas, el cine, y que, por el valor de las palabras del escritor, su manera de escribir, trasciende su frivolidad para hacer de ella una obra maestra… Y por encima de todo, Philip Marlowe.

- Philip Marlowe… un personaje soberbio, inolvidable…

- De malicia fascinante, entre irónico y sombrío… Fíjate en este extracto o monólogo de Marlowe: “Desde el otro extremo de la barra, un cliente le hizo una seña a Travis, que se aproximó para atenderle. Me senté y empecé a conjeturar sobre esto y aquello y lo de más allá. Por ejemplo: ¿por qué el primer sorbo de cerveza es mucho mejor que el segundo? Ese era el tipo de especulación filosófica que me iba, de ahí mi reputación de investigador sesudo. También pensé en Clare Cavendish, pero, como bien había dicho Travis, me descentraba, así que retorné enseguida a la cuestión de la cerveza. Puede que la respuesta fuese la temperatura. No se trataba de que la cerveza estuviera más caliente en el segundo sorbo, sino de que la boca, al haberla saboreado una primera vez, sabía qué esperar del segundo trago y ya estaba preparada, lo que hacía que se esfumara el factor sorpresa y, por tanto, disminuyera el placer. Mmmm. Parecía una explicación razonable, pero ¿era lo bastante exhaustiva para un maniático como yo? En ese momento, Travis regresó y di un respiro a mi cerebro”

- Novela negra, de las que se disfrutan y saborean, de esas que te transportan a los años 50, que te atrapa desde el primer momento y según avanzas la lectura notas cómo a la par de tu agrado, sientes el temor de que termine y tengas que despedirte, quizás para siempre, de Marlowe…

 Así es… y creo que ya no tendrás ninguna pega para no leerla… Cuando comiences su lectura, como a mí, ni dos días te dura… Black consigue que te mantengas pegado a la novela desde la primera a la última página, logra que no levantes la vista de la historia hasta que llegas desdichado al final… Te hace ser absolutamente dependiente, alineado, absorbido con el desarrollo de la trama a través de sus obscuros personajes.

- ¡Oye!, ya que vuelves a hablar de los personajes… Vale que, como mencionaste antes, los malos no sean tan malos, incluso provocando esa cierta empatía del duro de Marlowe con ellos… Sin embargo… la protagonista… la mujer… ¿Con Black siguen siendo mujeres definitivas, tremendas, hermosas, fatales…; que en vez de ser mujeres imponentes, por su belleza y elegancia, eran más bien diosas…?

- Son diosas… por su belleza y carácter, por su elegancia y comportamiento, con ese aire divino de estar muy por encima del personaje principal; tanto que en esta novela asistimos a un Philip Marlowe sobrepasado, vulnerable, confuso con el amor. La idea de que Clare estuviera enamorada de él lo agrada, le hace sentir bien. Insiste Marlowe hasta el mismo final en decir que sí, que estaba un poquito enamorada de él, por eso hicieron el amor; por eso, con independencia de una historia o de un caso detectivesco insulso, en todo caso no es complicado, el sentimiento hacia la mujer no resta interés al mismo y no quita que se sintiese malherido, aún más rendido al sensualismo elevado de la mujer… En las siguientes palabras creo que sintetiza brillantemente el tema:
No puedo decir que no la echara de menos, que no la echo de menos. Una belleza como la suya no pasa por tus manos sin quemarlas. Sé que estoy mejor sin ella. Eso es lo que me digo. Lo sé y algún día también lo creeré”. En otro orden de cosas, o en un plano anecdótico, el personaje de Clare Cavendish, en una hipotética película sobre el libro, Banville/Black lo ve interpretado por la actriz Kate Blanchett…

- Bueno… Mientras Philip Marlowe siga siendo Humphrey Bogart… Aunque para Chandler su favorito era Cary Grant.

- Imposible… No obstante, John Banville ve en George Clooney el actor ideal para caracterizarlo.

-  Voy a leer “La rubia de ojos negros” ahora mismo.

- Portentosa y perfecta novela, tenlo por seguro. Ágil, con un magnífico empaque de género negro clásico, con clase, con esa clase que no se recuerda desde los autores consagrados, y que mucho echamos hoy en día en falta, con independencia de la interesante novela policíaca que se hace en la actualidad… Pero esta pericia, la genialidad del autor en los diálogos, las descripciones, los personajes… la hace una novela imprescindible.


2 comentarios:

  1. Me gustan las novelas policíacas, y conozco a Marlowe, aunque no a este moderno(ahora un poco si) ¿George Clooney?..no sé..

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  2. Como Humphrey Bogart nadie interpretará a Philip Marlowe... Te fascinarán tanto las novelas policíacas de la serie doctor Quirke escritas con el seudónimo Benjamin Black, como sus otras y reconocidas obras con su verdadero nombre, John Banville, en especial "El mar".

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