“Yo porque todo sueño…” Y
soñar quiero. Un secreto: Esta original estampa, quizás por su escorada excepción
al carrusel fotográfico ordinario, por su sigilo, siempre me ha acompañado, ha
estado presente en contextos señalados de mi existencia. Una imagen que ha
columbrado aventuras, fábulas, quimeras, y hasta misticismos de mayor o menor enjundia
o trascendencia. Y a los que todos, o muchos, intenté atrapar con el garabatear
de unas letras empeñadas en ser un relato más o menos preciso y afortunado,
ficticio o sincero; incluso por ahí duerme, en mi testero de las vacilaciones,
el manuscrito de una novela, callada entre las brumas de mi implacable y
dolorosa perfección, de su achaque inveterado, del miedo. Una historia llamada “A
la sombra de la Aurora”. Una imagen, una visión introspectiva a la que ahora,
no podía ser de otra manera, quise y hacia allá fui para sentir cómo el inverno
nevaba sobre su misterio. Este es uno de los resultados, a otros los llevo muy adentro.
Y antes de hacer mía una frase de Albert Camus para situaros en la fotografía, acaso
sea conveniente disculparme por esta exposición confusa, intestina, abstracta…
complicada. Tampoco me va a preocupar, ni interesar, perdones o piadosas
condescendencias. Aquí estoy, en el útero proverbial, el que alumbra al medido templo,
el imponente lienzo de un ábside ausente. Aquí, mi gesto. Un gesto para la
esperanza y una evasión hacia los íntimos e inescrutables senderos del alma
particular, exclusiva e intransferible, ecuménica. Aquí, yo. Un recuerdo del
pasado, una promesa del futuro. Mi eterno retorno emprendido desde este
presente de nieves y ojalá vengan los bienes, antes y luego, donde tiene lugar
el ciclo persistente de la muerte y el renacimiento. “En las profundidades del invierno aprendí finalmente que había en mí un
verano invencible”. Dentro. Invierno 9. En un lugar de Las Murallas, al
amparo de la Iglesia del Espíritu Santo. Barrio San Francisco. Ronda.
Aquí estoy...
Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.
sábado, 28 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Nadie en la playa"
Mañana del viernes. Torremolinos. En unos momentos de espera para la esperanza. El mar oía, y en sosegado compás susurraba. Caricias turquesas, cercanas. Grises tumultos, los de arriba. La línea del horizonte que a nada incumbía y a todo pertenecía. Cielo y Mediterráneo. Un aliento de plata de este sol invernizo, empujado por las olas, derramado en espumas sobre la arena mojada. No llovía, aún. Nadie en la playa.
viernes, 27 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 8"
… encender la vida en todos, más frente
a esta versión de un clásico, bosquejada con las ráfagas inusitadas de un
invierno que amaneció con sus galas blancas y relumbrantes; arrancando asombros
incluso a la historia hecha piedra, inmortal y soberbia, en un oráculo donde
nuestra fugacidad, con sus heroicidades y miserias, advierten de las imposibilidades
posibles, de los ensueños realizables, o bastaría tan solo con descubrirnos que
somos alguien en la vasta tramoya del mundo y ante el que languidecemos en los cánones
de su rígida sociedad, las clases, aguardando un aplauso que nunca llega y
porque pocos son los que abarcan el papel de protagonistas. Hasta que, en vanguardia,
delante de este mítico escenario, nos sentimos ambiciosos, grandes. La versión
de un clásico del que oímos, y nos emocionamos, desde un gélido silencio
declamar los versos de nieve raptados en “Los
cálices vacíos”, aunque pareciera de “El
libro blanco”, por Delmira Agustini, como garabatos en el folio inmaculado
del cielo: “¡Y yo te amo, invierno! Yo te
imagino viejo, yo te imagino sabio, con un divino cuerpo de mármol palpitante
que arrastra como un manto regio el peso del Tiempo...Invierno, yo te amo y soy
la primavera...Yo sonroso, tú nievas: tú porque todo sabes, yo porque todo
sueño...”. INVIERNO 8. Murallas, Puerta de Almocábar e Iglesia del Espíritu
Santo. Barrio San Francisco. Ronda.
