“Tenemos vidas extrañas y complicadas porque vivimos siempre en tiempos
interesantes”
Este año me ha sorprendido,
literariamente, también en otro orden de cosas, si no por “remakes” de otros
libros, diría que segundas partes de unas novelas a las que guardo un afecto
especial. En primer lugar fue Rosa Montero con el regreso sensacional de la “replicante”
Bruna Husky en “El peso del corazón”, y ahora Matilde Asensi, casi quince años
después de que publicara “El último Catón”, con una nueva aventura de la ex
monja paleógrafa Ottavia Salina, Farag Boswell y Kaspar en “El regreso del
Catón” (Planeta, 2015). Una entretenida novela de aventuras, de seductora trama
en la que la autora entreteje de manera adecuada enigmas religiosos con
escenarios misteriosos –de acuerdo que lo habitual en Matilde Asensi- y pruebas
iniciáticas a lo Indiana Jones y… toda su saga. “Escrita con rigor, -dice la sinopsis editorial- con un ritmo que mantiene en vilo a los lectores página a página y
capítulo a capítulo hasta el final, El regreso del Catón es una combinación
magistral de aventura e historia con la que Matilde Asensi nos atrapa de nuevo
para no dejarnos escapar hasta la última palabra”. Sigamos con el reclamo
editorial:
“¿Qué pueden tener en común la Ruta de la Seda, las alcantarillas de
Estambul, Marco Polo, Mongolia y Tierra Santa? Eso es lo que los protagonistas
de El último Catón, Ottavia Salina y Farag Boswell, tendrán que averiguar
poniendo de nuevo sus vidas en peligro para resolver un misterio que arranca en
el siglo I de nuestra era”
Interesante, ¿Verdad? A mí me
encanta esta temática en la que se novelan enigmas históricos, más los
misterios religiosos y concretamente los que afectan a los cimientos del
cristianismo, y que Dan Brown ya puso de moda con el “Código Da Vinci”, apropiándose,
o historiando, las investigaciones de Baigent, Leigh y Lincoln en “El enigma
sagrado”, donde Jesús de Nazareth, aseguran, no murió en la cruz, casándose con
María Magdalena y con la que tuvo hijos, estableciendo un linaje sagrado que desde
esta casta de David hasta los merovingios, secreteado por el Priorato de Sion, llega
a nuestros días, y llamado legendariamente el Santo Grial. Y en esto abunda
Matilde Asensi en “El regreso del Catón”, en la búsqueda del osario que
contiene los restos de Jesús de Nazareth. Y vale que estos temas serán verdad o
no, o tal vez que en este mundo tan manipulado en el que vivimos nunca llegaremos
a saber con total certeza cómo ocurrieron muchas de sus vicisitudes, pero lo
que está claro es que hay corrientes, opiniones, ideas o incluso fantasías… en
contra de la versión oficial de la Iglesia Católica, en concreto, y resulta muy
saludable estar al tanto de ellas.
Esta nueva aventura se sitúa -ciertamente
es un principio de la novela donde sobran muchas páginas- diez años después de
que Ottavia y Farag descubrieran la tumba de Constantino, a la hermandad
secreta de los Staurofilakes y a su compañero el guardia suizo Kaspar que se
convirtió en el nuevo Catón de aquellos iniciados en torno a la Vera Cruz. El
matrimonio lleva una vida apacible en Canadá, en el campus universitario de
Toronto, con ellos vive también una sobrina de Ottavia, Isabella, un derroche
excesivo de ingenio informático. Una vida tranquila hasta que aparece el
matrimonio de Jacke y Becky Simonson, unos reconocidos archimillonarios –de los
que dicen son Illuminati e incluso alienígenas, ¡qué cosas!- y quieren de
Ottavia y Farag busquen los osarios que contienen los restos de Jesús de
Nazareth, de su madre María, y de algunos de sus hermanos. Tras unas iniciales
reticencias, más por parte de Ottavia y porque la sola alusión a menoscabar los
dogmas cristianos de la resurrección de Cristo y la virginidad de María la saca
de quicio en sus creencias más profundas, junto con la aparición de Kaspar, el
Catón, inician la búsqueda del asentamiento final de los osarios, desde Tierra
Santa a Estambul y de allí a Mongolia, a Persia, y a otros puntos del planeta.
Seguirán las huellas del mismísimo Marco Polo y a quien se nos presenta de
enviado Papal en la misma búsqueda siglos antes.
Indudablemente, este equipo
pronto se encontrará con el antagonismo y complemento de otros herméticos
grupos religiosos, como son los míticos ismailíes “Asesinos” o una extraña
secta de judíos cristianos conocidos por “Ebionitas”, y en el otro extremo a los siempre beligerantes agentes del Vaticano
a espaldas, esta vez, del honorable Papa Francisco.
Por encima de todo, de la ficción
y los datos históricos, consta una dura embestida contra el dogma católico y
que Asensi intenta, con éxito, atemperar, tal vez reconciliar, redefiniendo su
concepción o creencia en Dios. En este planteamiento valiente de la autora de
cómo afectaría a las creencias informaciones que las pongan al menos en duda, lo
hace de la mano de Ottavia, recordemos que había sido monja, en su búsqueda,
probablemente, de cuanto supondría una prueba de las mentiras en las que está
basada su fe. Y esta fe, en permanente lucha, es uno de los atractivos de la narración.