jueves, 26 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 7"
… Tiempo vivido que no mostraban los
títulos de esta muerte enfática entre blancas melancolías del invierno, ni menos
en metáfora de amortajamiento con un níveo e inesperado sudario, ni en un lecho
de duelo antiguo extendido sobre el lugar de una épica de muertos y leyendas.
No hay maldición, tampoco muerte, sino vida, o en este caso una insólita
preservación vital, casi sobrenatural, de cuanto siempre concernirá a unas
certezas de primavera, aquellas en las que esperamos, y porque sabemos que será
así, ver a las ramas florecer y reverdecer; tal vez en lo que escribiera Goethe
de la iconografía para un destino sobredicho en el árbol frutal de la imagen, o
de su icono trascendente; de un milagro al que solo hay que esperar, también
creer, más allá del lienzo de lanzas que hienden y separan las cenizas de la costumbre,
de las rutinas, de las sombras lineales de los espíritus que salvan con la
nevada las semillas o frutos del vivo color de los crepúsculos encarnados; como
si los copos de nieve, sumando la quimera, ardiesen con el ardor de las risas y
confianzas de niños y mayores en otras postales anteriores y en los ensueños
teñidos de nevisca y luces de invierno. Un momento para la vida, precisamente en
una estación definida por el tránsito, el intermedio, por la extinción de lo existido,
menos el recuerdo, para asentar a lo que queda por vivir; cuando la nieve, súbita
y abrumadora, la que no rompe las ramas del sauce en el apunte de un proverbio
japonés, aquí rehace al indiscutible árbol de navidad con su derroche
nostálgico, escarchado, animado, con sus adornos de bolas incandescentes, de
pequeñas candelas expectantes por encender la vida en todos. INVIERNO 7. Al
fondo de calle Polvero. Barrio San Francisco. Ronda.
miércoles, 25 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 6"
… la posibilidad del prodigio en
unas risas, en unos ojos refulgentes de ilusión y fantasía. Y es que, dijo
Khalil Gibran, “en el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante
y detrás de cada noche viene una aurora sonriente”. En este caso la aurora es de
nácar, gélida, pero ardiente de pasiones y solaces de niños que aman ser niños
y de mayores que quieren ser niños, aunque sea por unos momentos y para sanar
sus almas de la maldición de su tiempo vivido. INVIERNO 6. Alameda del Barrio San Francisco. Ronda.
LIBROS QUE VOY LEYENDO: "El Laberinto de los Espíritus" de Carlos Ruiz Zafón.
“Aquella
noche soñé que regresaba al Cementerio de los Libros Olvidados…”
Sentimientos encontrados. “-No hay libros modestos sino ignorancias
soberbias”. Estimo que objetiva, por un lado, la exigencia de poner fin a
la saga del “Cementerio de los Libros Olvidados” de Carlos Ruiz Zafón, y para esperar
de éste a que nos sorprenda con otras narraciones e incluso desde otros
registros; y subjetiva, por otro, de echar muy en falta a una historia de
historias construida en torno a un escenario sugerente, en un tiempo difícil y
con unos personajes entrañables e inolvidables. “La cuarta entrega, virulentamente morrocotuda y especiada en los
perfumes de todas las anteriores, nos conduciría por fin al centro del misterio
y nos desvelaría todos los enigmas de la mano de mi ángel de las tinieblas
favorito, Alicia Gris. La saga contendría villanos y héroes, y mil túneles a
través de los cuales el lector podría explorar una trama caleidoscópica que
semejase aquel espejismo de perspectivas que había descubierto con mi padre en
el corazón del Cementerio de los Libros Olvidados” Esta llamémosle mi disensión
literaria, no solo ha estado presente a lo largo, y mucho que lo he pensado,
del tiempo en que me debatía por hacer, y en cómo, esta reseña, de hecho hace
ya más de una semana que finalice la novela y cuando acostumbro a escribirla
tras cerrar el libro, sino que ha estado durante toda la lectura, tan extensa,
de este “El Laberinto de los Espíritus” (Planeta, 2016). Sensaciones
contrariadas en torno a una novela que pone el desenlace a la serie, esta que mantiene
el nivel narrativo de su antecesora, “El Prisionero del Cielo”, pero no a
cuanto de magistral atesoraban “La Sombra del Viento” y “El Juego del Ángel”,
las dos primeras, y la que, con independencia de su construcción impecable, se
advierte de su interés manifiesto por ocupar un hueco en el mercado editorial,
exigido por supuesto. Una novela entretenida, ligera, a pesar de su intrincado
argumento y de sus casi mil páginas, y de la que en cambio me hubiera gustado
reseñar su excepcionalidad.
“-Malaventurados
sean aquellos cuyos sueños están forjados de papel y tinta, pues suyo será el
purgatorio de las vanidades y los desengaños”
Sea como fuere, los
amantes del universo Zafón, sigue aquí reconocible, podemos estar satisfechos
de la novela y del colofón de la historia; seguimos en la segunda mitad de los
años 50 y con flashbacks de otras décadas; de su escenografía, una Barcelona
fantasmagórica, gótica, de tenebrosas mansiones, sótanos infectos, ostentosos
cementerios, de una geografía atemporal, Madrid aparece también; de la
definición de sus personajes, tanto de los ya conocidos, la familia Sempere,
Bea, Valls, Isabella, Martín, el genial Fermín Romero de Torres…, como de los
nuevos, Fernandito, Martaix, Vargas, y en especial Alicia Gris, una heroína con
muchos y buenos guiños a la Lisbeth Salander de Millenium de Stieg Larsson,
Nikita de Luc Besson, o alguna de esas “femmes fatales” de la literatura o el
cine y de las que, en su escénico melodramatismo, recordamos; del argumento
costumbrista; de su magia entrelazada a los abundantes sueños donde el autor
despliega su potencial narrativo de fantasía y color; de sus ingeniosas dosis
de humor; de su serie de intrigas muy del género negro, con truculencias
incluidas, terroríficas, para un gran misterio que lo envuelve todo y que ahora
no deja cabos sueltos; siempre bajo una perspectiva cinematográfica, incluso de
sus arquetipos propios de la época como de una ficción de contextos oscuros y
misteriosos. En esta entrega, asimismo, para discutir a quienes han criticado
el escaso o nulo compromiso del autor con la época o con la historia, se hace
eco del asunto de los niños robados durante el franquismo, un tema hace tiempo de
viva actualidad, pero siempre trazado con su mirada peculiar y sorprendente.
“…
En este sainete de monas vestidas de seda que es el mundo, la falsedad es la
argamasa que mantiene unidas todas las piezas del pesebre. La gente, ya sea por
miedo, interés o papanatería, se acostumbra tanto a mentir y a repetir las
mentiras de los demás que acaba mintiendo hasta cuando cree que dice la verdad.
Es el mal de nuestro tiempo. La persona sincera y honesta es una especie en
vías de extinción, como el plesiosauro o la cupletera, si es que existió alguna
vez y no fue como el unicornio”
En estos momentos
agradezco a Carlos Ruiz Zafón el incluir algunas fotografías de Francesc Catalá-Roca,
magníficas escenas, un sutil aliciente para hacer más interesante la lectura de
un mundo pasado, triste y perdido.