Por otro lado, allá cada cual con lo que quiera creer o sentir, con su religión
o espiritualidad; pero, insisto, no está de más conocer nuevos enfoques u otra
concepción de aquello que se define en inamovible, incuestionable, y su probable
afectación en quienes así obedezcan su credo.
“-Cualquier tipo de poder corrompe –murmuró Kaspar, adaptando la famosa
frase del historiador británico John Acton- Y cualquier tipo de poder absoluto,
corrompe absolutamente. Eso es algo que nunca debemos olvidar”
La estructura de este “El Regreso
del Catón”, reitero, no es muy novedosa, tanto en la temática de estas novelas
de enigmas religiosos como en la propia bibliografía de Matilde Asensi, lo
cual, por este espíritu continuista, resta originalidad al libro pero no
interés. He encontrado pasmosos parecidos con escenas de volúmenes anteriores
de la escritora, léase “El salón Ámbar” o “Todo bajo el cielo”, sin contar,
evidentemente, a “El último Catón”. Sea como fuere considero que este es un digno
sucesor del anterior libro, aunque no tan brillante u original como aquel.
Tampoco es algo de extrañar, incluso de agradecer por su honestidad a la
autora: sus lectores esperan esto, no más, y ella lo da a manos anchas. La documentación
sigue siendo rigurosa y una baza fundamental en la construcción de la historia,
de la novela, con sus notas eruditas, datos y personajes históricos, conjeturas
que mueven a la duda… Además, el sugerente exotismo de los viajes por lugares y
contextos apasionantes (Mongolia, Estambul, Tierra Santa,…). De acuerdo que no me
he divertido o he considerado sus dosis de humor. Sin embargo, me he vuelto a
apasionar con el magistral despliegue de pruebas iniciáticas para resolver
enigmas o inextricables paraderos y, recuerdo, muy a lo Indiana Jones.
Los personajes son algo planos,
normal porque su descripción o psicología no entran en el interés de la trama. Asimismo
puede que tenga mucho que ver en esta pobre definición de los mismos el estar
narrada la historia en primera persona, en este caso a través de la propia
Ottavia Salina; incomprensible, por otro lado, ya que entonces no se explica la
profusión de párrafos banales sobre la familia de la ex monja o charlas
frívolas que lastran y alargan el guión. Incluso no termino de comulgar mucho
con la propia y se supone ya más madura protagonista, Ottavia, por sus
reacciones histéricas e infantiles que chirrían demasiado. Espero sinceramente
que no sea un “alter ego” de Asensi (es broma).
Tal vez el ritmo de la narración sea
muy lento al inicio o, lo acabo de decir, en el prescindible pasaje sobre la
familia italiana –y mafiosa- del personaje, Ottavia. Con todo, el estilo de
narrar es sencillo, ágil, a pesar de la abundancia de ciertos y machacones
adverbios y de las numerosísimas exclamaciones que no logran traer, como parece
ser intención de la autora, más emoción al relato. Emoción que tenía a mano si
Asensi hubiese depositado más interés o imprimido más acción y protagonismo a
los malos de la historia, dejándolos con un concurso espurio, ausentes, solo
aparecen una vez de manera directa y resultan poco amenazadores como hubiera
sido de nuestro agrado y por definir su participación de esta guisa. Ni decir
tiene sobre la relación sentimental, y secundaria, que destaca en sus casi 610
páginas e igual de insulsa. Sin embargo, al fin y al cabo, la novela vale su
peso en oro por las pruebas desarrolladas para lograr los objetivos, o el
objetivo último, y son lo suficientemente complejas, ilustradas y elaboradas para
apasionarte con el libro.
En definitiva, ha sido una
agradable sorpresa este reencuentro llamémosle con el Catón, como lo fue más con
Bruna Husky de Rosa Montero. Vale que sin la brillantez ni originalidad del
primer libro, “El Regreso del Catón” es un digno y menesteroso heredero. Una
historia entretenida en la línea maestra del anterior, pues, con un gran
trabajo de documentación detrás. Matilde Asensi, con su peculiar e impecable
estilo, despliega una trama consistente, llena de giros y sorpresas, que
mantienen en vilo al lector y a los amantes de este género de aventuras en
torno a misterios históricos y religiosos. Recomendable.
“Si dejamos que el miedo nos domine, no seremos capaces de hacer nada
ni por nosotros ni por los demás. Lo que tenga que pasar, que pase. Pero lo que
tengamos que hacer para evitar que pase, también hay que hacerlo, sin dejarnos
bloquear por el miedo”
Leí el anterior, y me apunto este...para cuando tenga tiempo de leer...
ResponderEliminarGracias por darlo a conocer.
No las tiene, las gracias.
EliminarAcabo de leerlo y comparto totalmente su artículo, sobre todo en lo referente a las charlas frívolas e histerismo de la protagonista. Asimismo no me han convencido las coletillas que en demasiadas ocasiones pone la autora en boca de la protagonista.
ResponderEliminarEn definitiva se puede leer pero esta lejos del primer Caton.
Gracias. Segundas partes, quizás, no fueron buenas.
EliminarGracias. Segundas partes, quizás, no fueron buenas.
EliminarGracias. Segundas partes, quizás, no fueron buenas.
EliminarGracias. Segundas partes, quizás, no fueron buenas.
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