“El
tiempo, comprendió, siempre fluye con velocidad inversa a la necesidad de quien
lo vive”
Otra circunstancia a
destacar, aparte de los tópicos o de las recurrencias argumentales, son sus
ecos descriptivos, precisamente, de lo ya leído antes, de todo aquello que o bien
repite de novelas anteriores o de llegar o a reconocer ciertos “déjà vu” que brotan
aquí y allá en la narración. Entiendo, y con sinceridad me convence, de que
esto forma parte inevitable del universo literario Zafón, lo cual verifica el
uso y estilo; incluso son elementos que tienen que estar ahí para cumplir
expectativas o formas de expresión que, insisto, seducen y se agradecen y
aunque algunos puedan considerar infames aestas repeticiones, aburridas, y nada
creativas. Zafón, pues, y a falta de nuevos registros en los que veamos la gran
magnitud de su prosa, en estado puro. Zafón al que del mismo modo se le perdona
su nulo uso de las elipsis, de instar por un narrador en tercera persona
omnisciente y en cada “representación” de sus personajes principales, del uso
de diarios o libros como un recurso fácil para zanjar o solventar vacíos o
lagunas de la trama.
“Escribir
es un oficio que se aprende, pero que nadie puede enseñar”
Me siguen gustando, y bastante,
sus diálogos, sobre todo los protagonizados por Fermín Romero de Torres y el
sarcasmo destilado en otros de Alicia Gris con Vargas u otros personajes. “-Es lo
que tiene el estar bien leído, que uno ya se sabe todos los versos y los trucos
del destino (le decía Virgilio, de la Biblioteca Nacional, a Alicia Gris)”…“-Uno cree en lo que puede, no en lo que
quiere. A menos que sea un cretino, en cuyo caso invierte esos términos.
(Decía Vargas el policía a Alicia Gris). Me gustan los diálogos por su ingenio,
de una lúcida sutileza, extraordinarios, que además de arrancar más de una
carcajada remueven la cabeza con sus sólidos pensamientos.
“-
No se avergüence, que así es la vida. El aprender a diferenciar entre el por
qué hace uno las cosas y por qué dice hacerlas es el primer paso para comenzar
a conocerse a uno mismo. Y de ahí a dejar de ser un cretino hay un trecho (…)
-Si
los libros hablasen no habría tanto sordo por ahí”
Carlos Ruiz Zafón logra
salvar con desenvoltura los problemas que plantea el cierre para esta y para
las historias de los tres libros anteriores, de una manera coherente, eficaz,
hilvanando con lógica una amalgama tan heterogénea de contenidos, con tantos
matices y situaciones y acciones, por lo que, necesariamente, merece el
reconocimiento a su habilidad creativa. Incluso me ha entusiasmado el epílogo, aun
mostrándome de acuerdo de su imposición, casi con calzador, y el que además hubiera
sido prescindible; sin embargo, para mí y reitero, me ha encantado por su
ejercicio metaliterario, por su calidad, por su inventiva al permitirme vivir
una historia más junto a Julián Carax, uno de los personajes fundamentales de “La
Sombra del Viento”.
“Se
bebe para recordar y se escribe para olvidar”
En definitiva, “El
Laberinto de los Espíritus” es un libro que me ha gustado, mucho, supongo que
le sobra presunción y adolece de esa honestidad necesaria, y para nada menospreciable,
de considerarlo de relato ligero; y aun así no me ha parecido excesivo ni por
su extensión ni por sus formas. Otro homenaje al género del folletín. Otro homenaje
a la literatura, a autores clásicos, a libros clásicos, a librerías de viejo, a
esos escritores malditos o “letraheridos” (no sé el origen de esta palabra,
pero suena bien) “-La literatura es una
amante cruel que olvida con facilidad” Novela entretenida, de fácil
lectura, de encantador dinamismo, tan visual, de la que vas pasando página tras
página sin importarte aquí y allá, en este minuto u otro, la extensión de lo
que queda por leer; y porque leemos lo que queríamos leer, nos emocionamos con
lo que deseábamos emocionarnos, encontramos lo que esperábamos encontrar,… de
acuerdo a que no con la sublimidad de sus dos novelas primeras. Un estupendo
remate para la serie del “Cementerio de los Libros Olvidados”, y por tanto a
como pueda desde este momento echarse de menos. Ahora toca esperar algo nuevo
de este grandísimo escritor; y no sé por qué, pero infiero que su personaje
Alicia Gris tendrá mucho que ver en esto. Adiós a una saga que me ha reportado,
según la expresión de su reclamo editorial, el gusto por la lectura.
“Una
leyenda es una mentira pergeñada para explicar una verdad universal”
Sinopsis editorial:
“Vuelve Carlos Ruiz Zafón
con el desenlace de la saga de La Sombra del Viento. Recordarás por qué te
gusta leer.
“En la Barcelona de
finales de los años 50, Daniel Sempere ya no es aquel niño que descubrió un
libro que habría de cambiarle la vida entre los pasadizos del Cementerio de los
Libros Olvidados. El misterio de la muerte de su madre Isabella ha abierto un
abismo en su alma del que su esposa Bea y su fiel amigo Fermín intentan
salvarle.
Justo cuando Daniel cree
que está a un paso de resolver el enigma, una conjura mucho más profunda y
oscura de lo que nunca podría haber imaginado despliega su red desde las
entrañas del Régimen. Es entonces cuando aparece Alicia Gris, un alma nacida de
las sombras de la guerra, para conducirlos al corazón de las tinieblas y
desvelar la historia secreta de la familia… aunque a un terrible precio.
El Laberinto de los
Espíritus es un relato electrizante de pasiones, intrigas y aventuras. A través
de sus páginas llegaremos al gran final de la saga iniciada con La Sombra del
Viento, que alcanza aquí toda su intensidad y calado, a la vez que dibuja un
gran homenaje al mundo de los libros, al arte de narrar historias y al vínculo
mágico entre la literatura y la vida.”
“Uno
no se da cuenta del vacío en el que ha dejado pasar el tiempo hasta que vive de
verdad. A veces la vida, no los días quemados, es solo un instante, un día, una
semana o un mes. Uno sabe que está vivo porque duele, porque de repente todo
importa y porque cuando ese breve momento se acaba, el resto de su existencia
se transforma en un recuerdo al que intenta regresar en vano mientras le queda
aliento en el cuerpo”
martes, 24 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 5"
Por una vez… dejó de interesarme la ciencia de la nieve, convencido por
un dicho sin tiempo de Anthony Doerr. Limitarme a mirar en derredor e incluso
más allá de mis sentidos. La luz, la forma en que absorbía el sonido. La
textura húmeda de esas fantasías de invierno. La manera en que la nevada, o su expectativa,
tapizaba la opacidad de lo ordinario, el sueño de un recuerdo velado;
haciéndome sentir cómo ante su presencia blanca y fría encontraba la redención,
ser perdonado, más cuanto más caía, cuanto más existía mi asombro en las tramas
de su efímera permanencia, su abrigo y perdón por esconderme durante tanto
tiempo, una eternidad, de la posibilidad del prodigio. INVIERNO 5. Alameda
Barrio San Francisco. Murallas y Puertas de Carlos V y Almocábar. Ronda.
lunes, 23 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 4"
… vestido de blanco pareció el mar de invierno rebasar la vieja
escollera de Las Murallas e inundar de espuma el Barrio. Por una vez aquí, el
destino dejó de ser predecible, plomizo y sediento. Por una vez… INVIERNO 4. Murallas y Puerta de Carlos V.
Barrio San Francisco. Ronda.
domingo, 22 de enero de 2017
IMÁGENES CON LETRA: "Invierno 3"
... El origen de un recuerdo único... Una de las formas más altísimas de encuentro con la Belleza ha sido descubrir el invierno en Ronda vestido de blanco. Invierno 3. Alameda del Barrio San Francisco. Ronda.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)